29 Diferente a los demás

39 11 0
                                    

Y entonces, para aumentar el calor que sentía en la piel, su orden me obligo a acelerar el proceso, quebrando mis huesos una vez más, sintiendo el bello brotar de cada poro de mi piel. Y mis gritos se hacen más fuertes, el dolor se expande irrefrenable hasta que llega de la punta de mis dedos de los pies, hasta mi coronilla.

El grito pasa a ser tan agudo hasta que se convierte en aullido. Y ceso todo sonido y movimiento.

Abro los ojos, enfocando a mi pareja frente a mí, con una sonrisa que refleja preocupación.

Siento mis patas sobre la tierra al ponerme de pie y es, extraño.

- Zaya – hablo -, ¿estás bien?

- Lo estamos – contesta -. Ahora prepárate para correr a mi lado desde ahora Naomi, disfruta de nuestra libertad.

Ver a través de nuestros ojos de lobo es extraño, todo es más nítido; así que me preparo para ceder el control.

- Vamos – la voz de Sebastián me reconforta.

Zaya

Ser libre de nuevo es algo que no me esperaba, puesto que desde que Naomi nació sellaron nuestro poder, nuestra sangre de licántropo.

Saber que perdimos a nuestra familia fue algo doloroso, quería reconfortarla para que no se sintiera sola, pero no pude. Aun así nunca se rindió, ni con la muerte de Noah.

A pesar de todo, y gracias a la chismosa curiosa de Alisa, que logró romper ese estúpido conjuro que me impedía emerger; logré salir y comunicarme con mi portadora.

Ahora lo difícil será acostumbrarme a este cuerpo peludo y que ella se familiarice con él.

Sebastián se transforma a mi lado, liberando al enorme lobo que es Seth.

Menos mal ya no nos sentimos pequeñas a su lado, tenemos buen tamaño y nuestras gruesas patas darán mucho que hablar.

- Una carrera al rio – me enlazo con Seth y hecho a correr -. Alcánzame viejo.

- ¡Zaya!

Siento sus pasos tan cerca de mí, pero no tanto como para colocarse a mi lado.

La libertad, el aire cortándose en mi pelaje, estiro todos mis músculos al correr, permitiéndome disfrutar de esa sensación fresca y la adrenalina está disparada en mi sangre corriendo colina arriba.

- ¿Zaya?

- Relájate Naomi, estamos bien – me detengo en seco a la orilla de una colina -. Están con nosotros ya.

Aúllo estirando mi cuello, con mi hocico en lo alto, la luna está enorme y resplandece tan naranja y redonda. Escucho a lo lejos y tan cerca los aullidos de los demás miembros de la manada y a mi pareja destinada a mi espalda, sintiéndome satisfecha, contenta, en paz.

- Eres lento – giro mi cabeza para ver a mi acompañante -. Ya estás algo viejo.

- Cinco siglos se dicen fácil, ¿eh? – se coloca a mi lado -. Pero, algo podremos hacer.

Se sienta en sus patas traseras y me hecho a su lado.

- Eres un lobo muy distintivo – tira una pequeña mordida en mi oreja -. Todos te mirarían a esta altura Zaya.

- ¿Qué tengo de especial?

- Los lobos blancos no son comunes, debes saberlo – Sebastián me habla asombrado -. Y si alguien ajeno a la manada te viese, pensaría algo más de ti, no podemos dejar que alguien más te vea, hasta saber que quiere Ted.

- Somos libres ahora – me levanto y froto mi mejilla en su cuello -. Tú nos cuidarás.

- Siempre.

Nos quedamos un rato echados uno al lado del otro, sincronizando nuestros corazones a la par.

Se levanta de pronto sacándome de mi trance al ver la luna.

- Todos vuelven a sus casas – se levanta sacudiendo su pelaje gris -. Debemos volver.

- Pero

- Zaya, es mucho para mí en una noche – Naomi habla en mi cabeza.

- De acuerdo – pongo los ojos en blanco -. El último en llegar dormirá en el porche de la casa de manada.

No termino la frase cuando voy corriendo velozmente colina abajo. Pero no pasa mucho cuando Seth se me pone a la par.

- ¿Quién es viejo ahora?

- Tú.

Sonreímos en nuestras mentes al dejar a los chicos atrás, pero en el último tramo antes de llegar de un gran salto se adelanta casi diez metros, dejándome como una perdedora en mi primera carrera.

Naomi

Mis huesos se comienzan a hacer pequeños de nuevo, de un modo menos doloroso que convertirme en un peludo de cuatro patas.

Llego a las escaleras y tomo la sudadera que está perfectamente doblada ahí y los boxers de Sebastián.

- Eres lenta – me abraza por la cintura -. Así que como soy un buen alfa, dejaré que duermas a mi lado para no morir congelada aquí afuera.

- Que considerado – digo en tono seco -. Yo no aposté nada.

- Zaya sí, por lo tanto – me gira y deja un pico en mis labios -. Ella dormiría afuera, pero no – me pega hacia él -. Calentarás mi cama esta noche.

Me rodea los hombros con su brazo y entramos a la casa de manada.

- ¡Vaya! Apesta a perro mojado – Alisa nos recibe de brazos cruzados -. Pero bueno

- Te tolero por ser la pareja de Benjamín, pero créeme que acabas con mi paciencia – Sebastián mira al techo -. ¡Ya no te soporto!

Río viéndolos pelear, en verdad es gratificante que mi pareja tenga nuevo pasatiempo, aparte de hacerme feliz y cuidar de la manada.

- Dejen de discutir y vamos a bañarnos ahora – jalo a mi pareja del brazo y lo llevo escaleras arriba.

- ¡No rompan nada par de asquerosos!

- Coge con Ben para que dejes de quejarte – me giro para verla a mitad del camino -. Puede que te quite el mal humor.

- Ja-ja muy graciosa – me muestra su dedo medio.

- Diviértete.

Llegamos a la recamara y voy directo al baño y comienzo a llenar la tina, el vapor sale de inmediato y me miro en el espejo, comienzo a quitar mi ropa esperando encontrar moretones, rasguños o algo más, pero no; solo la marca que me hizo mi pareja con anterioridad.

- No encontrarás nada – lo miro parado tras de mí -. Nuestra piel es resistente, a menos que sean heridas muy profundas, o directo a matar, como las marcas de pareja.

- ¿Una marca puede matarte?

- Si me rechazas ahora, probablemente ambos muramos al romper el vínculo que hemos forzado – abro la boca -. Ni se te ocurra – susurra en mi oído.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora