23 Olvida todo

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En verdad su aroma me reconforta en demasía, me gusta mucho estar a su lado y todo lo que ambos me brindan, no hay una sola parte de él que no me guste; desde esos bellos ojos verde olivo, hasta su cabello que luce desenfadado y rizado cuando lo lleva suelto, esos tatuajes que lo hacen ver rudo y su piel clara que me incita a probar todo de él. Esa seguridad que me da, que me hace olvidar quien soy.

- Yo, realmente no sé de dónde vengo Seth – hablo tranquila -. Según Ben, tengo sangre de lobo corriendo en mis venas, que por algo mi hermano venció a uno de ustedes – sacudo levemente la cabeza -. No puedo creer una locura así, es decir, sé que siempre he tenido sueños extraños y que no soy una chica normal

- Nunca lo serás – suelta una risita que suena sincera -. Y siempre serás mía.

- Siempre – su mano sube por mi espalda y toca la marca, noto su mirada sobre mí y me alejo un poco -. Pero es algo que debo investigar, jamás me preocupé por mi historia familiar y eso es algo que debo indagar a profundidad.

- Naomi – su voz cambia drásticamente –, pequeña

- Sebastián – su agarre en mi cintura es fuerte.

- Perdóname por no estar ahí – su voz suena afligida -. Te abandoné cuando me necesitabas y no pude encontrarte de inmediato, perdóname por no llegar a tiempo.

Lo vuelvo a abrazar recargando mi cabeza sobre la suya, las lágrimas se avecinan y un fuerte dolor en mi pecho se hace presente y crece incesante.

- No pude defenderme, fui torpe y no pude evitar que me llevaran – su mano se suaviza y acaricia mi espalda, mientras la otra desciende de mi marca hacia mi cintura -. Pero esa voz, jamás olvidaría su voz – se aleja para mirarme dudoso -. Ted, me hablaba al oído me decía que iba a matarme y después te mataría a ti.

- ¿Te toco?

- No sé si fue él – sacudo la cabeza -. Pero estaba presente junto a otros dos sujetos, sé que eran dos por la cantidad de manos. Había una mujer – por fin puedo hablar -. No sé quién era, pero el resonar de unos tacones y una risa tan malvada era lo que me hacía saber que era mujer, algo tiene con Ted, porque se burlaban cada que hablaban de ti.

- ¿Nora?

- Podría ser – menciono limpiando las lágrimas que me traicionan -. Pero no es seguro, todo el tiempo tuve los ojos vendados.

- ¿Qué te hicieron?

- No me hagas mencionarlo, solo debes entender que me siento sucia, no quiero que me toques ahora y

- Nada – me mira de un modo que no puedo descifrar, pero mi pecho se siente caliente -. Eres mía y no importa nada.

Su mano se posa en mi nuca jalándome hacia él, encajando sus labios a la perfección con los míos, suelto un suspiro al sentir sus manos tomándome de la cadera, recorriendo mi trasero llegando a mis muslos para abrirlos después, haciéndome quedar a horcajadas sobre él.

Quiero sentirlo de nuevo, pero el dolor en mi entrepierna no me deja, aún es demasiado doloroso.

Rompo el beso para mirarlo a los ojos, negando con la cabeza por algo que no puedo tener ahora. No quiero desilusionarlo.

- No nos rechaces – acaricia suavemente mi mejilla, sin soltar su agarre en mi espalda con la otra mano -. Está bien si no lo quieres, pero déjame ver el daño, recuerda que mi saliva puede ayudarte.

Solo pensar en ese hecho, un fuego pasional se instaló debajo de mi ombligo. Su deseo recorre mis venas, me invade su sentir y quiero ceder, pero solo pensar lo que me hicieron me hace retroceder.

- Pequeña – sus ojos son negros -, dime que necesitas y te lo daré.

- Mátalos – suelto segura -. Quiero que los mates.

- Tus deseos son ordenes Luna.

Vuelve a poseer mi boca vehemente, alterando mis sentidos. Viaja por mi cuello, dejando húmedos besos hasta rasgar la camisa que llevaba puesta apoderándose de uno de mis pezones, mordiéndolo de un modo suave entre sus dientes, lamiendo y jugando para cambiarse al otro atendiéndolo de igual manera.

Suelto un gemido leve en modo de respuesta y me mira. Han vuelto esos olivos que me hipnotizan.

- ¿Eso es un sí?, a que podemos continuar - asiento con la cabeza y se levanta conmigo encima para después recostarme en la cama con suma delicadeza –. Quiero llenarte de besos, déjame hacerte el amor una vez más.

Sus palabras elevan mi calor corporal, y a veces es difícil saber quién es más romántico; Seth o Sebastián, ambos pelean por mí, ambos son posesivos, ambos son ardientes y buenos amantes, saben que soy de ambos.

Pasa sus labios por toda la piel descubierta que encuentra, se centra en mi ombligo, comenzando a descender cuando la puerta se abre.

- ¡Lárgate mocosa impertinente!

Su voz resuena en toda la habitación, mientras intento jalar una sábana para cubrirme.

- No vengo contigo alfa idiota – Alisa tan bella -. Es hora de que mi amiga coma algo.

- No lo vuelvo a repetir – noto sus ojos que brillan de humedad, está en enlace mental -. Mi amada Luna, espérame aquí, iré a deshacerme de las molestias de toda la casa.

- Seth – hablo -, relájate, no hagas nada – sonrío un poco al jalarlo del brazo.

- Para coger, se pone el seguro idiota – menciona cruzada de brazos -. Así nadie interrumpe.

- ¡Las puestas se tocan estúpida!

- Dejen de pelear – hablo más fuerte -. Alisa, dame unos minutos para que entres con la bandeja, ¿sí?

- Te doy una hora entera si gustas – me dedica una sonrisa y después una mirada de total desagrado a mi pareja -. Trátala bien idiota, está sensible aún.

Le para el dedo de en medio y sale de la recamara dando un portazo. Sebastián va y coloca llave, para no ser interrumpidos. Pero, ahora mismo ya no quiero nada, en verdad me siento demasiado incómoda para entregarme a él después de

- ¿En qué estábamos?

Se acerca decisivo, sus ojos lanzan todo el deseo que siente hacia mí. Me aferro a la sabana que cubre mi magullado cuerpo y cambia drásticamente su estado de humor.

- Perdóname si te forcé – Sebastián sale a flote -. No quiero que me odies a mí también, Seth ha tenido el control de mi cuerpo un tiempo.

- Hoy es la corrida de la manada – cambio el tema -. Debes ir con ello.

- No – niega con la cabeza hincándose frente a mí -. Benjamín se encargará de eso.

- Debes recargar energía – toco su barbilla -. No podrás cuidarme si te debilitas.

- Olvida todo – deja un beso en mi frente y se levanta -. Prometo que volveré – se acerca a la puerta -. Cierren con llave, sabes dónde está el arma y hay frascos de acónito escondidos en el armario también – sale.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora