El inicio de la profecía

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Por fin había llegado a su vida un momento de total paz con su familia. Ver a Moroha grande y estar acompañado por Kagome le daba bastante calma.

No odiaba a Sesshoumaru por haberlo encerrado en la perla negra por tantos años, aceptaba que se había molestado con él, pero ahora entendía un poco mejor la situación y no lo odiaba... su hermano también había sufrido y había realizado una gran hazaña por mantener a toda la estirpe INU viva.

Sentía un jolgorio indecible al ver a sus sobrinas, a los hijos de Sango y Miroku, a Kohaku y a sus conocidos en aquella incrédula paz, por la cual, lucharon por tantos años.

– Papá, ¿vas a enseñarme a pelear con la espada?– preguntaba una animada Moroha.

– Por supuesto, pero no será tan fácil– respondió altanero Inuyasha.

Ambos hanyou sacaron sus espadas. El mayor le explicó algunas técnicas a la joven y luego empezaron a practicar. Ninguno de los dos se rendía e Inuyasha tuvo que aceptar, que su hija había heredado esa férrea terquedad de no rendirse.

Kagome miraba atenta pero decidió detener a sus dos amados, sino lo hacía, seguirían así hasta que el hambre los aplacara.

– ¡Inuyasha¡– escuchó la voz de Kagome llamarlo– ¡ Inuyasha!

– ¡ Voy¡– respondió.

– ¡ Inuyasha¡, ¡ Inuyasha¡

– Te escuché Kagome, ya voy– respondió tranquilamente.

– ¡ Inuyasha¡, ¡ Inuyasha¡– escuchaba nuevamente que lo llamaban, pero esta vez, la voz de Kagome sonaba un poco distorsionada.

– ¿ Kagome?, ¿ qué pasa?– preguntó mirando a su alrededor, notando que todo se desdibujaba.

– ¡ Inuyasha¡, ¡ Inuyasha¡– este llamado era diferente, la voz era más gruesa y notaba un dejo de desesperación. Todo se había vuelto negro y su cuerpo le pesaba a horrores. Sin embargo, junto al llamado, escuchaba también el sonido de unas cadenas y cuando tuvo la energía para abrir sus orbes, notó a los demonios mensajeros del otro mundo siendo abatidos por colmillo sagrado.

– ¿ Qué... sucede?– preguntó con su voz ronca, aún sin energía. No entendía nada, pero podía sentir que era sujetado por alguien y cuando movió su nariz, pudo percibir a su hermano mayor. Aquel olor fue como un polo a tierra, pues sus sentidos comenzaban a despertar nuevamente.

– Necesito que reacciones rápido– mencionó el demonio mientras sacudía un poco a Inuyasha.

El hanyou espabiló ante el reclamo y comenzó a atar cabos. Miró su cuerpo y una gran mancha de sangre estaba situada en su pecho, miró la espada de su hermano y se sorprendió de que colmillo sagrado comenzara a desvanecerse. Se alarmó y de inmediato sacó a colmillo de acero quien también se estaba desintegrando.

Cuando reflexionó porqué estaba herido y porqué Sesshoumaru lo había revivido, todo llegó a su mente de una forma escalofriante. Estaban combatiendo contra Naraku y luego de que atacara a sus amigos con una nube de veneno, aprovechó que estaba distraído para clavarle un tentáculo en todo el corazón, supuso que ese fue el momento en que su hermano mayor utilizó a colmillo sagrado.

– No es momento de vacilar, Naraku está casi destruido.

– Mis... mis amigos– mencionó mientras se levantaba con dificultad.

– Luego nos ocuparemos de eso, la prioridad es terminar de una vez con ese bastardo– expresó Sesshoumaru con odio.

El hanyou sintió el peligro en las palabras de su hermano y supo que de no hacerle caso, él también sufriría las consecuencias de ese enojo. Se incorporó y notó que Naraku estaba vuelto pedazos e intentaba regenerarse.

El unificadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora