10 El rio

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Han pasado casi dos meses desde que llegué aquí. Me han puesto a correr y a hacer resistencia, me han estado preparando para el combate humano lobo, para poder defenderme de todos cuando haya alguna circunstancia y no haya quien me cuide.

Sebastián desaparece por la mañana y hay ocasiones que no lo veo hasta el anochecer, tiene asuntos para atender es un alfa después de todo y no tiene tanto tiempo disponible para cuidar de una humana débil como yo.

Existen dos tipos de gente aquí, los que me han aceptado y me llaman Luna y los que no; que se confabulan con Nora para hacer mi vida imposible. La ventaja es que son más los que están de mi lado que de esa horrible mujer de sentimientos.

-Te has acoplado y tus movimientos son rápidos – Johan, el guerrero y mejor defensor me ha instruido bien -. ¿Segura que no eres loba? Tienes suficiente fuerza para derrumbar a un lobezno.

- ¡Oye!

Reímos.

Me di cuenta de que si soy realmente fuerte, no sé de donde lo saqué. Sí, mi hermano tenía demasiada fuerza y a mi mente viene lo que dijo Sebastián cuando llegué; "Noah, pudo derrotar a un lobo".

Volví pronto a casa, la noche estaba asomándose y hoy es luna llena. Tomo una ducha y al salir, Aleera me ha dejado una bandeja con la cena. Hay una nota y un alcatraz blanco a un lado de esta:

"Te veré a las 10 en el porche, ponte ropa cómoda para correr conmigo...

Sebastián"

No podía negar que me emociona demasiado la idea de salir con él y con Seth, que mejor que acoplarme a su estado de lobo siendo una simple humana.

Me siento bastante bien a su lado, es muy detallista conmigo y dejarme amar por él, es el sueño que cualquier chica enamorada querría.

- Creo que estoy lista para dejarme marcar por él – me digo a mi misma mientras muerdo una tostada -. Nadie me buscaría en mi vida normal...

Comienzo a leer un libro después de cenar. Y me atrevo a tomar una pequeña siesta, coloco la alarma y cierro los ojos para descansar un poco.

Despierto por el sonido insistente de la alarma, me levanto y me pongo mis zapatillas para correr.

Un fuerte aullido me sobresalta, hago dos trenzas en mi cabello desde arriba y me atrevo a salir.

El cielo está despejado y la luna está saliendo. Bajo a prisa las escaleras con la charola para llevarla a la cocina. Abro la puerta principal y ahí está ese hombre que me vuelve loca.

- Hola Alfa – digo sonriendo -. Espero no haberte hecho esperar mucho.

- Hola – se acerca y me rodea con sus fuertes brazos.

Lleva solo un pantalón deportivo y su cabello lo lleva suelto. Su blanca sonrisa me hace babear, hoy no lleva sus collares, solo los aretes.

¿Todo esto me devoro por las noches?

Ay mi yo interno y su sarcasmo, me hacen morder mi labio inferior.

- Hoy son pocos los nuevos y los de la luna anterior estarán un poco más calmados, así que no debes preocuparte.

- Estas conmigo – lo miro coqueta -. No creo que haya problemas.

- Iremos al río – entrelaza sus dedos con los míos -. Ahí estaremos solos un tiempo.

- ¿No se supone que debamos estar con todos para que puedan controlarse?

- Si, pero tengo primero una sorpresa – me hace caminar a paso rápido.

Aún queda un tramo para llegar al río, son cerca de treinta minutos a mi ritmo.

- Seth está emocionado está noche – me suelta y comienza a quitarse los pantalones -. Así que no te asustes, hablamos un poco y prometió no hacer nada indebido.

Me hago hacia atrás cuando veo que comienza a cambiar, dando la llegada de un enorme lobo plateado y emocionado que mueve la cola como un pequeño cachorro feliz.

- Hola Seth – se acerca y golpea mi pecho con su hocico -. Quizá si fuera lobo, podría escucharte en mi cabeza –sonrío triste -. Deberás conformarte con mi presencia y que caminaré contigo.

Vuelve a golpearme y se hecha a mi lado, creo que indica que quiere que me suba a su lomo. Lo hago y me aferro de su cuello, tratando de no jalar su pelaje. Se levanta y comienza a correr demasiado rápido.

Sé que son demasiado veloces en este estado, no hay quien se compare en la velocidad que toman una vez comienzan a correr.

Cuando menos pienso ya hemos llegado al río, donde me atacó Nora la primera vez. Ella sabía quién era yo para Sebastián y aun así se atrevió a actuar en mi contra.

Él dice que son ideas mías que ella siente algo por él, pero no puedo sacarlo de mi cabeza; como lo mira, como le habla, como lo trata y como se molesta cuando nos ve juntos.

Solo espero que encuentre a su pareja lo más pronto, ya no quiero tener que verla así y que haga sus desprecios cada que tiene oportunidad.

Se hecha y puedo bajarme. Se convierte en humano y camina hasta un árbol, me giro.

- No sé qué te avergüenza si todo esto ya lo conoces y es completamente tuyo – susurra en mi oído -. Y todo lo que hay aquí – sus manos recorren mi cintura -, es mío y puedo adorarlo con ropa o sin ella.

Mis bellos se erizan cuando muerde el lóbulo de mi oreja y suelto un suspiro.

- Estoy en... - me apena terminar la frase.

- Si, hueles más delicioso aún – sonríe y besa mi mejilla -. Eres más apetitosa, por suerte aún no llevas a mis cachorros.

- ¿De qué hablas?

- Mis bebés.

- Yo no puedo, es imposible.

- Eres fértil y soy un hombre – su sonrisa me da un poco de miedo -. Puedes llevar a mis cachorros sin problema, el embarazo dura un poco más de la mitad que de un humano.

- Mi cuerpo no soportaría eso – estoy apenada.

- Eres mujer, nacen humanos, claro que puedes – me abraza -. Pero no indagues en eso, aunque puede servir para tu tesis – sonríe -. No te traje aquí para eso.

Su beso en la punta de mi nariz me hace estremecer.

- ¿Qué ibas a mostrarme?

- Te dije que es una sorpresa.

- Pero hoy solo corre la manada.

- Si, pero yo tengo otra sorpresa para ti.

En la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora