d o c e

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Seungmin caminó hacia la cafetería mirando su teléfono, cuando de repente se lo arrebataron de las manos

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Seungmin caminó hacia la cafetería mirando su teléfono, cuando de repente se lo arrebataron de las manos. Levantó su mirada molesto, pero relajó sus facciones cuando vio que era Christopher.

—¡Deja de hacer eso! Devuélvemelo —dijo acercando su mano para que Chan se lo entregara.

—Seungmin, debes mirar tu camino, no puedes ir allí pensando que no te pasará nada —guardó el teléfono de Kim en su mochila—. Podrías chocar.

—No te soporto —soltó empezando a caminar lejos del mayor.

—Okey ten —le acercó el aparato—. Sólo mirabas vídeos, pero hazlo cuando estés sentado.

—Gracias —sonrió arrogante y tomó su teléfono. Sabía que Chan no resistía a sus encantos.

—Mamá le compró algo al bebé —comentó Chris recordando cuando su mamá le dio unos pequeños zapatitos—. Se toma en serio lo de ser abuela.

—Ni siquiera tengo cinco meses —notó—. En cambio, Anne no para de decirme acerca del bebé y los cuidados.

El castaño sonrió contento, no habría deseado que su madre reaccionara de otra manera.

—Hey —tomó a Seungmin de la barbilla—, no te preocupes, ya verás que cuando tu vientre crezca se enamorará más.

—Tú ya quieres verme gordo —se acercó más cerca del rizado—. Chris, cómprame algo de comer.

Cuando el ojiverde iba a contestar una voz lo interrumpió, soltó un bufido alejándose de Seungmin.

—No puedo creer que te juntes con personas como él, alguien como tú no debería estar con una persona como esta —mencionó Madison quien se encontraba con los brazos cruzados y con una sonrisa en el rostro.

El castaño estuvo a punto de lanzarse hacia ella y arrancarle todas sus extensiones, pero Christopher lo tomó de la cintura. El menor lo fulminó con la mirada.

—Seungmin —advirtió. No quería que algo como la otra vez ocurriera.

Madison lo miraba con la cabeza en alto y una sonrisa creída. Y Kim la odiaba, sobre todo cuando decía cosas sobre él que no eran ciertas y cuando quería quitarle todo lo que él quería.

—Eres una envidiosa, como Chris me presta más atención a mí —soltó furioso Seungmin.

—Yo puedo hacerlo feliz en la cama —contraatacó Madison.

—Pues a cambio de ti, yo ya lo hice —sonrió triunfante. La cara de la chica era épica.

—¡Ya cállense! —gritó Christopher—. Madison primero que nada, tú y yo sólo somos amigos. No puedes venir y decirme con quién hablar —suspiró mirando a Seungmin—. Y tú deja de estar peleándote con todas las personas, es muy infantil de tu parte.

Ambos chicos no dijeron nada y empezaron a caminar por diferentes direcciones. Chan se pasó una mano por su cabello, frustrado pensó que eso arreglaría sus problemas, pero ya vio que fue peor.

—Seungmin —jaló al castaño para tenerlo en frente de él. Se sintió mal al ver algunas lágrimas rodando por las mejillas del menor.

—Quiero comer algo, ¿me dejas ir a la cafetería? —Chris no dijo nada. Siempre que avanzaba un paso con Seungmin pasaba algo y retrocedía dos.

—No quería hacerte sentir mal —se disculpó el rizado quitando las lágrimas de sus mejillas.

—Sí, no importa —se alejó del tacto de Chan.

—Claro que importa, pero si estás llorando —dijo el mayor.

—Es que... —hizo un puchero—, me han entrado ganas de llorar y no sé porqué.

—Amor, si es porque estás embarazado —dijo burlón. Seungmin lo abrazó de la cintura.

—No me vuelvas a decir así —golpeó a Chris en el pecho y guardó su rostro en el cuello de este.

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𝗨𝗻𝗮 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗱𝗮 𝗶𝗻𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗱𝗮 | 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora