28 Un problema menos

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Despierto por el frío que recorre mi cuerpo entero. Pero no estoy donde me quedé dormida, estoy en el bosque, cerca del río y temo lo peor. Me levanto y llamo a Zaya, para que me acompañe, pero no responde. Estoy desnuda, el viento sopla fuerte y la brisa del cielo cae como rocío.

Comienzo a caminar, intentando llegar a la casa de manada pero un enorme lobo negro, con ojos rojos como la sangre me impide el paso. Tan imponente y destructivo que no puedo moverme.

- Seth – comienzo a gritar -. Zaya... Sebastián...

Pero ninguno acude a mi llamado.

Se lanza sobre mí, mordiendo directo a mi yugular.

El aroma a sangre inunda mis fosas nasales y escucho el agua correr en el baño.

- Han vuelto – menciono -. Son ellos.

- Si, pero no quería despertarte – mi loba habla -. Debes descansar ahora Naomi, ellos no van a ningún lado.

- Tuve un sueño.

- Lo sé, lo tuve también. Pero es tu ansiedad solamente al recordar lo vivido, solo debes calmarte.

- Zaya, algo se aproxima – me aferro a las sabanas -. Temo por la manada, Ted está planeando algo grande y no sé por qué razón.

- Pues, solo puedo aconsejarte que te unas a tu amiga en las investigaciones en la biblioteca – carraspea -. Ya vienen...

Se abre la puerta del baño y una ola de vapor sale, el aroma a sangre sigue latente que me aterra que esté herido.

- No es de ellos – mi loba habla de nuevo -. Seth está dormido, después de desahogarse cedió el control por completo a Sebastián.

Se acerca a la cama y me besa en la frente. Se sienta a mi lado sin decir nada.

- Seb...

- Ya no te harán más daño – me interrumpe -. Solo te pido que no, no nos temas tú también...

- Yo no te temo – me acerco y acaricio su mejilla -. Temí por ti, ese sujeto me hizo tanto daño que...

- Lo se – sus verdes ojos me miran impasibles -. Y matarlos no los hará pagar por el daño, pero al menos algo salió de todo esto.

- Es Nora – Zaya habla en mi mente -. Esa maldita perra estuvo ahí.

- Nora – sale de mis labios -. Fue ella, ¿verdad?

- No entiendo que hice mal, eramos tan buenos amigos.

- Ella no soportó que encontraras a tu pareja Sebastián, que me encontraras a mí, te quería para ti.

- Zaya.

- No, soy Naomi – hablo y sonrío -. Soy celosa por naturaleza, posesiva y todo lo que quieras. Pero, esa mujer era mala, siempre lo fue, pero nunca lo viste con claridad por esa falsa amistad que construyó a tu alrededor.

- Y Ted, él...

- Lo sé, él planea algo mayor – tomo su mano -. Ahora descansa que tu manada te necesita fuerte y calmado para dirigirlos.

Se recuesta sobre mi pecho y acaricio sus ondas doradas.

- Zaya querrá salir, será dolorosa la primera transformación pequeña.

- No lo sé, en ese momento sé que estarás para mí.

- Debo hablar con otros alfas, contarles lo de...

- Shh, duerme ahora.

Arrullé a mi pareja un tiempo más, sintiendo los latidos de su corazón apaciguarse poco a poco, hasta que su respirar ralentizó, hasta que se hizo profundo.

Miro al techo y Zaya suspira, está calmada también.

- Zaya, ¿qué debo hacer?

- Dormir, descansar como lo hace nuestra pareja ahora.

La luna llena está aquí, no sé cómo me vaya. Tengo miedo ante el dolor que se avecina, a pesar de haber hecho ejercicio desde siempre, romper todos mis huesos es algo doloroso.

Todos salen a correr hoy, a pesar de que no quería hacerlo, tengo que, mi loba lo necesita.

- ¿Estás lista?

Asiento torpemente colocándome la enorme sudadera y los pantalones cortos que me prestó mi pareja. Hace demasiado frío el día de hoy y el cielo está totalmente despejado de nubes.

- Mi cuerpo se congela – Alisa me mira desde la entrada principal a la casa de manada -. Te deseo suerte y trataré de tener lista la infusión para cuando regreses. Aleera y Benjamín me han traído las hierbas necesarias para todo.

Asiento en su dirección y comienzo a bajar las escaleras, temblorosa. Zaya está emocionada en mi cabeza y el corazón de mi pareja está acelerado de emoción.

La manada me recibe inclinando sus cabezas ante mí, para después mostrar el cuello ante su alfa, que desprende un aura que los mantiene al margen.

- Esta noche, la luna nos regalara a la líder de esta manada – comienza a hablar -. Un ser de respeto, amor y confianza, pero sobre todo una maravillosa líder – alza los brazos -. Corran libres, tomen la energía de esta noche y recárguense para la guerra que se avecina, una guerra que ganaremos con certeza.

Todos se ponen de pie y comienza a correr hacia el frente desperdigándose entre los árboles, en grupos, en parejas, solos.

- Mi Luna – extiende su mano hacia mí -. Vamos juntos.

Al tomar su mano, dirijo una última mirada a la casa de manada, para verla cerrada. Ben se acerca y se pierde entre los arboles al frente.

Un calor abrazador me invade, el sudor surca mi frente y todo se vuelve un bochorno. Siento que me ahogo y dejo de caminar.

- No te detengas – me mira mi pareja -. Aún no llegamos al claro.

- N-no p-puedo...

Y un dolor que me hace retorcer recorre mi columna entera.

- Naomi, lo lamento, la luna está en su punto más alto y no puedo detenerlo - Zaya comienza a estirarse dentro de mí -. Sédeme el control, sentirás menos, por favor.

- Zaya, no la fuerces...

- No soy yo – la dejo salir.

Pero, es imposible; la piel comienza a picar y rasguño con mis uñas, deseo que pare el ardor. No quiero que avance. Mi cuello, mis mejillas, todo comienza a incendiarse y sé que ha comenzado. Mi espalda se dobla por la mitad hacia atrás, mis codos, mis brazos, mis rodillas, todas mis coyunturas dan paso a ese terrible dolor, mientras mis huesos se van fracturando uno a uno. Grito internamente, mientras me retuerzo en el piso, pero nada más cambia.

- Zaya, hazlo ahora – Sebastián se escucha asustado -. Estás provocando mucho dolor, no lo retrases más.

- ¡No soy yo!

Y no puedo, mi pelaje no brota, solo el dolor de mis huesos quebrándose resuena en mi mente, mis gritos.

- ¡Obliga el cambio Sebastián!

¿Obligar? Mi mente está confundida.

Parece nada, pero llevar más de una hora envuelta en dolor, no es lindo, no cuando tus huesos se parten y se unen una y otra, y otra vez.

Sebastián se acerca y me toma de las mejillas. Duda, no sé qué planean.

- Naomi – suelta su aura -. Te ordeno que te transforme ahora.

¿Me acaba de dar una orden?

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora