Apoyo

4 0 0
                                    

Termino todo lo programado para hoy y avanzo un poquito de lo de mañana antes de mi hora de salida y tomo el elevador alegremente. Justo estoy saliendo del ascensor cuando escucho una voz familiar no muy a lo lejos. Un serio Cástor va caminado junto a un grupo de hombres, se ve un poco molesto, pero a la vez parece estresado, así que ni siquiera intento acercarme y me limito a verlo pasar de largo hasta que entran a una sala no muy lejos de recepción.

Llego a la entrada y veo a Juntean haciendo guardia al frente del vehículo. - ¿Listo?

-Claro señorita. Abre la puerta y justo cuando estoy subiendo veo a Cástor caminar a la salida con el mismo grupo de hombres, aunque ahora luce mucho más serio que antes, cruza su mirada conmigo, pero antes de que pueda hacer nada uno de los hombres dice algo y regresa su atención a ellos. Juntean sin notar lo que pasa cierra la puerta y da la vuelta para subir al auto. En lo que mi compañero se prepara para nuestra partida veo al grupo de hombres dividirse en dos camionetas mientras Cástor avanza a su auto.

Emprendemos la marcha y no pasan más de tres minutos para que el auto de Cástor y las camionetas con su grupo de hombres nos rebasen. - ¿Van a la casa?

- ¿Disculpe?

-Cástor y los hombres que lo rodeaban, ¿van a la casa?

-Disculpe señorita, no tengo esa información, a mí solo se me ordenó venir por usted.

-Gracias.

Tomo mi teléfono y mando un mensaje a Cástor "¿Se quedarán a cenar todos tus acompañantes?" no tarda mucho antes de que reciba su respuesta "Sí, Dora ya está al tanto de todo, la cena será a las 8, si puedes, te agradecería mucho que bajaras a cenar con nosotros" respiro profundo y asiento, aunque sé que no puede verme "Muy bien, te veo a las 8 entonces".

Son siete cincuenta cuando veo el teléfono, no pude evitar cambiarme de ropa, no es como que no vaya presentable a la oficina, pero la rectitud con la que caminaban esos hombres y la seriedad en el rostro de Cástor cual, si tuviese al menos diez años más, me obligaron a vestirme más acorde con la ocasión. Un vestido sencillo a la rodilla, no pegado, sino más bien circular y un molote para no traer el cabello en la cara, zapatos no tan altos, pero no de piso, para no parecer una niña y un maquillaje natural.

Respiro profundo y salgo de mi habitación con rumbo al comedor donde Dora y yo ya hemos dejado todo listo para la cena. De camino veo como el grupo de hombres da vuelta para entrar al mismo pasillo por el que voy caminado, al tiempo que uno de ellos le habla a Cástor haciéndolo girar la cabeza y dar conmigo de pie esperando a que ellos avancen. Levanta la mano para detener al hombre que está hablando y camina directo hacia mí con una suave sonrisa en el rostro, cuando está lo suficientemente cerca besa mi mejilla como saludo y pasa mi brazo por el suyo para escoltarme al comedor, aclarando su garganta para llamar la atención de los señores. Todos se detienen al unisón y giran para vernos.

-Señores, les presento a la señorita Ania Salazar, nuestra amable anfitriona.

Todas las miradas se posan en mí. -Buenas noches.

Si no supiese que es casi imposible creería que los hombres al frente son robots, pues el movimiento coordinado al inclinar la cabeza como saludo fue tan exacto que es difícil de creer. Cástor repite el gesto en respuesta y empieza a avanzar conmigo a su lado hasta llegar al comedor, una vez ahí abre la silla a la derecha de la cabecera y me hace una señal para que me siente mientras todos los demás empiezan a colocarse al lado de sus asientos, una vez tomo mi lugar Cástor se coloca en la cabecera, toma asiento y veo a los ocho hombres sentarse en sus lugares al mismo tiempo cual coreografía de teatro.

Un par de segundos después veo a Dora entrar por la puerta de la cocina empujando su carrito, Cástor solo hace un gesto con la cabeza y ella empieza con su labor sirviendo primero mi plato y después girando en la mesa a mi izquierda, para dejar al final a Cástor y retirarse al terminar con un firme gracias por parte de mi amigo y una leve inclinación de cabeza por parte de su ama de llaves.

Siempre a veces es muchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora