d i e c i n u e v e

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—¿Vieron al chico nuevo? —preguntó Felix—. Yo sí le doy.

—Se va Hyunjin y ya estás buscando a alguien —habló el rizado llevándose un sándwich a la boca.

—No es ilegal ver chicos lindos —se defendió con los brazos cruzados.

—Pensé que tú y Hyunjin aún tenían algo —comentó Seungmin mirando como las chicas hablaban del chico nuevo soltando risas y se ponían algo coloradas.

—Yo lo terminé —Kim lo miró con el ceño fruncido—. No creo en las relaciones a distancia y no quiero que se sienta atado a mí y no conozca a más personas. Quiero que salga con personas aunque eso me duela.

—Oh, Felix —dijo Seungmin con la voz algo quebrada—. ¿Ya no va a volver?

—Supongo que no —dijo con la voz apagada—. Yo creí que no, aún cuando me haya dicho que intentará venir para las vacaciones.

El castaño hizo un puchero con los ojos cristalizados. No le gustaba ver a Felix triste y apagado, cuando la mayoría del tiempo era alegre y sonreía por todo. Ahora su sonrisa ya no estaba. Miró al rizado, quien se encontraba a un lado de él, tenía la mirada en su comida, solo jugaba con ella.

—No estén tristes —dijo abrazando a Chris de la cintura—, verán que volverá, no va aguantar estar sin nosotros.

El rizado sonrió, pero más parecía una mueca. Bang recordó cuando Hyunjin le dijo que iba a irse del país, recordó haberle dicho que no se fuera, que podía quedarse con él, que no tendría que irse. Y recordó la sensación cuando se despidió de él, la horrible sensación de pesadez en el estómago y la idea de ya no tener a su amigo cerca.

—Ya lo creo —rió por la intención de Seungmin mientras lo abrazaba y al mismo tiempo depositó un pequeño beso en la frente del castaño.

—¿Siempre te guardas tus sentimientos para ti mismo? —le preguntó a Christopher mientras tomaba sus libros para la siguiente clase.

—¿Por qué lo dices? —se apoyó en los casilleros mirando al castaño.

—Estabas triste con lo de Hyunjin, ¿por qué no me lo dijiste? —lo miró unos cuantos momentos.

—No me... —suspiró mirando a un punto fijo—, no me gusta mostrar mis sentimientos, mucho menos cuando estoy triste, siento que me hace ver débil.

—Pero.

—Y luego viene gente que ni siquiera le importas a preguntarte "¿qué tienes?" o la razón por la que estás llorando, solo porque son una bola de chismosos —soltó con sinceridad.

Seungmin arrugó su frente para no llorar, pero esto fue en vano porque algunas lágrimas se le escaparon. No sabía que Christopher se sentía así. Solo estaba embarazado con las hormonas alborotadas.

—No lo dije para que llores —se acercó al menor y tomó los libros que se encontraban en las manos del castaño y lo volvió a dejar en su lugar para tomar a Seungmin del rostro de manera delicada.

—No lo puedo evitar —dijo con un puchero y los ojos brillosos por las lágrimas.

—No hables —ordenó Chan quitando con sus pulgares las lágrimas que se encontraban corriendo por las mejillas de Seungmin—, y deja de llorar.

—Chris —murmuró.

—¿Qué pasa? —acarició las mejillas del castaño.

—Siempre me has importado —animó con una pequeña, pero sincera sonrisa.

—Claro, te importaba cuando era un patán y te golpeaba —dijo irónico.

—Sí, tienes razón, te odiaba —bromeó aunque fuese verdad—. Menuda forma de llamar mi atención, tomaré tu consejo.

—Oh cállate —dijo un poco avergonzado—. Hice lo que pude.

—Sabes podrías haberme dicho —sonrió—: "Hola, Seungmin ¿Quieres ser mi amigo?" no golpearme, imbécil de mierda.

—Okey —alzó las manos—, ahora te estás desquitando. Además te veías caliente siendo rudo.

—¿Sabes? Creo que te sigo odiando —habló Seungmin alejándose un poco del rizado.

—Oh, vamos. No me odies, amor —protestó intentando acercarse al castaño, pero éste retrocedía—. No puedes odiar al padre de tu hijo.

—Lástima, ya lo hago —chilló cuando Christopher lo acorraló en la pared.

—¿Y si hago esto, me odiarás más? —preguntó el rizado acercando su rostro al de Seungmin.

—Hacer q-

Bang no lo dejó acabar porque estampó sus labios. El menor suspiró en medio del beso haciendo que el ojiverde gruñera. Enredó sus brazos en el cuello del mayor siguiendo aquel exquisito beso.

𝗨𝗻𝗮 𝗹𝗹𝗲𝗴𝗮𝗱𝗮 𝗶𝗻𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗱𝗮 | 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora