Autorización

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Seishu juraba que moriría de aburrimiento. Desde que Chifuyu había sido encadenado como castigo, sus días se habían vuelto muy monótonos.

Suspiró poniéndose de pie para encaminar a las almas que se habían desviado. Miró a su alrededor, la ausencia del espíritu de la compasión se podía notar en la disminución de almas que llegaban al jardín buscando una reencarnación. Ya no estaba quien se encargaba de darles una segunda oportunidad a las almas de los humanos que se arrepentían de sus actos en vida.

Seishu se dirigió a completar una tanda más de reencarnación a la fuente bajo el gran árbol. Una vez terminada su labor se centro en la imagen que se formaba de Hajime, quien parecía llevar una vida agradable junto a la hermosa chica que era su novia. Los momentos más felices de Seishu era cuando el humano reía. Eso le hacía sentir bien, pues sabía que en su vida todo marchaba de maravillas.

La imagen se vio difuminada por las ondas que provocó la caída de una de sus plumas a la fuente.

—¿Qué?—.

Seishu escondió sus alas de inmediato alejándose de la fuente, sintiendo terror al ver un par de plumas más a su alrededor. No era bueno que aquello estuviese sucediendo.

 No era bueno que aquello estuviese sucediendo

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Manjiro suspiró profundamente. Frente suyo tenía a dos espíritus que se habían enamorado de humanos. Y lo sabía perfectamente por la pérdida de sus plumas.

—¿Qué haré con ustedes?— preguntó viendo a Chifuyu, quien había sido liberado por fin de sus cadenas, y a Seishu que se mantenía aferrado a sus plumas como si su vida dependiera de ello.

—Sabes cuál es la respuesta— dijo Ken rascando su nuca—. No tienes otra opción a no ser que quieras perder a ambos.

Manjiro exhaló otra vez dejándose caer en su asiento. Chifuyu se veía realmente mal, en el sentido en que durante su castigo había perdido una parte preocupante de su plumaje, y eso se reflejaba en su cuerpo en general. Se veía más delgado y su piel se veía más pálida de lo habitual. El espíritu estaba muriendo lentamente. Y Seishu seguiría el mismo camino.

La atención del Gran Espíritu se posó sobre los gemelos por un instante. Se preguntó porqué ellos nunca habían llegado a ese punto, pero recordó que de quienes se habían enamorado no eran humanos como tal, sino que espíritus corrompidos. Luego su mirada pasó a Takashi. El espíritu del consuelo había demostrado tener especial preocupación por cierto humano en particular, así que tenía a otro posible candidato a una muerte lenta como la que estaba sufriendo Chifuyu y Seishu.

—Si vuelven al mundo terrenal, podrían morir... Pero si los sigo manteniendo aquí, también lo harán— dijo masajeando una de sus sienes—. No tengo más opción que dejarlos ir, pero con la condición de que deberán ser más cuidadosos con su presencia entre los humanos. Aún no sé quién está detrás de los ataques hacia ustedes, y cuál es su verdadero motivo.

Chifuyu se levantó casi de un salto con la intención de abrazar a Manjiro cómo muestra de gratitud por haberlo liberado y además permitirle realizar más visitas al plano físico, pero su cuerpo se encontraba tan débil que terminó arrodillado frente al Líder.

Seishu hizo una gran reverencia ante el Gran Espíritu, dándole las gracias por su autorización. Aunque le aclaró que una visita le bastaba para poder sanarse por completo, pues debía asegurarse por si mismo que Hajime era completamente feliz junto a su novia.

 Aunque le aclaró que una visita le bastaba para poder sanarse por completo, pues debía asegurarse por si mismo que Hajime era completamente feliz junto a su novia

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Seishu inhaló el aire contaminado de la ciudad. Si bien no captó aroma alguno, la sensación de picazón e incomodidad en su nariz le bastó para saber que era un sitio horrible para vivir.

Se dirigió a paso seguro hasta el apartamento de Hajime y luego de pensarlo un par de veces, tocó la puerta con seguridad. Quiso regresar al plano espiritual cuando no recibió respuesta alguna a sus insistentes golpes, así que se giró sobre sus pasos y emprendió camino de regreso al arco. Pero la voz de Kokonoi detuvo su andar.

—¿Akane?— preguntó el pelinegro confundido.

Seishu se volteó y pudo ver el cambio de expresión de Hajime.

—Pensé que no estabas en casa— dijo nervioso a medida que el pelinegro se acercaba a gran velocidad hasta él.

Los labios de Hajime capturaron los del rubio en un beso hambriento. Seishu pudo identificar una gran alegría proveniente del humano, pues su esencia feliz se desbordaba a borbotones. Se separaron por la falta de aire, manteniendo sus frentes juntas mientras no apartaban la mirada del otro.

—Creí que no volvería a verte así— susurró Hajime buscando su mano para entrelazar sus dedos.

Seishu pudo identificar aquellas acciones como las que Hajime realizaba con su novia. Lo apartó bruscamente diciéndole que aquello estaba mal dándole el argumento de la infidelidad a la chica. Hajime abrió sus ojos al máximo por la sorpresa. Tuvo que prácticamente obligar al espíritu a seguirle al interior de su apartamento para discutir la situación.

—¡Vas a romper el corazón de esa chica!— reclamó el espíritu dejando ver sus alas una vez que estuvo dentro del apartamento—. ¡Eso está muy mal!

Hajime trató de dialogar con él, pero Seishu seguía recriminándole su actuar. Intentó un par de veces más antes de perder por completo la paciencia.

—Oye, detente— dijo Hajime agarrándolo de la muñeca para que parara de dar vueltas y vueltas por la sala mientras seguía reclamando—. No puedo procesar bien la información de lo que acaba de suceder aquí.

El rubio identificó en la esencia del humano gran confusión. Al parecer Hajime si estaba teniendo problemas con la presencia de Seishu frente a él por lo que decidió preguntarle el motivo del porqué estaba así de confundido.

—Siempre pensé que Akane eras tú. Y que su forma de actuar diferente se debía a que tal vez el cambio de forma también modificaba tu personalidad— dijo sujetando el rostro del ángel entre sus manos—. Dime que no estoy soñando otra vez con tu verdadera apariencia.

Seishu pudo saber que Hajime no mentía debido a que no expelía el desagradable olor de las mentiras; una esencia tan amarga, que si entraba por sus fosas nasales, podría jurar que se irritaba por sólo respirarlo.

—Eres muy inteligente para muchas cosas en este mundo. Pero también eres muy estúpido— dijo entre risitas.

Hajime lo calló con otro beso desesperado.

Feathers [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora