Cartas a un cadáver.

Prólogo.

    Un duelo es la peor etapa que puede vivir una persona que ha perdido un ser querido, tener que afrontar la vida sin un amor, un padre, un hermano.  Aprender a vivir con el dolor y dejar de extrañar a un ser el cual su vida acabó.

   Ian Cooper, un viudo que decidió morir el día en que su esposa Michelle falleció, dejó de vivir y se preocupó por subsistir.

    Charlotte Williams, un joven dama amante de los libros, conoce de una manera inesperada al Sr. Cooper, quién la trata de una manera descortés, pero que logra cautivar su atención con las cartas que deja en su librería, unos manuscritos dedicados a su difunta mujer, cautivan a la destinataria equivocada.

      Una relación que se forma por una carta a un difunto, que hará chocar con la realidad a sus protagonistas; independientes, tercos, astutos e inteligentes seres que coincidieron en el pensar, pero ponen su orgullo ante todo a su paso.

     ¿Logrará el Sr. Cooper revivir de su limitada muerte? ¿Se permitirá sentir?

     Una guerra que dejó a todos conmovidos, a otros aterrados. Quitó ideales y marco grandes parámetros, enamorarse era un problema, era una época muy limitante, ¿Pero podrán unas cartas encender una llama que hace mucho se apagó?

     Los malos recuerdos se acumularon en la vida de ambos, dos personas rotas, que intentan sobrevivir a la humanidad y que anhelaban refugiarse en el aura de alguien más.  ¿Serán las cartas y la pasión que poseen, lo suficientemente fuertes para superar las secuelas de una guerra? ¿Lograrán vencer los prejuicios de la humanidad y renacer en una sociedad rota?

     Una cantidad de percances impactan su maravillosa historia de amor, peleas, desengaños, risas y un asesinato pondrá aprueba su amorío. ¿Se amaran lo suficiente para seguir adelante?

     Esa pregunta solo la puede responder Charlotte Williams e Ian Cooper, quienes enviaban y leían cartas a un cadáver.