El unificador

Guerra segunda parte

Nota: Hola a todos y todas, espero que estén muy bien.  Se preguntarán porqué actualicé tan rápido y es que estoy corriendo en mi trabajo porque voy de vacaciones, por eso, creo que no tendré capítulo hasta casi finales de junio. Así que aquí está por adelantado.

Espero que les guste la trama y el giro que empezará a dar esta historia. Como lo prometí antes, dejaré unas hermosas imágenes que me ayudaron a inspirarme en el cap.

Mil y mil gracias por sus comentarios, enserio que me motivan mucho a escribir.  Sin más, a leer¡¡

– Amo, informan algunas fuentes que el clan del Este viene de una dinastía exterior donde su fuerte son las artes demoniacas.

– Mmm... eso dice mucho y a la vez nada– gruñó Inuyasha.

– Concuerdo con Inuyasha, lo mejor es estar preparados ante cualquier opción– habló el rey bestia– Jaken, ¿qué ha respondido Totosai?

– Está por arribar.

– Bien, la prioridad son las armaduras de Inuyasha e Inutaisho, si queda tiempo, para mí y los líderes de los pelotones.

– Si amo bonito.

– ¿ Al fin cediste a llevarnos?– consultó el hanyou

– Aún lo estoy contemplando, pero si los llevo, se quedarán por fuera de la batalla, solo como respaldo si algo acontece– mencionó con firmeza Sesshoumaru.

– Creo que está bien– calmó Inutaisho ya que observaba que su padre haría una rabieta, así que se adelantó.

– Tsk... bien...

Tal como dijo Jaken, el herrero llegó a los pocos minutos y fue acompañado al palacio. Se dispuso todo cuánto pidió para simular una forja y empezar con el trabajo de las armaduras que protegerían a Inuyasha e Inutaisho.

Para Sesshoumaru esta era la prioridad, la guerra no le asustaba ni perder tierras, porque con su poder y capacidad, podría retomarlas fácilmente. Sin embargo, otra cosa era mantener protegida a su familia que sabía que sería el blanco principal de toda la lucha.

Dos días fueron necesarios para tener las armaduras. Había sido un gran reto para Totosai; lo primero, el límite de tiempo y lo segundo, el diseñar con metal y otros minerales, las extrañas armaduras.

Cuando ambos se las midieron, sintieron el peso y como esto contrarrestaba sus habilidades y movilidad, no obstante, tenían que admitir que la protección  a sus cuerpos era inigualable.

– Deberán portarlas en todo momento– explicó el lord.

– ¿Y tú?, ¿ no llevarás?– preguntó Inuyasha.

– No.

– ¿ Por qué?– indagó molesto.

– Porque no hay tiempo– soltó el mayor– ya ha empezado la guerra. El Este comenzó a moverse.

Inuyasha se sorprendió y mordió los labios ante la preocupación. No imaginaba que el Este atacara tan pronto. Era un atentado poco organizado y acelerado y eso traía consecuencias nefastas en una batalla... pero por alguna razón, se sentía ansioso y con un mal presentimiento.

El hanyou nunca fue mucho de analizar las cosas, solo se tiraba a luchar sin considerar los pormenores, empero, desde que había traído al mundo a su hijo, ya no pudo continuar con esa flexibilidad.

Ahora debía pensar más allá, porque debía protegerlo y en consecuencia, debía considerar todas las aristas, como ahora. Tal vez todo eso había llevado a que desarrollara un instinto más protector y un poco paranoico.