Especial (parte 2)

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Alisa

Despierto con dolor en el cuello y la cabeza me va a explotar. Pero un aroma tan varonil llega a mis fosas nasales y un calor delicioso me envuelve completamente. No quiero abrir los ojos, me siento cómoda a pesar de lo ya mencionado.

- Buenas noches preciosa – esa voz que conozco a la perfección llega a mis oídos -. Espero estés a gusto en mi cama.

Siento su aliento en mi cuello y deja un beso húmedo. Mi cuerpo se tensa de inmediato.

Me levanto a prisa, me giro y veo a Benjamín con una estúpida sonrisa en el rostro,

- ¡Qué carajos!

- Shh, todos duermen a esta hora, no deberías estar alterada.

- Pero que

- Tú te quedaste aquí, no te obligué a nada – la risa en sus labios, su voz serena -. Yo mencioné que iba a dormir un rato.

Se coloca boca arriba en la cama y no puedo evitar ver su abdomen perfectamente marcado y esos enormes brazos.

Me he de ver como una completa estúpida, porque mi boca está abierta y su mirada está clavada en mí.

- Puedes seguir tocando con confianza – menciona -. No me molesta en lo más mínimo.

- ¿Qué te hace pensar que quiero tocarte?

Se levanta y se acerca peligrosamente a mí.

- Un hilo de baba corre por un costado de tu boca – susurra cerca de mí -. Ahora si me disculpas - se baja los pantalones frente a mí y alzo la vista al cielo -, voy a ducharme, ¿me acompañas?

- Eres asqueroso.

- Yo no te estoy mirando, ni se me sale la baba – deja un beso en mi mejilla y pasa por un lado.

Me giro y cubro mi rostro de inmediato al notar que no lleva prenda alguna.

Estática, hasta que escucho el correr del agua y miro la puerta abierta.

El reloj al lado de su cama indica que son las cuatro de la madrugada. Por algo tanto silencio.

Mis pies se mueven por si solos, directo al baño donde el vapor comienza a salir. Muerdo mi labio inferior, con la esperanza de detenerme, pero no, mi cuerpo parece no obedecer.

- No muerdo – su mano me jala directo al agua, estampándome contra las baldosas -. No niegues lo que tu cuerpo quiere Ali

Arrebata mis labios en un beso dulce, que va aumentando de intensidad. Nos separamos por la falta de aire.

- Yo no he dicho que

- Huelo tu excitación – mis manos sobre su pecho que se mueve agitado -. Soy lobo, ¿lo olvidas?

- No, pero

- Shh.

Se apodera una vez más de mis labios y me rindo. Enredo mis brazos alrededor de su cuello, siguiendo el ritmo.

Baja por mi barbilla mientras el agua de la enorme regadera nos empapa, pero su cuerpo es más ardiente. Atrapa mi seno izquierdo en su mano al momento que deja una mordida leve en mi cuello, haciéndome soltar un gemido.

Mi raciocinio ha fallado hoy, estoy perdida y no tengo voluntad para soltarme. Beber vino no me ha dejado nada bueno.

Abro los ojos al escuchar un gemido lejano, lo empujo para que me suelte, pero me aprisiona más contra la pared.

- Solo son Alfa y Luna – susurra aun pegado a mi cuello -. Déjalos ser.

¡Esos dos cogen diario!

Benjamín

Esta chica va a volverme loca.

Quiero poseerla de todas las maneras posibles, pero se resiste a mí, se resiste a mostrar sus sentimientos. Y sé que pronto encontraré el modo de que acepte que gusta de mí.

Los besos fogosos en la regadera no escalaron a más, solo nuestras manos recorriendo nuestra piel y ya. Hasta que se hizo consciente y se alejó, dejando un camino de agua a su paso.

Han pasado dos días desde el suceso y no me ha dirigido la palabra. Evita estar cerca de mí o en los lugares que regularmente habito.

Sebastián y Naomi han salido a dar una vuelta con la manada. La luna está en lo alto brillando intensa y yo regreso antes para toparme sola a mi pareja destinada.

Después de ducharme, bajo a la biblioteca, donde sé que estará metida leyendo algún libro, esperando que regrese su amiga para pegársele como chicle. Creo que al alfa ha comenzado a molestarle eso las últimas semanas.

Abro la puerta sigiloso, no quiero que note que la estoy observando. Pero me sorprendo ante lo que mis ojos ven.

Tiene un pentagrama dibujado en el suelo de madera (Sebastián podría matarla por eso), velas encendidas en cada punto y sale humo de una especie de caldero o cuenco, su cuerpo no me deja divisarlo bien. Está recitando algo en latín, eso es algo que me encanta, que sea poliglota.

Cierro la puerta, mientras ella sigue dándome la espalda y entonces el humo comienza a aumentar, de blanco comienza a ser gris y luego rojo intenso, demasiado intenso, demasiado humo y me doy cuenta de la mala pronunciación de sus últimas palabras.

Silencio total.

- ¡Mierda!

- Sí, mierda – me cruzo de brazos -. La última frase la dijiste mal y si Belcebú aparece te perseguirá.

- ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?!

- Estoy observando como invocas demonios – se sonroja y se gira para darme la espalda otra vez.

No lleva nada de maquillaje, por lo que su rubor es notorio el día de hoy. Su pijama a rayas gris con negro que le llega debajo de las rodillas y va descalza.

- Debes tocar antes de entrar.

- Estoy en mi hogar, no veo porqué hacerlo – me acerco a paso lento.

Se gira para verme y noto que su cabello está en su rostro. Se ve tan hermosa, tan indefensa y es tan pequeña.

- No importa, es por educación – no se mueve de su lugar -. Ahora vete, estoy practicando algo.

- ¿Ah sí? ¿Qué?

- Un hechizo.

Quedo frente a ella y voy a entrar al pentagrama cuando me avienta con sus manos para impedirlo. No sé si fue causa de la magia que me ha lanzado hasta la puerta con fuerza.

- L-lo lamento - se acerca corriendo -. No fue mi intención.

- ¿Cómo hiciste eso?

No sé en qué momento pasó, sus ojos me vieron diferente y me besó, un beso que recibí gustoso.

No sé cuánto tiempo ha pasado mientras nos devoramos la boca en la biblioteca y Sebastián me enlaza mentalmente para alertarme de lo que está sucediendo ahora mismo.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora