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La importancia de un punto.

     En 1945, me encontraba mirando las hermosas calles de Inglaterra, las cuales estaban impregnadas de inmensos deseos, millones de ambiciones y grandes reportajes de lo que es el mundo después de pasar por una guerra. Luego de tan espantoso suceso, no pensé encontrar un motivo por el cual querer aferrarme a la vida. Todavía anhelo entender como terminé enamorada de un ser, que solo escribía cartas a un cadáver.

     Era una tarde de otoño, acompañada de una brisa reconfortante y un sol espléndido que daba luz a un hermoso paisaje. Pequeños pasos sin huella que dejaba la joven Charlotte Williams en las calles de Inglaterra, una mujer que gozaba de gran belleza y una personalidad un tanto "peculiar"; unos hermosos ojos marrones que acompañaban su blanca piel, los cuales, hacían contraste con su hermoso cabello castaño.

     La joven Charlotte gozaba de unos días magníficos, aunque, un poco estresantes en la librería y editorial "Alba", donde empezó a trabajar después de su cumpleaños número 19. Esta chica era una aficionada a los libros, amaba leer y adentrarse en el mundo de la imaginación, esto, le permitía disfrutar su trabajo.


     Eran hermosos los atardeceres que se podían ver desde la librería, la cual, estaba llena de jóvenes aficionados, grandes filósofos y próximos escritores. Había una gran variedad de personas en este lugar, Charlotte debía lidiar con distintas personalidades y formas de pensar; aparte de tener que recibir malos tratos de algunos individuos, los cuales ella catalogaba como "pedantes". Es un lugar con un ambiente heterogéneo, que muchas veces trae consigo una persona descortés y egocéntrica, con las cuales es muy difícil lidiar.

    Fue la soleada tarde del 23 de septiembre la que volvió más interesante la vida de Charlotte. Ella se encontraba trabajando en la Librería como es de costumbre, organizando libros, sellando cartas que luego serían entregadas. Al avanzar la tarde llega un cliente, este no era como cualquier otro, llevaba un sombrero que cubría su vista, una gran bufanda que tapaba su cara, acompañada de un traje negro el cuál disimula su cuerpo; apenas puso un pie en la librería todas las miradas recayeron en su ser. Él solo camino y se acercó al mostrador donde se encontraba Charlotte.

— Buenas tardes, bienvenido a "Alba" ¿En qué lo puedo ayudar? —Dice Charlotte con mucho entusiasmo.

—Quiero enviar esta carta. —Responde el misterioso cliente muy nervioso.

—¡Claro! ¿Cuál es el nombre del remitente? —Digo, con toda la amabilidad con la que puedo tratar a mis clientes.

—Sr. Cooper. —Responde rápido, evitando el contacto visual.

—¿Desea que le digamos algo al hacer la entrega, Sr. Cooper?

—No, solo déjala en la puerta y no molestes. — Responde con mucha irá, evitando cualquier contacto físico.

     La rabia se apiada de Charlotte, y le responde al señor Cooper mientras intenta mantener la cordura. —No es para que me falte el respeto, si no le gusta la atención puede irse a otro lugar.

—Solo envíala y que sea rápido, tengo prisa. —Dijo Cooper muy molesto, su incomodidad sobresalía a toda costa.

—¿Dirección de entrega? —preguntó la joven muy molesta.

Cartas a un cadáver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora