Los gemelos entraron al gran salón a paso apresurado. Estaban retrasados y todo por culpa del sujeto del antro.
—¿Seguro estás bien?— preguntó el chico de cabellos naranja mirando la herida en la espalda de su hermano.
—Sí. Incluso ya está cicatrizando— comentó sin cambiar su expresión neutra—. Si la bala hubiera estado más tiempo dentro, habría sido peor.
Abrieron la puerta que les llevaría a la sala de reuniones donde los demás aguardaban. Estaba casi la mayoría de las sillas ocupadas a excepción de cuatro puestos. Los gemelos se sentaron en su lugar en completo silencio mientras los demás los observaban, dejando así dos sillas vacías.
—Ya estamos todos... Quiero informes— dijo un sujeto a la cabeza de la larga mesa de color blanco—. ¿Alguna pista?
Todos negaron con su cabeza sin levantar la mirada. Se formó un silencio incómodo entre los presentes y por breve instante todos vieron a los dos puestos vacíos.
—Primero fue Takashi— dijo el hombre de pie—. Ahora no tenemos a Seishu. No solamente están haciendo desaparecer a espíritus menores, sino que ahora van por altos mandos.
Uno de los gemelos golpeó la mesa con molestia creando más tensión en el ambiente. Él ya había dado su solución a los problemas recientes a los que se enfrentaban debido a que los humanos estaban descubriendo nuevamente su existencia, pero su idea había sido rechazada por ser demasiado extremista. Sin embargo, que otro de ellos desapareciera volvía a hacer que pusiera sobre la palestra su idea.
—No podemos hacer eso ¡Va contra nuestros principios!— gruñó el sujeto que parecía ser el líder de los presentes—. Sobre eso... Chifuyu ¿Algo que decir sobre tus tres plumas faltantes?
El aludido agachó la cabeza. Pensó que el líder no se daría cuenta de que había roto las reglas al entregar unas cuantas plumas de las suyas para salvar la vida del gato negro. Era sabido entre ellos que no podían interferir en el destino de los seres vivos, incluso si eso implicara verlos morir frente a sus ojos.
Los espíritus de alto rango como ellos erróneamente eran llamados ángeles por los seres humanos debido a sus prominentes alas blancas y a sus habilidades sobrenaturales que eran diferentes en cada espíritu, aunque todos compartían el don de poder transformarse para que su presencia en el plano físico pasara desapercibida.
Los espíritus de menor rango por lo general adoptaban la forma de animales que custodiaban templos, bosques o lugares donde la naturaleza aún no había sido dañada por los seres humanos. Pero a medida que el territorio de las personas se hacía paso, los espíritus menores iban desapareciendo pues al no haber sitio que proteger, no podían permanecer ni en el plano físico ni el espiritual.
Lo que compartían los rangos era que las armas creadas por los humanos podían causarles mucho daño, incluso matarlos, pues al ser creadas con una mala intención, el material con las que eran fabricadas absorbía esa energía "maldita". Las heridas de un arma, ya fuese de fuego o cortopunzante, eran uno de los pocos motivos por los cuales un espíritu de alto podía morir. Otra razón por la que podían dejar de existir era quedarse sin sus preciadas plumas. Éstas eran el mayor tesoro de un espíritu de alto rango o "ángeles", ya que sus poderes curativos podían sanar cualquier herida y si se entregaban las suficientes, incluso podía regresar a la vida a alguien, pero a costa de la propia vida del espíritu.
La atención de todos se dirigió al chico que entró al salón a tropezones. Los gemelos se pusieron de pie y le ayudaron a llegar a su asiento. Seishu había aparecido.
—Lamento...el retraso— murmuró apoyando su rostro en la mesa.
El líder avanzó hasta el rubio para ver el motivo del porqué se encontraba en tal deplorable estado. Le pidió ocultar sus alas para revisar su espalda. Todos vieron horrorizados las marcas que el disparo de la escopeta había dejado en su piel, pero lo peor era como una zona cercana a su columna estaba oscurecida, como si estuviera pudriéndose. El líder apretó la piel entre sus dedos hasta que pudo sacar el último perdigón. Seishu exhaló aliviado por fin.
—Bueno, ahora nuestra preocupación sólo queda en Takashi— dijo el líder jugando con la pequeña pieza de metal entre sus dedos—. Él aún sigue con vida, pero su marca se mantiene débil.
El hombre miró en su antebrazo unas especies de tatuajes en donde uno destacaba debido a su coloración tenue. Chifuyu inconscientemente llevó la mano a su nuca donde su propia marca estaba. Si una se marcaba débil en el líder quería decir que estaba al borde de la muerte.
—Sigan con la búsqueda, y traten de no involucrarse con los humanos más allá de su trabajo— dijo el líder cubriéndose con una túnica blanca agitando sus alas.
—Sí, señor Sano— respondieron todos con una leve reverencia a excepción de Seishu quien aún se encontraba recuperando de su herida.
El líder movió una de sus propias alas hacia el frente para poder sacar una de sus preciadas plumas colocándola sobre la piel lastimada de Seishu. En unos cuantos segundos y luego de un fuerte resplandor ya no quedaba rastro de la herida.
—No era necesario, señor— dijo avergonzado sin ser capaz de mirarlo a los ojos.
—Mis plumas están destinadas para ustedes— dijo el hombre ordenando sus mechones de cabellos—. Tu primer encuentro con los humanos no fue lo que esperabas ¿Verdad?
El espíritu sacudió su cabeza llevando una de sus manos a donde había lastimado antes. Él siempre había permanecido en el plano espiritual guiando a las almas de los seres que morían y buscaban el camino hacia una nueva vida, en un ciclo infinito. Luego de la desaparición de Takashi, el espíritu del consuelo, Seishu al igual que la mayoría tuvo que dejar atrás su trabajo principal para encontrar al "ángel" perdido.
—Los humanos están muy corrompidos— comentó con voz triste—. Pero aún quedan almas amables entre tantas podridas.
—No te fíes de ellos— dijo con una pequeña sonrisa—. Estando en el plano físico, el alma de los humanos no es la misma que cuando llegan aquí.
—Lo sé— dijo poniéndose de pie. Hizo una gran reverencia ante el líder, agradeciéndole el sacrificio que había hecho por él para que se recuperara pronto. Prometió dar lo mejor de sí para poder encontrar al espíritu perdido.
Al salir del gran salón se encontró con Chifuyu, quien le esperaba para poder regresar al plano físico. El chico pelinegro le contó que había conocido a un humano muy interesante y que éste le había mostrado un sitio muy genial con comida realmente deliciosa. Seishu rió diciendo que esperaba en algún momento poder conocer ese sitio, pero que por el momento estaba fuera del territorio que se le había asignado.
—Puedes poner como pretexto ir a visitar al humano ese que te ayudó— dijo el pelinegro mirándole de reojo con una sonrisa traviesa—. No quise comentarlo pero apestas a humano.
Seishu rodó los ojos empujándolo por el arco que dividía los dos planos.
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Feathers [Tokyo Revengers]
FanficLa sociedad ha ido en decadencia a medida que el tiempo avanza. Ya no hay esperanza. Escrituras antiguas hablan de seres que pueden devolver la humanidad perdida, pero todos creen que sólo son cuentos. Pero el revoloteo entre las malezas podría ser...