[20]

52 5 2
                                    

Odio amar.

“El amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere por olvido”.

— Pablo Neruda.

     La mañana abruma mi cuerpo, aturde mi mente y llena de inspiración mi alma. Pensamientos inéditos inundan mi ser y las palabras solo buscan salir de mi cuerpo. Espero encontrar el drenaje de mi corazón mediante la pluma que acompaña a mis manos en este momento. Saco aquel viejo libro en el que escribo mis lamentos, el cual titulé "Cartas a un cadáver", una obra que expresa mis vagos conocimientos del dolor, la pena y la tristeza al perder a un amor. Narro detalladamente mis experiencias por este túnel y doy pequeñas recomendaciones para salir vivo de él. Es incomprensible como un duelo me enseñó a valorar el amor, como un simple suceso desgarro mi alma y dejo una huella en mi conciencia, esa, que me inspira constantemente para ahogar mis penas en simples hojas de papel. Dejo de sobrepensar, revivir una y otra vez aquello que me quita mi paz mental, y decido cobijarme en aquellas sábanas que curan mi dolor.  Y es así, como empiezo a escribir este nuevo capítulo para ti, querido familiar que ya no estás, y querido amor que siempre añore vivir.

     "La vida de un autor sin su pluma.

     Una constante incógnita, ¿Que haría un escritor sin su pluma? ¿Que lograría un profesor sin sus conocimientos? Y ¿Que impacto tendrían unas vagas oraciones sin sentimiento? Son preguntas incoherentes con el tema, incomprensibles para quien lee buscando una respuesta de como superar a su pérdida. Es contradictorio que comience hablando de la dependencia, de esa, que nos hace ver que muchas veces no somos nada sin nuestro sujetador, salvavidas y aquel instrumento que nos permite ser quienes somos. ¿Que tendría que ver un docente ignorante con un individuo adolorido? Simple, el maestro depende de su conocimiento, sin él, es un iletrado, por ende, no es nadie en el ámbito académico. Un individuo que acaba de perder a su esposa, piensa, que no es nadie sin ella, es un simple humano viudo que termina de dejar marcas en el asfalto, mientras, su pareja vuela por lo alto.

     Cuando entré en este túnel lo primero que vi fue una luz lejana, un pequeño destello que anunciaba el final de aquel pasadizo, ese, que me aseguraba que habría una salida. Lastimosamente, el dolor cubría mis ojos, y mi única salida era atarme a tus recuerdos, revivir una y otra vez tus risas, besos, abrazos; caricias, palabras, versos, regaños y anhelos, ese era mi pequeño salvavidas, la aflicción me mostraba una sola salida, sentarme en aquel oscuro lugar, esperando que algún día la respuesta se acercará a mí.  Me aferre a la idea de que la salida tendría que llegar a mí, y así, jamás debía ir a ella, nunca tendría que olvidarte y podría salir de aquel pozo en el que me sumergí cuando te fuiste, querida.

     El duelo es una etapa, un capítulo de tristeza momentánea, que tarde o temprano, va a sanar. Al entrar en el túnel por primera vez, te encuentras con un pasillo de los recuerdos, pequeñas fotos, videos, risas, voces, sonidos grabados en tu pensamiento, atacados por el shock, la pena y el desgarramiento. Cuando das pequeños pasos, (aunque para ti sean insignificantes, para el duelo son un gran comienzo) aquellas huellas que vas dejando marcan el progreso en ti, ahora dejas de revivir los recuerdos y afrontas la vida sin ese individuo; comienzas a salir, caminar, dormir, bailar, beber, comer; cantar, vivir sin él, sin ella, sin ellos. Encuentras dolor en las actividades cotidianas que compartías con alguien, te consuelas con recordar sus caricias, con esas miradas que paralizaban tu ser, y te conviertes en un sobreviviente de la enfermedad más difícil de llevar, un duelo.

     Luego, comienzas a caminar más rápido. Tus pasos son más fuertes, tu voz es más gruesa y tus manos ya no tiemblan. Avanzas nuevamente en ese  tenebroso lugar, y pasas por un nuevo episodio, el cual me gusta llamar: "odio el amor". Ese instante en el que detestas amar, extrañar. Odias al mundo, a las personas, a sus comentarios, condolencias y actitudes. Aborreces sus críticas, recomendaciones y evitas los enfrentamientos, solo deseas odiar a el amor que un día te ofrecieron. Es duro de percibir, pero es la realidad de tu corazón, querido lector, o del mío.

     Las lágrimas son pasajeros en mi semblante, diariamente me visitan dando la premisa de que he mejorado, de que estoy sacando todo aquello que llevo dentro, e intento escapar del sufrimiento. Soy un humano, un escritor, un viudo, pero, también soy inteligencia, tristeza, odio, dolor y felicidad. Soy cada palabra escrita en estas páginas, cada oración secuencial seguida de muchas comas y puntos; cada comilla, acento, letras mayúscula y minúscula. Este libro, soy yo, esta historia es parte de mí y cada personaje es solamente mis anhelos por el amor que un día sentí.

     Charlotte, una dama inesperada que ha acompañado mi dolor. Una mujer capaz de alentarme mientras me encontraba en las tinieblas de la ignorancia, un individuo capaz de hacer temblar mi cuerpo, mi mente y mi alma. Hacer que mi corazón se paralice al rozar tu mano, al tener un mínimo contacto visual, y, al escuchar tu voz en el dolor. — No debo aferrarme a nadie. — me repetía millones de veces, pero, ¿Que hay de malo en amar nuevamente? Eso era lo que esperaba Michelle de mi, que amará, que por fin me diera el permiso de sentir, de darle a alguien más, el amor y la comprensión que jamás le pude dar.

     Perdí a alguien, pero también, aprendí a perder. No es lo mismo estancarme por una muerte, que sobrevivir a ella. Ese instante en el que eres una diminuta partícula que forma parte del mundo, eres insignificante, solo le dueles a quien te conoce, del resto, los demás siguen compitiendo, viviendo, besandose y sintiendo, si ellos pueden, ¿Por qué yo no? ¿Acaso ellos no han perdido un amor, una madre, un padre? Todos hemos perdido a un ser, hemos afrontado un funeral y hemos vivido con su ausencia. Cuando entiendes esto, sabes, que es momento de continuar, debemos seguir adelante y jamás parar, puedes voltear para verlo reír, pero, no corras a buscarlo, porque jamás volverá. Acepta su ausencia mientras recuerdas su presencia.

     Cuando comencé a escribir, lo hice, para sanar, para sacar aquello que verbalmente no podía expresar. Para quitarme este dolor, pena, sufrimiento y aflicción que inundaba mis ojos de agua salada, un componente, que navegaba mis mejillas diariamente, ese, que me recordaba que habían ríos sin drenar, mares con oleaje y pensamientos sin pasión, sin creatividad, y sobre todo, sin felicidad. El duelo significó un momento terrorífico, perder a mi madre duele, pero, puedo superarlo, la recordaré por siempre, pero, seguiré adelante. No estoy obligado a desplomarme, ni mucho menos, a guardarte luto el resto de mi vida. Estoy obligado a desearte el bien, a decirte que te recordaré pero debes volar alto y ver lo que yo jamás podré.

     Ese es el dilema de un autor sin su pluma, sigue siendo escritor, solo, que ya no tiene su método de escritura tradicional, debe buscar alternativas para continuar, no puede, ni debe, quedarse estancado por la pérdida de este bolígrafo, porque tarde o temprano, otro llegará."

     Luego de aquella inaudita inspiración que presentó mi cuerpo, me encuentro abrumado por la claridad que posee mi mente. El duelo, puede superarse, podemos volver a sentir, a vivir, y sobre todo, a enamorarse. Charlotte, me demostraste que el amor no es para una sola alma, no es para aquel individuo con el que crees que pasarás el resto de tu vida, el verdadero amor se da con el sujeto que te muestra, que no hay un amor para una sola vida, no hay un romance perfecto, ni una persona perfecta, solo hay dos humanos que sintieron la conexión correcta. Pasaron años buscando el amor, cuando, el amor no estaba preparado para buscarlos a ellos; cuando llegó el momento, el romance nació en dos humanos incapaces de amar, pero, dispuestos a arriesgarlo todo por tener una felicidad plena.

     Tal vez, seas la imperfección más hermosa que hayan contemplado mis ojos, y espero, que yo sea el ser más pedante que haya cautivado tu ser.

     Gracias por formar parte de mi vida, de mi dolor, de mi felicidad, de mi crecimiento, y sobre todo, de mi aprendizaje. Por ti lo haría todo, por mi madre, haré lo que esté a mi alcance, debo asegurarme de vengar su muerte y sobre todo, desprender mi odio de aquel humano capaz de asesinar sin pensar, sin sentir y sin remordimiento. Con la valentía que posee mi cuerpo, las prosas que acompañan a mi alma y los versos que se repiten en mi memoria, llegaré al fondo de este crimen, debo hacer mis especulaciones, Lord Thomas, lamento que mis hermosos sentimientos plasmados en este papel, sean interrumpidos por mi sexto sentido, el cual afirma, que eres el culpable de asesinar mi mente, para robarte mi alma.

Cartas a un cadáver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora