Hasta luego

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- ¿Por qué no?

-En serio te agradezco mucho tu ofrecimiento, pero bastante has hecho por mí con lo de tu casa, mi avión sale a las seis de la mañana no te haré despertar a las cuatro para llevarme al aeropuerto.

Hace pucheros y me ve con cara de borreguito. -Pero yo te quiero acompañar.

-Mis papás van a venir, ellos quieren dejarme en el aeropuerto para despedirse de mí. En algún punto mi voz se vuelve tierna y compasiva con toda la intención de reconfortarlo. -No puedo decirles que no vengan solo porqué tú quieres llevarme lobito.

Entrecierra sus ojos y me ve unos segundos. -Si no puedo llevarte, ¿puedo ir a despedirte al aeropuerto?

Tomo una de sus manos y lo veo directo a los ojos. -Cástor, tú puedes hacer lo que quieras, yo no te voy a detener, si vas al aeropuerto estaré feliz de despedirme de ti allá, si no puedes ir, ven dame un abrazo y despídete de mí aquí.

Tiro de su mano al frente y lo suelto para pasar mis manos por sus hombros. -Gracias Cástor.

Responde a mi abrazo rápidamente acercándome lo más posible a él. -Me gusta más cuando me llamas lobito.

Me alejo un poco dejando mis manos en sus hombros. -Gracias por todo lobito.

-No hay nada que agradecer, ya deja de decir eso Corderito. Me abraza nuevamente y lo dejo hacerlo por un momento más hasta que lo alejo con mis manos en sus hombros.

-Te veo mañana en el aeropuerto entonces.

-Cuenta con ello.

Lo suelto por completo y camino un par de pasos antes de detenerme. -Hasta luego.

Se limita a guiñar uno de sus ojos y eso es todo lo que hacía falta para que me vaya de una buena vez. Por la mañana me despedí de Catrina, los sábados suele estar ocupada así que no podrá ir mañana al aeropuerto, por la tarde me despediré de Cristal y Dulce y de Samuel no quiero despedirme, pero también dijo que me vería mañana en el aeropuerto, aun cuando saliendo de la escuela iremos a cenar.

Llego a U.L.A. con tiempo de sobra así que aprovecho esos minutos para dar un recorrido de despedida, volveré dentro de un año, pero aun así es bastante tiempo el que estaré fuera y no quiero olvidar nada de aquí, mi nostalgia no me lo permite. Las clases pasan rápido, las despedidas son emotivas y muy tristes con unas cuantas lágrimas de Dulce aderezando el momento, una vez se van llamo Samuel para avisarle que ya estoy libre y queda en pasar por mí en unos minutos, así que en lo que llega doy un pequeño paseo de camino al centro de la facultad.

- ¿Ania?

Me giro para verlo, luce tranquilo, pero no es la primera vez que lo veo así. -Teodoro.

- ¿Me permites un momento?

Respiro profundo y tomo lugar en una banca frente a nosotros, una vez ahí le hago una seña para que se siente a mi lado, no sé si la nostalgia me esté afectando demasiado o realmente quiero que esta vez sea diferente, pero por lo menos quiero escuchar que tiene para decirme. -Escuché que mañana sale tu vuelo.

Su voz es seria, pero no indiferente, sino más bien como la de un viejo amigo. -Sí, mañana me voy, debo estar llegando el domingo a Surcekmun, una semana para instalarme y adaptarme al horario y así iniciar cuanto antes.

Una sonrisa aparece en su rostro, una que parece muy sincera. -Realmente me alegro mucho por ti, es un gran programa, nadie lo merece más que tú.

Siento que está diciendo la verdad y su felicidad es genuina, así que no puedo evitar sonreír de manera tranquila. -En realidad te agradezco, estoy un poco nerviosa, pero es lindo escuchar palabras de ánimo.

Siempre a veces es muchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora