Una vez fuera, empezamos a caminar sin rumbo por donde nos indica Paulita. Iván coge un palo y empieza a molestar a Victoria y a Carolina. Está insoportable.
—¿Iván por qué no te callas ya? —Le interrumpo frustrada.
—Lo haré cuando Cayetano deje de mirar a tu querido primo con esa cara de rata. —Se burla de él a lo que Laian y yo dirigimos la vista hacia Cayetano.
—¿Qué dices Iván? ¿Por qué no te callas un rato? _Le responde aquel defendiéndose.
Iván rueda los ojos. Seguimos nuestro camino y Victoria empieza a quejarse de que quiere volver al internado. Se le ve asustada. De repente, Iván pega un salto hacia atrás el cual casi cae encima mía, pero lo esquivo. Todos miramos tras el repullo y resulta ser un cebo con el palo de Iván enganchado.
—Que mal royo. ¿Quién demonios pone un cebo cerca de un internado? —Mi primo corta el silencio.
Paula empieza a andar más rápido mientras señala una pequeña zona. Al parecer, ahí encontró el anillo. Carolina echa a correr con Paula y Victoria e Iván le siguen. Nosotros correspondemos para no quedarnos solos.
Empezamos a buscar por la zona, bueno más bien Carolina porque Victoria no para de hacer preguntas.
—Alfonso ha estado aquí, ¿pero para que vendría? —Victoria sigue hasta que Iván le interrumpe.
—Quizás a despedirse de la madre naturaleza. —Iván se pone gracioso.
—Como las flores, los conejitos... y esas cosas. —Le sigue Laian la graciosa y se echan a reír.
Cayetano y yo son miramos con cara de "Lo llego a saber y no vengo". Carol los manda a callar y sigue buscando y buscando.
—¿Vosotros sois gilipollas o qué? —Aparece Marcos de la nada agarrando a su hermana de la mano. —¿Cómo se os ocurre traer a mi hermana?
—Esperad, aquí hay sangre. —Carolina le ignora.
—Sí y por aquí hay más. —Señala Laian otra mancha en la que pone SOS.
—Seguro que es de Alfonso. —Propone ella.
Marcos coge a su hermana con intención de irse.
—¿Marcos no lo entiendes? Seguramente el hombre que agarró a tu hermana era Alfonso. —Le grito a Marcos y aquel entra en razón.
Marcos me pasa a su hermana y propone buscarlo junto a Iván y Cayetano. Yo le paso a su hermana a las hermanitas de caridad, que la cogen y sin más se van.
—¿Qué pasa, tú no te mueves? -
—Laian me agarra del brazo.—Yo voy con ellos. —Le respondo sería y Caye me sonríe.
Aquel me niega rotundamente, pero le agarro yo el brazo y tiro de él para seguir a Cayetano, Marcos e Iván. Van los cuatro gritando su nombre mientras yo solo miro a los lados.
Alguien empieza a gritar a lo lejos y tras ver quiénes son, echamos los cinco a correr, yo de la mano de Laian, son Héctor y Pedro. Esto es una persecución y yo no puedo más. Así que suelto la mano de mi primo y me paro, Cayetano hace lo mismo. Laian me coge y me lleva más despacio por otra dirección indicándole a Cayetano que nos siga. Nos dispersados de Marcos e Iván hasta que Cayetano nos para.
—Creo que ya no nos siguen. —Dice él.
Laian me suelta y nos sentamos los tres en el suelo a descansar por la carrera. Espero que no hayan pillado a Iván.
Más tarde llegamos al internado sin que nadie nos vea. Al pasar la puerta principal, intentamos parecer lo más normal posible.
Veo a la chacha y Fermín, no se a quien de ellos tenía menos ganas de ver. Pienso no mirar más pero veo a Jacinta pasar por delante mía.
—¿Todavía estás aquí? Al final te vas a ir, pero a hablar con la policía. —Le dice indignada. Entonces, ahora sí me paro a mirar.
—Naia ¿Por qué te paras? —Ignoro a mi primo.
Todos miran hacia la puerta del despacho de Héctor y recuerdo que seguramente hallan pillado a Iván y Marcos así que me acerco a mirar si son ellos de verdad. Cayetano me intenta parar agarrándome el brazo, pero esta vez sí me quejo al dar justo en la herida. Él pone una cara de extrañado, pero Laian se acerca rápido al notar algo.
Me doy media vuelta y solo veo a Iván, pero en el peor momento.
Fermín agarra a la chacha frenándola, la que se intenta acercar corriendo. Pero la que entra corriendo sin ser frenada soy yo, al ver que el señor que vi aquel día salir del despacho le ha metido un gran bofetón que le ha hecho caer al suelo rendido. Supongo que será su padre, pero no me lo pienso dos veces.
Son apenas unos segundo los que tardo, pero en los cuales rondan infinidad de recuerdos e imágenes por mi cabeza que no me dejan ver con claridad. Se me saltan las lagrimas al sentir su mismo dolor.
Rodeo a Iván dándole una especie de abrazo y le Intento hacer reaccionar. Aquel me mira mientras apoya su mano en su mejilla. Su mirada simplemente me destroza el corazón. Mis lágrimas y las suyas empiezan a caer a la vez solo que nuestros rostros no enseñar apenas emociones.
—Naia sacalo de aquí. —Me ordena Héctor con una seriedad inmensa—. Naia llévatelo. —Repite al ver que no reacciono.
Pongo a Iván en pie y lo saco lo más rápido que puedo de ahí mientras me tiembla todo el cuerpo. Pero antes miro al supuesto padre a los ojos y hacemos un contacto visual sin emociones de por medio. Aunque si tuviera que decir alguna, sería el odio o la ira, sin duda.
Al traspasar la puerta, Iván se suelta de mi agarre y sube hacía arriba dejándome atrás y yo me quedo ahí plasmada mirándole mientras se aleja con Cayetano siguiéndole detrás, es un gran amigo.
Nunca antes había visto a alguien así, todo desde fuera y por primera vez veo lo que el gran pilar de mi vida con el que llegué hasta aquí, veía. Duele, destroza y arrolla en apenas segundos.
Laian me distrae de Iván y me abraza con mucha fuerza, lo que hace que llore y llore más. Aprieto los ojos con fuerza contra su pecho y le mojo la camiseta de lágrimas.
—Naia, ¿qué te parece si vamos a la cocina a por algo rico? —Me ofrece Jacinta apoyando su mano en mi hombro delicadamente.
Me giro hacia ella y los veo a los tres. La chacha suelta lágrimas, Jacinta expresa tristeza y Fermín sorpresa. La situación se vuelve abrumadora, así que en vez de ir a la cocina, o a mi habitación, voy a la calle, donde mismo me dejó mi padre tirada con un niño pequeño.
Me siento y empiezo a mover las piernas mientras miro como oscurece y recuerdo miles de cosas. Sobre todo pienso en mi hermano y la vida de Iván cuando no está aquí. El sufrimiento de una familia así.
Mi corazón se para al ver a aquel asqueroso hombre salir por la gran puerta. Al verme, rezo por qué no se acerque y no pase nada, pero lo hace y yo cierro los ojos instintivamente al verle tan cerca.
—Que sea la última vez que te metes en asuntos de mi familia. —Me exige agresivo. No dudo que tenga ganas de abofetearme a mi.
—Tratar así a tu hijo no tiene nada de familia. —Le respondo descaradamente.
No sé que hubiera pasado en aquel momento si Héctor no se hubiera asomado a la puerta para decirme que entrara a dentro, pero no sin antes darme un abrazo.
Mis próximas conversaciones con Héctor se acumulan y yo acabo de llegar.
06/6/23
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𝐋𝐎𝐒 𝐆𝐀𝐋𝐕𝐀𝐍 - 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙙𝙤 𝙇𝙖𝙜𝙪𝙣𝙖 𝙉𝙚𝙜𝙧𝙖
De TodoNaia es una niña de 16 años que ha tenido una vida difícil y más desde que nació su hermano Izan cuando ella tenía apenas 11 años. Es una niña reservada pero si la enfadan no es de las que se callan, también con muchos problemas ya que su padre no p...