21 Herida

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Doy toquecitos en la puerta, pero no obtengo respuesta. Logro escuchar un débil sollozo y abro, no tiene el seguro puesto.

Sale demasiado vapor y me adentro, notando la regadera abierta y la tina desbordando de agua.

- Pequeña – habla Seth -. ¿Estás aquí?

El sollozo vuelve a escucharse.

- Naomi – digo -. Dónde

Está hecha un ovillo en un rincón de la ducha. Camino hasta ella y el agua quema mi piel.

- ¿Qué ha pasado?

Sus ojos desorbitados están demasiado rojos e hinchados.

- No sabía a donde más ir – dice llorando -. No tenía donde más esconderme.

Voy a abrazarla pero se aleja, está demasiado asustada.

- Soy yo, Sebastián y Seth mi amor – su llanto comienza a ser más fuerte -. ¿Qué te han hecho?

- No pude ver su rostro – suelta a llorar.

- No voy a hacerte daño – voltea y su mirada sigue perdida -. Ven conmigo.

En la piel descubierta de sus brazos logro ver arañazos, y otros más como cortadas más profundas.

- ¿Quién te hizo esto? – Seth arde de furia dentro de mí, quiere liberarse, pero no se lo permito, debo saber que sucede con ella primero -. Dime, lo haré pagar.

Sigue llorando, no me presta atención. Su cabello tiene hojas y pequeñas ramas, su ropa está completamente rota y manchada. Huelo tierra, sangre y matalobos.

- Naomi – la toco en el hombro con suavidad y comienza a gritar -. ¿Qué sucede pequeña?

Trato de calmarla, comienza a arañar su rostro y a tirar manotazos para alejarme.

Me enlazo con Benjamín para que traiga a su amiga, que no tardan en entrar en la habitación. La chica entra al baño y cierra la llave, se acerca a nosotros y comienza a hablarle a su amiga.

Si soy su pareja, debería calmar su ansia y desespero, mi aroma debería ser suficiente para calmarla y sacarla del trance.

- Algo no está bien – indico poniéndome de pie -. Debemos hacer algo.

Mi desesperación va en aumento.

- Déjame hacer algo – indica Alisa -, salgan, trataré de calmarla, manden a Aleera con sopa caliente por favor.

Asiento y salimos del baño, le damos su espacio, no quiero agobiarla más de lo que ya está.

- Alfa – interrumpe Ben mis pensamientos -. Los chicos de la frontera dicen que la escucharon corriendo cuando entró, pero que no dejo que se le acercaran, venía casi desnuda y escurriendo sangre – lo miro sorprendido -. Que la siguieron a una distancia prudente hasta que estuvo cerca de la casa, y se fueron a sus lugares.

¡Mierda!

Seth tan impaciente en mi mente, quiere matar a alguien ahora mismo. Pero no puedo cederle el control, no ahora.

- Gracias, diles que traten de identificar aromas alrededor de la manada – camino un poco -. Debieron seguirla o dejarla por algún lugar cerca. Ella es despistada, no pudo llegar sola.

Asiente y se marcha. Veo a Aleera que sube con una charola con un poco de sopa y té. Le indico que entre cuando otro fuerte grito proviene de la habitación. Sin pensarlo, vuelvo a entran.

- Pequeña – corro al baño de nuevo, pero su amiga señala con una mano que me detenga.

- Nom – la llama -. Cariño, Sebastián, tu pareja está aquí. Ven con él

El modo en el que la llama, hace que mi pareja se calme, que sus sollozos se hagan calmos.

Y entonces analizo lo que ha pasado los últimos dos meses, como cambiaron nuestras vidas, como se rompieron vínculos que tenían toda una vida y como se forjaron otros. Cuando creí morir en vida y no lo hice. Ahora, me siento muerto en vida, encontrando a mi pareja y no pudiendo hacer nada por ella.

Se enfoca en mí, abre enorme sus ojos y veo como se mueven sus fosas nasales y noto su tabique desviado. No puede olfatearme, tiene la nariz rota, por eso la sangre. Abre un poco su boca intentando pronunciar alguna palabra pero no puede.

Aleera la ayuda a ponerse de pie y en entonces que reparo en los múltiples golpes en su pequeño y delgado cuerpo, la ropa hecha añicos. La chica coloca una toalla alrededor de ella y casi cae al piso al flaquearle las piernas y no soporto más; la tomo entre mis brazos y se hecha a llorar. Abrazandome fuerte por el cuello con sus brazos.

La levanto y la llevo hacia la cama. Su amiga se encarga de sacar ropa de donde puede y entre los dos comenzamos a cambiarla como podemos, pero no tolera que nadie más que yo la toque.

- Hey, nena, ¿qué te han hecho?

No obtengo respuesta alguna, solo llanto que se va transformando en sollozo y después un profundo suspiro, que me obliga a bajar la vista, notando sus manos descansando en mi pecho, igual que su mejilla.

- Creo que se durmió – inquiere la pelinegra -. Debemos dejarla descansar, quizá mañana pueda decir lo que paso.

- No creo – Seth se adelanta -. Ella está intranquila, su corazón está aterrado, intranquilo y late errático.

- Si tus ojos son negros, eres Seth – indica y solo asiento con la cabeza.

Me regresa el control cuando mi amigo entra en la habitación. Aleera dejó la bandeja y salió mientras cambiábamos a mi pareja de ropa.

- Alisa – la llama -. Sé que no me quieres cerca, pero hay algo que debo decirle al alfa

- Adelante – se hace a un lado tan pacíficamente que me sorprende.

A la mañana siguiente, no sé qué duele más; mi cuello por la posición o mi brazo por la presión de su cabeza toda la noche. No me muevo, le costó tanto dormir que no quería interrumpir ahora su sueño que, acompañado de pesadillas me hicieron saber un poco de lo que le hicieron los desgraciados que la tenía.

Enlazo a Aleera para que prepare un té relajante, sopa de pollo y algún postre que le guste.

Siento su cuerpo tensarse, su corazón acelerarse y sé que otro ataque se avecina.

Abre los ojos como platos y me mira sorprendida, de inmediato se humedecen y comienza a llorar. La aprieto contra mi pecho y comienzo a llamarla para que se calme.

- Naomi, mi Luna, tranquila - susurré -. Te quiero conmigo.

- Fue horrible – habla por fin -. No soy digna de ti – suelta a llorar de nuevo.

- No hay nadie más que tú para mí – la estrecho más hacia mí -. Jamás te dejaré irte de nuevo de mi lado, así nos quedemos en esta recamara por siempre

Sus ojos azules me miran, rojos, hinchados y aún perdidos por tanto llorar.

- Debemos hacer que te revisen la nariz hermosa – menciono -. El sangrado se detuvo, pero

- Naomi – Alisa entra sin tocar a la recamara -. ¡Nena!

Se acerca a la cama y se sienta para después tumbarse sobre ella.

- Invades su espacio – indico al notar a mi pareja tensarse demasiado -. Está incomoda.

- Cállate idiota.

- Pobre de mí beta si no te rechaza – pongo los ojos en blanco -. Eres un dolor en el culo.

Voy a levantarme pero Naomi me jala de la camisa, así que dejo de moverme.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora