Capítulo 10

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      Sin embargo, para Jacqui el sexo siempre es posible, lo cual puede ser la razón por la que no es una persona muy matutina. De hecho, decir que Jacqui no es muy matutina es como decir que el Papa no apoya el aborto o que los tacones de aguja no son apropiados para correr un maratón. Lo cierto es que Jacqui y las mañanas se detestan mutuamente, lo cual explica por qué rara vez entran en contacto la una con la otra y, cuando lo hacen, como hoy es el caso, las cosas se pueden poner muy feas. Imposible que coexistan pacíficamente.

      Sólo hay que verla.

      Hay culos de tejón con más gracia que ella, en este preciso momento.

      Es realmente guapa, de eso no hay duda, sólo hay que observarla. Bajo ese pelucón que echa para atrás y esa pintura de guerra emborronada, se pueden ver resquicios de su aspecto natural, aunque haya que entornar un poco los ojos para verlo. Para las miradas más paganas, ahí de pie, junto al frigorífico abierto, bebiéndose una botella de Evian, podría pasar perfectamente por una muerta viviente.

      En el corto periodo en el que he vivido con ella en «la casa del pecado», como a ella le gusta llamarla, he aprendido a no hablarle cuando tiene ese aspecto. No porque me vaya a responder de mala manera, eso no; es sólo que ni siquiera contestará.

      Eso sí, no me hace falta preguntarle cómo le fue anoche: es evidente que tuvo incursión. Está claro que hubo sexo, sexo fenomenal, a juzgar por sus andares a lo John Wayne. Los ojos rojos y la cara mortecina atestiguan los niveles de intoxicación que alcanzó, dondequiera que fuera, y cada una de las partes de su cuerpo tiene su propia historia que contar. Se sienta enfrente de mí en la mesa de la cocina y yo enciendo el portátil.

      He estado peleándome durante las últimas semanas con la montaña de problemas de los lectores. Una vez leído el correo nuevo, procedo a responder a sus remitentes. Al menos tienen esperanza; ellos aún tienen fe. El problema es que la persona en la que creen no es en ellos mismos, sino en mí.

      Antes de romper con Luke, había empezado a diversificarme. Para hacer otras cosas al margen de Glamour, había colaborado un par de veces en un programa de Sunshine FM. Realmente había ido muy bien, parecía que sabía perfectamente de lo que estaba hablando, gracias al tono de sé-muy-bien-de-lo-que-hablo que había logrado dominar. Pero ahora que todo ha terminado, ahora que ya no sé ni de lo que hablo, me está costando retomar ese tono.

      Era esa capacidad para sonar objetiva por la que había logrado caracterizarme. Posiblemente sea mejor así: es muy fácil actuar como corresponsal cuando se observa el campo de batalla desde una posición neutral, pero ¿qué pasa cuando te envían a la línea de frente? ¿Cómo recuperar la neutralidad? ¿Qué pasa cuando te encuentras en el campo de batalla del amor y te las tienes que arreglar tú sola?

      De repente, estoy perdiendo la fe en mí y en mis consejos. Todo lo que escribo, por muy convincente que suene, no me inspira nada más que dudas. Todo es mentira, todo podría formar parte de una novela.

      Siempre que le pido a un lector que perdone o le digo que la infidelidad no tiene por qué significar el fin, lo que realmente me gustaría decir es: «Te ha tomado por tonta, no le importas, te odia y te lo ha expresado haciendo lo que más daño te puede causar. No debes perdonarle, bajo ningún concepto. El amor no es algo complicado, al contrario, es muy sencillo, es lo más fácil del mundo; por eso la infidelidad es el enemigo del amor, el enemigo público. Pero hay esperanza, si no hay prisioneros, aún podemos ganar».

      Pero no puedo escribir todo eso, no me lo publicarían y perdería el puesto. Ahora que lo pienso, ni siquiera sé si creo en mí misma. La verdad es la primera baja sufrida, puedo sentirlo, pero es algo completamente diferente. Y ahora cada vez me cuesta más escribir los cuentos azucarados esos; todo eso de: «hay una respuesta para todo». Puede que los consejos sean mi mercancía, pero ando corta de existencias.

El factor exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora