c u a t r o

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Habían pasado dos semanas desde que se acostó con Christopher

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Habían pasado dos semanas desde que se acostó con Christopher. Dos semanas donde había estado experimentando constantes vómitos y mareos, al principio pensó que tal vez era algo que había comido, pero al no desaparecer llegó a la conclusión de que era algo más. Eso le atemorizaba porque su vida cambiaría, no se sentía listo para ser padre, porque aunque cuidara a sus hermanas, no tenía idea de cómo ser padre. Una de las cosas que más le daba miedo era el hecho de quedarse solo, de hacerse cargo él solo de su bebé. Y cómo las cosas cambiarían.

No le gustaba el hecho de tener que pasar por diferentes cambios de humor y los vómitos, tener tantos antojos y no tener a nadie quien lo satisfaga. 

Cuando la última clase terminó, se escabulló entre los alumnos hasta llegar al baño de hombres y encerrarse en su cubículo. De su bolsillo izquierdo de su mochila sacó una prueba de embarazo. Sus manos tomaron con fuerza la prueba que pareciera que la podría romper, pero sus pequeñas manos estaban temblando. 

Minutos después, con todas sus fuerzas miró la prueba que daba positivo. Pequeñas lagrimas rodaron por sus mejillas. Tiró la prueba y salió con los puños cerrados furioso. Todo era culpa de Christopher. Todo era su culpa. Caminó por los pasillos hasta encontrar al rizado. En ese instante no podía pensar con claridad lo que iba a hacer en ese momento, se dejó llevar por la furia que crecía dentro de su cuerpo. 

El castaño fijó su mirada en el rizado, quien estaba apoyado en los casilleros, riendo junto con Hyunjin. Apretó los puños y fue directo hacia Christopher y sin importarle que pudiese salir golpeado por él, lo jaló del cabello hasta llevarlo en un pasillo desierto. 

—¡Auch! Vuelve a jalar mi cabello y te rompo esa perfecta nariz —exclamó molesto del rizado, pero eso a Seungmin no le importó y lo empezó a golpear en el pecho con todas sus fuerzas. 

—¡Te odio! Eres lo peor, imbécil —dijo golpeándolo. El rizado lo tomó fuerte de las muñecas y lo acorraló en la pared. 

Decir que estaba enfadado era quedarse corto. 

—¿Qué te pasa, mugroso? —preguntó haciendo más presión en las muñecas del castaño. Este hizo una mueca de dolor. 

—¿Qué me pasa? —gritó molesto—. ¿¡Qué me pasa!? Tú me pasas. Estoy esperando un hijo tuyo Christopher, hijo de puta. 

Bang lo soltó al instante que esas palabras salieron de su boca y Seungmin cayó al suelo soltando un gemido de dolor. 

—¡Todo esto es tu culpa! —se cruzó cuando se levantó. 

—¿Mi culpa? Si no más recuerdo saltabas sobre mi polla todo necesitado —dijo con una sonrisa engreída—. Así que es culpa de los dos, además ¿cómo sé que es mío? 

Ahora sí cruzó la línea. 

—Eres un idiota. Típico, todos dicen eso —apretó sus puños—, cuando quieren librarse de ese problema, le echan la culpa a la madre... En este caso padre. 

—No es mi culpa que andes detrás de mí —alzó sus cejas el rizado. 

—Es tuyo, porque no he estado con nadie más desde que tuvimos sexo —replicó haciéndose a un lado su flequillo. 

Chris le dio una sonrisa divertida. 

—Así que te gusto. Apuesto a que quieres repetirlo —afirmó. 

—Eso quisieras —dijo molesto—. Esto es algo serio ¿sabes? ¿No te puedes tomar algo en serio una vez en tu vida?

El rizado había pensado que era una broma de mal gusto, pero borró su sonrisa al notar lo rojo que estaban los ojos de Seungmin y en la manera en la que se veía indefenso. 

—Seungmin —susurró sintiendo por un momento la necesidad de tomarlo en brazos. 

—No sé qué hacer, Christopher —dijo con la voz quebrada. No se dejaría llorar delante de Chan. Seungmin siempre ha pensado que llorar delante de las personas lo hacía ver débil. 

El rizado pasó sus manos por su rostro no sabiendo que hacer. Cuando iba a decir algo el timbre sonó. 

—Creo que es mejor hablarlo después, ¿no? —comentó con una mueca. Esperó una respuesta de parte del castaño, pero parecía que Seungmin no estaba prestando atención. Así que lo tomó de su brazo y lo estrechó en sus brazos. El castaño enterró su rostro en el cuello de Christopher empezando a llorar. Pasó su mano por el cabello del menor.

En las últimas horas Seungmin no se podía concentrar. Se sentía avergonzado por la manera de hacer las cosas sin plantearlo en su cabeza primero, había sido un impulso. En parte era bueno porque de no haberlo hecho no habría podido decirle en otro momento a Christopher que estaba esperando un hijo suyo. Y se sentía mejor haberle dicho. Descargarse llorando en realidad le aliviaba el alma, necesitaba sacarlo. Pensaba en la manera en como Chris lo tomaba en sus brazos, las caricias en su cabello que le había dado el rizado, los susurros. Christopher se había portado lindo. El timbre lo sacó de sus pensamientos. Tomó su mochila y salió del salon encontrándose a Jisung. 

—Hey —saludó animado el rubio tomando las correas de su mochila.

—Jisung —dijo sin ganas.

—¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien —preguntó mirando a Seungmin. 

—Estoy bien, solo quiero llegar a casa, ha sido un día largo —mintió empezando a caminar rápido—. Hasta mañana. 

No le gustaba guardar ningún secreto a Jisung pero conociendo a su amigo haría una escena, le haría un montón de preguntas y capaz iría con Chris y le daría una patada en la entrepierna. De eso estaba seguro. 

—Christopher, deja al niño —escuchó a sus espaldas. Volteó encontrándose con el mayor. 

—Hola, ¿ya estás mejor? —preguntó Chan con las manos en los bolsillos. 

—Eh... sí —respondió Seungmin dándose la vuelta para volver a caminar. Chris frunció el ceño por el acto y siguió al menor. 

—¿Qué fue eso? —dijo un poco enojado poniéndose enfrente del castaño. 

—Una despedida, tengo que ir a casa puedes quitarte —soltó Seungmin. El rizado ya se estaba molestando por la forma en que lo trata. 

—Puedes dejar de ser un estúpido, estoy tratando de hablarte —exclamó molesto. A lo que Seungmin no le respondió y siguió caminando hasta perderse de su vista. 

El rizado escuchó unas carcajadas, se volteó molesto mirando al morocho.

—Sí que la tienes difícil.

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𝗨𝗻𝗮 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗱𝗮 𝗶𝗻𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗱𝗮 | 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora