35 Sentencia

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El hombre, herido tal y como estaba Sebastián días anteriores por el acónito, no deja de mirarme, su sonrisa lasciva me incomoda, así que miro en otra dirección. Ríe fuerte y el hombre más joven le asesta un golpe en la mejilla que lo hace quejarse de dolor.

- Respeta desgraciado – dice molesto -. ¡Cometiste crímenes atroces y te atreves a mirarla!

Sé que mi pareja se contiene para no hacer más, siento la rabia, la ira, incluso su sed de venganza, las ganas por arrancarle la cabeza él mismo.

- Has recibido todo lo que has hecho – de nuevo, el mayor habla -. Solo falta que el alfa King diga cómo será tu fin.

- Naomi – sus ojos verdes se clavan en mí -. Tú debes decidir el fin, fuiste la más afectada – se forma un nudo en mi garganta -. Necesito que estés calmada, no le des el placer de verte mal.

Lo miro de reojo y después a mi pareja una vez más.

- Puedes escoger, o dejarme escoger a mí – Zaya está furiosa en mi cabeza -. Sabes que puedes darme el control cuando quieras, yo voy a protegerte.

- ¡Son unos idiotas!

La fuerte risotada que suelta me aterra, me bloqueo completamente. En verdad es difícil verlo después de lo que me hizo. Y es que no es fácil, no se lo deseo a nadie.

- ¡Eres un sínico!

El joven vuelve a golpearlo, pero Ted no deja de reír, está desquiciado.

- Matarme no regresará a nadie – no entiendo cómo puede seguir hablando -. Y aunque muera, jamás podrás olvidarme preciosa.

Sus ojos ensangrentados no dejan de escudriñarme, no puedo apartar la vista de él, hasta que veo cómo sale su cabeza rodando por el piso y la sangre correr. Me percato de que Sebastián está a su lado, respirando agitado.

- ¡Se acabó la sentencia!

Grita y todos lo miran, el pelaje brota por sus brazos, está transformándose, pero esta vez es diferente; su cuerpo se ve más grande que antes, sus orejas se ven enormes y puntiagudas, su pelaje plateado resalta demasiado con la luz del sol, su hocico crece y sus piernas se alargan, sus brazos se hacen anchos y queda erguido en dos patas.

- Es un licántropo – el alfa Jackson se inca en una rodilla, hace una reverencia -. Mis respetos hacia el alfa de alfas, Sebastián King.

Todos alrededor comienzan a hacer lo mismo, ofreciendo reverencia ante mi pareja destinada. Extiende su mano hacia mí y la tomo, me pega a su cuerpo y lanza un aullido que resuena en todo el bosque, supongo que en todos sus alrededores.

- Nadie más volverá a hacerte daño – se enlaza mentalmente conmigo.

Todos comienzan a transformarse y más lobos comienzan a llegar.

- Es hora Naomi – Zaya está entusiasmada -, déjame salir.

Miro a mi amiga en el auto, está paralizada; pero sé que no le harán daño.

Me pierdo en mi mente, dándole el control a Zaya, que de un salto se transforma, sin dolor, sin tardanza. Y me sorprendo de ver que soy más grande también, quedando en dos patas como mi pareja.

Vuelve a abrazarme y vuelve a aullar y esta vez, todos aullamos a la par con él, marcando el comienzo de una nueva era para los lobos.

Al volver a casa, es tarde. Hicimos una corrida con todos los lobos por el bosque. Algo grandioso, puesto que jamás creí que presenciaría un acto así en toda mi vida.

Benjamín lleva a Alisa en brazos hasta su recamara, cayó muerta cuando volvimos al río. Había sido cargada por su pareja en forma de lobo.

- Creo que mañana estará de mal humor – menciono mientras subimos las escaleras.

- Yo la controlo – gira al llegar arriba -. Yo me encargaré de hacerla feliz.

- Lo sé – sonreímos.

- Ben, necesito que revises a Luna – Sebastián y su enorme boca -. Su aroma ha cambiado y

- Alfa, si pudo transformarse, no creo que haya cachorros, sabes que no puede haber transformación si hay cachorros de por medio.

Dato interesante que debo anotar.

- Te lo dije amor

- Amor – me toma de la cintura -. Suena lindo.

Nos despedimos y vamos a nuestra recamara.

A la mañana siguiente, Sebastián sigue recostado a mi lado. Aprovecho para levantarme y salir a caminar un poco.

- ¿Qué haces tan temprano fuera de la cama?

- No podía dormir – mi amiga me mira y noto el llanto en sus ojos -. No se

- Shh, vamos a caminar, todos duermen – la tomo de la mano y bajamos las escaleras -. Están agotados por la carrera diurna.

Vamos caminando por el sendero y el lugar me es conocido.

- Es por aquí – digo y vamos caminando entre enormes raíces en el suelo -. Ven.

- ¿Qué estás buscando?

- A mi hermano – me mira sorprendida.

Hace casi cinco meses que llegué aquí y jamás he visto su tumba o sus cenizas, a pesar de que sigue presente en mi mente, quiero hablar con lo que queda de él. Noah no merecía morir así, pero el destino tenía otros planes.

Después de unos minutos de caminar, llegamos al recinto donde vi su cuerpo por última vez. El cielo está nublado y amenaza con llover como aquel día.

- Aquí lo vi por última vez – menciono -. Después conocí a Seth.

- Nom, lo lamento tanto – toca mi hombro con su mano -. Se lo unidos que eran.

Abro la puerta y todo está vacío. Huele a polvo y hay hasta algunas telarañas.

- Creo que lo limpiaron para él y no se ha vuelto a usar.

- Los lobos no mueren seguido querida.

Y ahí, sobre una mesa en un rincón hay una urna negra, con un zafiro azul en la parte superior en forma de ovalo.

Lo tomo con cuidado y noto su nombre grabado con la fecha.

- Esta aquí – siento las lágrimas quemar mis ojos -. Después de tanto

Me permito llorar una vez más, sabiendo que Alisa está conmigo y no me dejará derrumbarme como hace un mes.

Afuera cae un torrencial y ese aroma a menta y canela llega a mí.

- Pequeña – giro a la puerta y está ahí parado, todo empapado.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora