La profecía se ejecuta segunda parte

966 82 78
                                        

Giró hacia el palacio cuando Inutaisho, Jaken y Ah-Un se perdieron en el horizonte. Le asignó a su sirviente estarle informando sobre la odisea que comenzaría su vástago.

Él tampoco debía bajar la guardia, debía seguir gobernando de manera equilibrada el Norte, Este y Oeste y, bajo la conquista de su hijo, esperaba que también el Sur. Quería dejar unas tierras unidas, o por lo menos, en ese proceso para que Inutaisho las liderara.

No es que pensara en alejarse y dejarle todo a su primogénito, lo apoyaría a que fuese aprendiendo el arte de gobernar y de la política... pero quería entregar su tiempo a Inuyasha. Quería tener tiempo a solas con su omega, consolidar su relación y por muchos días, permanecer entre las sábanas y no salir de ellas.

El ver crecer a Inutaisho, también instaló otro deseo en su corazón y es que quería otro cachorro, pero esta vez, criarlo al lado de su hanyou. Era una pretensión que debía concertar con Inuyasha, y de ser posible, ser gobernante no le daría tiempo para entregarse a su nuevo hijo al ciento por ciento.

***

¿Qué me falta, Inuyasha?, dímelo y lo arreglaré.

No eres tú el del problema, soy yo– comentó el hanyou mientras apartaba de forma cautelosa al hombre.

Sé sincero conmigo.

Lo soy, Satoshi... mira, has hecho mucho por Inutaisho y por mí, te lo agradezco pero no quiero que esa correspondencia sea solo por gratitud. Tal vez fue así al inicio y creí que funcionaría pero... yo... yo... no puedo olvidar a esa persona– soltó.

¿A la madre de Inutaisho?– preguntó el hombre.

¿Eh?... si... a la madre de Inutaisho– mencionó un tanto cohibido. Solamente Miyuki sabía que él era la " madre" de Inutaisho.

¿No crees que es justo dejarla ir?, mereces ser feliz Inuyasha y yo puedo darte esa felicidad.

No es que no pueda, es que no quiero– dijo agresivamente– no puedo olvidarme de esa persona porque aún tengo muchas cuentas que saldar... no creo que lo entiendas.

Tienes razón, no lo entiendo, pero no quiero molestarte siendo insistente. Solo recuerda que estoy aquí para ayudarte– comentó el hombre para luego darle un beso en la mejilla y marcharse.

El híbrido observó como el humano se marchaba, sabía que lo había lastimado enormemente pero lo lastimaría aún más si avivaba su esperanza. Satoshi era un hombre sincero, atento, detallista, humilde y no podía negar que apuesto. Tenía ciertas similitudes físicas con Sesshoumaru y tal vez eso lo había atraído.

Pero aún no olvidaba a su tonto hermano y no podía fingir que otra persona ocupara su lugar.

Maldito seas Sesshoumaru, eres como un fantasma que me asusta y no me deja avanzar.

***

Se deslizó por el tronco del árbol y se sentó en las raíces. Cerró sus ojos y respiró hondamente intentando controlar su yoki. Habían recuerdos de Inuyasha que enturbiaban sus emociones con los enfermizos celos... esas remembranzas eran parte del pasado de su omega, pero observarlos no dejaba de ser neurálgico.

Pensar que su hermano pudo rehacer su vida sin él, le formaba un nudo en las entrañas, pero al saber que no se había ido por ese camino, hacía que su corazón palpitara.

Necesitaba mirar a Inuyasha a los ojos, olerlo, besarlo, tocarlo, entrar en su cuerpo y recordarle que era su alfa y que lo sería hasta que sus cuerpos fuesen ceniza. Pero dependía de la travesía de su hijo y de la destrucción de Naraku.

El unificadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora