6 Debilidad

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Me atrevo a responder torpemente. Tampoco es como que vaya besando gente por la vida todo el tiempo cuando estoy estudiando, o estaba al pendiente de mi hermano.

Su lengua roza mis labios y los abro un poco, sintiendo la invasión en el interior. Un cosquilleo se coloca en mi vientre bajo. No quiero separarme, por más torpe que sean mis movimientos.

- Dime que nadie más te ha besado, que nadie más te ha tocado – me deja tomar aire -. Soy celoso por naturaleza.

Y vuelve a besarme.

Me recuesta en la cama y su mano aprieta mi cadera, un pequeño gemido escapa y con sus dientes jala mi labio inferior.

- Necesito marcarte – su respirar errático me descoloca, su voz ronca en susurro -. Déjame marcarte.

Lo miro a los ojos y con mi mano derecha quito el cabello de mi cuello, ladeo mi cabeza dándole total acceso.

Va repartiendo un camino de besos por toda mi garganta hasta llegar a la clavícula y siento el roce de sus dientes. El miedo se apodera de mí, comienzo a temblar, pero su calor y el aroma que me rodea me dice que todo estará bien.

- No nos conocemos – digo cuando abre la boca -. No quiero...

- El vínculo te hará conocer todo de mí – se levanta -. Pero tu inseguridad no me deja avanzar.

Se levanta de la cama y sale de la recamara.

¡Mierda!

Sigo respirando agitada, mis bragas están mojadas y no sé en qué punto comencé a llorar. Mis labios hinchados aclaman la boca de un completo desconocido. Perder su calor fue doloroso.

Jalo la manta y me cubro.

***

Llevo una semana en este lugar y no he vuelto a ver a Sebastián.

Aleera me ha atendido de la mejor manera y me ha ayudado a entender algunas cosas. Benjamín sigue al mando puesto que no está el alfa.

He conocido a algunas personas, pero me tratan como si fuera un bicho raro. ¡Lo soy! Soy humana, no puedo hacer nada contra eso.

Me han traído todo lo que tenía en mi departamento referente a mi investigación. Después de todo Benjamín se ha hecho mi amigo, al igual que Aleera.

Estoy en la computadora investigando algunas cosas para poder terminar mi tesis. No pueden creer que no me graduaré.

- Señorita, aquí está el té que me pidió.

- Gracias Aleera – me giro para verla -. ¿Puedo preguntarle algo?

- Si puedo contestar, creo que sí. A veces no soy de utilidad más que para cocinar.

- ¿Alguna vez ha escuchado el caso de un humano que se convierte en lobo?

- No, mi abuela me contaba historias – se sentó en la orilla de la cama -. Ella decía que los humanos nos cazaban, cuando éramos solo licántropos; puesto a que no teníamos razonamiento humano como ahora. Las almas se fusionaban cuando nos convertíamos en la primera luna llena.

- Pero la diosa de la luna hizo un conjuro que dividió eso, ¿no es así?

- Usted sabe mucho, no sé porque me pregunta mí.

- Solo son teorías nada – fui interrumpida por un aullido en el exterior.

- Cierre la puerta y no salga – se levanta a prisa -, en el armario hay un arma para que pueda defenderse.

- ¿Qué?

- Invasores rebeldes...

Mi corazón se aceleró al escuchar esa palabra.

Salió de la recamara y cerró la puerta con llave. Me levanté y coloqué el seguro en la ventana, estoy en un segundo piso, nada puede pasar, este lugar es una fortaleza. Abro el armario y busco en todas partes hasta que encuentro un rifle, una pequeña caja con municiones y comienzo a ver como rayos voy a cargar esto.

El atardecer está presente y no hay nubes en el exterior. Me encierro en el baño y trato de no gritar o hacer algo estúpido, pero es imposible.

Entre gruñidos aullidos y gritos por todos lados, me siento asustada.

- No puedo estar asustada, eso delatara mi aroma – me digo a mi misma -. Noah, te necesito hermano – las lágrimas me traicionan -, no puedo seguir sola sin ti hermano.

Me meto en la tina vacía abrazando el arma, tengo miedo de salir. Se escuchan ruidos adentro de la casa.

¡Voy a morir!

- ¡Naomi!

- Benjamín – susurro.

No, no puedo abrir la puerta, si no es él, estaré en problemas.

- ¡Mierda! Sebastián va a matarnos – escucho su voz preocupada -. Seguí el aroma de su miedo, pero no huele a nada más que al jefe ya, se la han llevado Aleera, me va a matar.

- Tranquilo joven – es ella -. Estará bien.

Me levanto temblorosa y abro la puerta.

- Aquí estoy – suelto el arma al verlos -. Yo no sé qué...

- Ahí estás humana tonta – el beta me abraza -. Me tenías preocupado, tu apestoso miedo atrajo a todos a la casa, pero afortunadamente pudimos hacernos cargo de ellos.

- Estaba escondida – me suelta -. Aleera me dijo del arma y escuche ruido en el techo, soy humana, soy débil, jamás podría con ellos.

- ¡Naomi!

¡Es él!

Se abre la puerta y entra a paso veloz, acercándose a mí, me abraza restregándome fuerte contra su cuerpo, me asfixia, es demasiado grande.

- Vine en cuanto me llamaste Benjamín, pero estaba demasiado lejos – dice mirando al chico -. Gracias por proteger a todos.

- No hubo muertes, más que de los rebeldes – contesta -. Aleera supo instruirla bien para esconderse.

- Llevas mi ropa – dice al soltarme -. Eres muy lista.

Salen de la habitación y nos dejan solos. No sé qué hacer, como actuar, que decir. Quisiera decirle que sí, que lo extrañe, pero otra parte de mí me dice que no puedo seguir con esto, yo tengo un ideal, un ritmo de vida que ha cambiado en menos de quince días.

- Lamento irme sin decir nada – estaba, ¿nervioso?

- No tienes que disculparte – contesto rápido alejándome de él.

- ¿Te alejas de mí? Has tomado tu decisión – su mirada cambió de inmediato a una triste -. Entiendo...

Me aflige, mi pecho duele demasiado al verlo así. Soy una simple humana, no debería sentir esto que siento.

- No es eso – lo tomo del hombro -, es solo que es extraño, te fuiste sin decir nada y yo, te extrañé mucho – ay mi boca -. En verdad te extrañe.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora