4| ᴇʟ ᴄᴏʀʀᴇᴏ ʏ ᴇʟ ᴛᴏʀʀᴇᴏɴ

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—¿Que hacéis? —Pregunta Roque tras llegar.

—Buscar en los correos de Alfonso alguna pista de ¿por qué se ha ido? —Explica Victoria sin mirarnos, concentrada en el ordenador.

En cambio Carolina solo me mira con mala cara y sigue a lo suyo como si no estuviera. Todos nos acercamos al rededor de Vicky para ver el ordenador sin entender lo más mínimo hasta que intervienen.

—Nada, no hay nada. —Comenta ella apoyándose en el respaldo en señal de rendimiento.

—¿Has mirado ahí? —Señala Cayetano.

—Sí y no hay nada. —Confirma ella.

—¿Y en los borradores? —Agrego yo a lo que rápidamente vuelve la postura hacia adelante y busca en los borradores.

Iván me da unas palmadas en el hombro en signo de agradecimiento y Carol finge medio chocarse con él para que pare, pero parece que él lo nota y yo paso desapercibido atendiendo al correo de Alfonso. Y efectivamente, he dado en el clavo. En los borradores hay un correo que Carolina comienza a leer en voz alta como si nada y todos miramos atentos.

—Por fin los he encontrado, después de tantos años ya se dónde están, pero no puedo confiar en nadie, ni en la policía ni en los profesores del colegio. Necesito tu ayuda, creo que mi vida está en peligro, sino volvieras a tener noticias mías. —Carol no puede seguir leyendo ya que las letras comienzan a desaparecer y todos nos alteramos sin saber que hacer.

—¡Vicky haz algo! —Grita Iván.

—¡Lo intento pero no hace nada! —Las letras se terminan por borrar—. Alguien del centro ha entrado en el correo. —Afirma muy segura una vez menos alterada.

—¿Pero quién? —Pregunta Caye que se encuentra a mi lado.

—¡Vosotros! —Grita Héctor desde el pasillo a lo que todos los damos la vuelta de un salto tras tremendo susto—. ¡A clase! ¡Rápido! —Continúa.

Y sin más, todos salimos flechados de la biblioteca, pero rápidamente vuelvo a apagar el ordenador para que ni Héctor, ni nadie vea nada de lo sucedido y me dirijo a clase junto a Cayetano que se queda esperandome.

La clase empieza como cualquier otra y todos atendemos con normalidad, pero no paro de pensar en lo sucedido y en quien puede haber borrado aquel texto. De repente, un Héctor serio de pies a cabeza que me saca de mis pensamientos, entra por la puerta sin avisar, con la limpiadora detrás mirando el suelo tímida.

—Iván, Roque, Cayetano y Naia, en pie. —Dice Héctor poniéndose delante nuestra.

Los cuatro nos levantamos sin decir ni una palabra, pero las miradas dicen mucho, Cayetano e Iván miran con superioridad, en cambio Roque y yo con miedo.

—¿Quien de ellos ha sido? —Le pregunta a la chacha que se hace la inocente.

La limpiadora mira de reojo y repite varias veces algo bajo, que no sabe quién fue.

—Bueno María, no pasa nada, puedes marcharte. —Le dice Héctor tranquilamente quitándole culpa alguna.

_Perdón, pero ¿así sin más? —Intervengo mientras se acerca a la puerta, pero al escucharme se da la vuelta recordando asustada.

—¿Qué quieres? ¿Qué pague ella por vuestro delito? —Me responde Héctor desafiante.

Se que por este camino no voy a acabar bien en este internado que ahora es mi única salvación, pero no pienso quedarme callada viendo como me pisotea, porque pueden hacer muchas cosas, pero pisotearme nunca.

—No, pero sí por el suyo. —Comento con superioridad.

Héctor me mira curioso y seguido a la limpiadora algo sorprendido. Pero mientras pienso en cómo decirlo para no sonar una exagerada, alguien se adelanta.

𝐋𝐎𝐒 𝐆𝐀𝐋𝐕𝐀𝐍 - 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙙𝙤 𝙇𝙖𝙜𝙪𝙣𝙖 𝙉𝙚𝙜𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora