Capítulo 41

206 10 1
                                    

Alex, oficialmente, lo ha superado.

Me lo contó por teléfono. También me contó que Desdémona se había ido del piso y que no tenía ni idea de dónde había ido, y, la verdad, tampoco le importa «un cojón de pato» y, por el extraño tono de voz realmente parece no importarle.

-Me alegra oír eso -le dije, porque realmente, me alegraba. He estado preocupada por él, en serio, iba a casarse, por el amor de Dios y, si no hubiera sido porque me metí por medio, probablemente aún estaría prometido, probablemente, tampoco lo sé a ciencia cierta.

-Así que ¿aún quieres quedar? -me preguntó con mucha dulzura.

-Me encantaría -le digo-, me encantaría.

Así que eso es lo que en estos momentos estamos haciendo: quedar. Nos encontramos en el bar de tapas nuevo que han abierto en Marble Arch, él ha llegado pronto, yo tarde.

-Perdón -le digo- el metro estaba a reventar.

-No te preocupes -me dice- he pedido una degustación, todo de verduritas.

Le echo un vistazo a la mesa con sus platos de aceitunas rellenas, patatas bravas y tortilla de patatas.

-Genial, ¡qué buena pinta!

Sentada frente a él, me relajo instantáneamente. Es por su cara, por esa sonrisa tan cálida y familiar, y por su agradable mirada, me hacen sentir cómoda.

-Me mudo -le digo para empezar la conversación.

-¿Te vas de casa de Jacqui?

Asiento

-¿Y eso? -me dice, arponeando una aceituna.

-Simplemente no ha funcionado la cosa, creo que he comprendido que somos demasiado diferentes.

-Ya y, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Dónde te vas a ir a vivir?

-Ya lo he pensado, me voy a ir con Fiona, ¡vamos a buscar un piso para las dos!

Me mira fijamente y le muda la sonrisa, parece que quiere decirme o preguntarme algo y, aunque finalmente me pregunta una cosa, no puedo evitar pensar que la pregunta que tiene en mente es otra.

-¿Crees que acabarás volviendo con Luke?

Agito la cabeza mientras mastico un trozo de tortilla.

-No, al menos en esta vida.

Él se ríe y baja la mirada hacia la mesa. Charlamos durante un rato con sinceridad de cuando pillamos a Desdémona y a Luke juntos. Él me cuenta que le sorprendió que no «se le fuera completamente la olla» y le contesto que probablemente se quedó paralizado por la sorpresa y que lo que hizo, lo que hicimos, fue la mejor reacción que podríamos haber tenido.

-Fue lo mejor, ¿verdad?

-¡Vaya cara se les quedó!

Pero aunque sonríe y su tono de voz muestra seguridad, sus ojos dicen otra cosa, cuentan una historia sin final feliz. Después, sin venir a cuento, me dice:

-Te quiero.

Aún tiene la mirada de tristeza posada sobre la mesa y durante un segundo no estoy muy segura de lo que está pasando. ¿A quién le está hablando? ¿a mí o a las patatas bravas? Tras unos cinco segundos tengo la respuesta: a mí, me está hablando a mí.

-No -le digo, para mi propia sorpresa-, no es así, no me quieres.

En mi voz no hay nada, ni tristeza, ni pena, ni duda, ni sentimentalismo. Alex me mira perplejo, él desea creer que me quiere, yo misma deseo creer que me quiere, joder, hasta las patatas bravas desean creer que me quiere. Al fin y al cabo, todo sería mucho más fácil así ¿no? Todo acabaría bien si termináramos de comer, pagáramos la cuenta de esta falsa taberna de murales de atardeceres y nos dirigiéramos juntos hacia una nueva vida, montados en nuestra alfombra mágica.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 15, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El factor exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora