Preocupación

11 0 0
                                    

- ¿Crees que sea posible que ya no tenga que llevar más a los guardias?

-Corderito...

-Creo que ya ha quedado claro que no pueden ni deben acercarse a mí, además, siempre que estoy con ellos todo el mundo parece verme con miedo.

-Catalina habíamos acordado que...

-Que los llevaría sin objetar lo sé, pero ponte en mi lugar, creo que ya puedo tener mi espacio, además tú mismo comprobaste que ese lunático está en prisión, lo que significa que no puede hacerme daño y era lo que más nos preocupaba.

- ¿Y pretendes quedarte sin protección de la noche a la mañana?

-No, yo solo pretendo quedarme sin guardias, tú eres lo bastante atemorizante como para mantenerme a salvo.

-Catalina...

Bajamos del auto y caminamos hacia Bontfalt, pocos metros detrás de nosotros mis guardias caminan en silencio. -Por favor lobito, solo...

-Me gustaría poder caminar y sentirme libre.

Tomo su mano y lo hago girar hacia mí. - ¿Si sabes lo que diré porque me obligas a hacerlo?

Fija su mirada en la mía y se queda en silencio por un momento. -Odio que me veas con esos ojos corderito.

- ¿Cuales?

-No sé cómo te tolero.

Lo suelto para abrazarlo y recargo mi cabeza en su pecho. -Eso es un ¿sí?

-Eres imposible.

-Yo también te quiero.

Me alejo y le doy un beso en la mejilla como despedida antes de que haga una seña a mis guardias para hablar con ellos, mientras yo me voy en dirección a mi oficina.

El día pasa rápido y termino mis pendientes antes de lo esperado, así que me dirijo a la oficina de Cástor para regresar a casa juntos, cuando paso por recepción noto la ausencia de mis guardias y eso me hace sonreír mucho.

-Lo siento señorita, el señor Gunoela está ocupado.

- ¿Podrías avisarle que soy yo y no me tomará más de un minuto hablar con él?

La secretaria de Cástor asiente y levanta el teléfono que no tarda en sonar dentro de la oficina. -Señor, la señorita Salazar solicita un minuto de su tiempo.

Escucho su voz del otro lado de la puerta y por el intercomunicador, pero no entiendo que es lo que dice, así que me limito a esperar. -Lo siento señor, no se repetirá, ahora mismo le hago pasar.

La chica deja el teléfono de nuevo en su lugar y me ve un poco apenada. -El señor dice que puede pasar, está en una videoconferencia, pero si no le molesta esperar un minuto con gusto le atiende.

-Gracias.

Hago un gesto leve con la cabeza y avanzo hacia la oficina de Cástor, como lo ha mencionado su secretaria, se encuentra concentrado en su computadora, unas cuantas pilas de documentos a lo largo de su escritorio y dos o tres personas más también en sus computadoras hablando en distintos idiomas. Él control que tiene sobre todo a su alrededor lo hacen lucir mucho mayor de lo que realmente es, aun cuando no quita la vista de la pantalla veo como hace señales con una mano y una de las personas a su lado se mueve y habla a su cámara provocando un gesto de aprobación en el rostro de Cástor. Por un segundo desvía la atención de su computadora para verme de pie frente a la puerta y levanta solo un dedo para pedirme un minuto de mi tiempo, asiento rápidamente y eso lo hace sonreír de manera casi invisible.

Siempre a veces es muchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora