18 Raro

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La voz del alfa nos interrumpe de repente.

- ¿Qué sucede?

Le explico la situación de la ropa y desaparece por el pasillo con su beta.

- Abre la maldita puerta Alisa - digo en tono molesto -, eres peor que una niña pequeña.

La abre y me jala hacia adentro, vuelve a cerrar y coloca el seguro.

- ¿Qué mierda te pasa?

- Tu familia desciende de lobos – suelta sin más, a lo que suelto una carcajada que seguro todos escucharon -. Cállate idiota – recrimina -. Yo tampoco lo creí, pero las pruebas de ADN y el historial familiar que tienes son extendidos.

- Es imposible Alisa – sacudo la cabeza -. Te estás volviendo loca con tantas investigaciones.

- No, es verdad – se sienta frente a mí -. Naomi, piénsalo bien; la súper fuerza de tu hermano en las peleas, mencionaste la última pelea, fue contra un lobo, ellos tienen fuerza a lo bestia, en el buen sentido. Naomi, tienes sangre de lobo corriendo por tus venas.

- ¿Es lo que leíste anoche?

- Sí – se cruza de brazos -. Me dejaste aquí sola y desperté en una habitación demasiado ordenada, así que fui a darme una ducha y una vez dentro, este sujeto entró y se llevó mi ropa – reí -. Dejó la asquerosidad que llevo puesta, porque mi ropa la llevó a la lavandería. Entonces encontré la carpeta de nuevo y leí más. Recolectó cabellos tuyos, tomó del cadáver de tu hermano y analizó.

Todo lo que ella dice suena tan extraño, pero a la vez no, después de todo hay cosas que no encajan en su lugar y otras más que no son tan descabelladas.

- No es mal sujeto y no es justo que lo trates así – me pongo seria -. No merece que le hagas esto.

- Soy humana, se cómo funcionan ellos – me mira extraño -. Tuviste sexo...

- Siempre que estoy con Sebastián lo tenemos – mi expresión no cambia -. Es normal desde hace poco más de un mes – sacudo la cabeza -. Ese no es el punto, deja que Benjamín se acerque a ti Alisa.

- Te ha marcado – me mira juzgando -. Eres una de ellos – se levanta y da vueltas alrededor mío -. Te has dejado manipular por ellos.

- Si según tú y Ben tengo sangre de lobo, eso explica por qué puedo oler a Sebastián, que me reconforte y eso explica por qué están en mis pensamientos y mi corazón.

- Espera, más despacio – se detiene -. ¿Los escuchas en tu mente?

- No sé cómo explicarlo – la tomo de las mano -. Será otro tema interesante para tu tesis, ahora vamos Aleera cocina delicioso y muero de hambre.

- Está bien.

A regañadientes la saco de la biblioteca y vamos al enorme comedor, donde cuatro sitios están listos para servir.

- Mi Luna – saluda la mujer -. Has vuelto.

Me abraza y respondo gustosa. Es tan cálida, que no quiero apartarme de ella.

- Te eché de menos.

- Todos aquí la extrañamos – me mira -. Menos esa mujer que ya se marchó.

- Aleera – me acerco susurrando -. Necesito curar mi cuello.

- ¿La han lastimado? – me mira asustada.

- N-no, solo...

- El alfa la marcó ya, ¿no es así? – sonríe -. Su saliva es suficiente para curarla Luna.

Pasé mi mano y noté que ya no estaba abultada, no recuerdo haber leído acerca de esto en ningún lado. La mujer se acerca y le hecha un vistazo, me mira sonriente y me abraza.

Mi amiga ha estado demasiado callada, no sé qué esté planeando, ideando y trabajando en esa mente extraña que tiene.

- Alisa – me giro una vez la mujer me suelta -. Ella es la señora Aleera, una excelente cocinera y quien me ha consentido desde que llegué aquí.

Se saludan, se presentan y nos sentamos para esperar a los hombres, que después de unos minutos aparecen serios.

- Lamento la tardanza – Sebastián se acerca y deja un beso en mi cabeza -. Tenemos algunos asuntos pendientes con la manada.

- La reunión de alfas – dice mi amiga -. Esa estupidez, ¿no?

Sebastián la mira sorprendido.

- Es algo grosera a veces cariño – le digo acariciando su mano -. Ignórala, a veces es lo mejor.

- Claro, ya te acoplaste a este mundo como si nada – me mira y esboza una sonrisa un tanto maliciosa.

- Aquí hay ropa oscura – se dispone por fin a hablar Benjamín -. En poco tiempo tu ropa quedará lista y

Groseramente, Alisa la toma y se levanta de la mesa para desaparecer a cambiarse, supongo.

- Naomi

- Dale tiempo Ben, todo le fascina, créeme – respondo -. Le apasiona su carrera, pero creo que jamás pensó que de verdad podría encontrar hombres lobo o cosas paranormales. Además, está sola como yo en el mundo.

- Ya no estás sola – Sebastián toma mi mano y deja un beso -. Ya tienes una manada.

Mi amiga aparece y se sienta con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro. Definitivamente, el negro le va de maravilla.

El resto de la mañana transcurrió sin problema alguno, mientras espero el momento que mi pareja regrese y poder aclarar el asunto de mis padres.

Si fuese alguien normal, probablemente lo odiaría y no hubiese vuelto con él, pero simplemente no puedo y no quiero estar alejada de él.

Salí a caminar por los alrededores. El hecho de que estemos en medio del bosque, me da paz y tranquilidad, y había dejado una nota avisando a donde iría.

Me puse a pensar en lo que mi amiga me dijo y, si es verdad que sangre de lobo corre por mis venas, ya debería tener mi lobo, o mis sentidos más desarrollados. La idea era descabellada, pero es otro tema para investigar, el problema; ya teníamos recolección de todo lo habido por lobos y no explica algo como esto. Mis padres eran humano, o al menos eso, nos hicieron creer a mi hermano y a mí.

Mi estómago comenzó a rugir, así que me dispuse a sacar la manzana que llevaba en mi pequeño morral. El río estaba algo retirado aún y la frontera estaba vigilada.

El silencio que hay en el lugar me hace alertar. Me pongo de pie y emprendo el regreso a la casa de manada. Una rama suena cerca y miro en todas direcciones.

- Sebastián, ¿eres tú?

No hay respuesta.

Un ruido se escucha más cerca y cuando giro, solo veo una mano en puño directo en mi rostro.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora