Han pasado dos semanas desde la noche de Santa Isabel. Todavía no asimilo todo lo ocurrido desde aquel día, tanto que no estoy yendo a clase, no soy capaz. Me paso los días en mi habitación, llorando y recordando esa noche una y otra vez. He vuelto a cortarme, no aguantaba más. A demás de que ahora, apenas como, hablo y los ataques de ansiedad han vuelto. No me quedan fuerzas. Ni si quiera puedo dormir por las noches.
No soy capaz de mirar el marco con esa foto que hay en la mesita de mi cama, la dejé boca abajo desde entonces, mirarlo solo me destrozaría más.
Sinceramente, me siento sola, pero creo que es lo que se siente cuando pasan cosas así. Además, Iván a desaparecido y no sabemos nada de él, si está bien, muerto, o simplemente aprovechó para irse y nunca volver. Al menos encontraron a mi hermano esa misma noche y creo que mi padre no sabe nada todavía, o no ha querido saberlo, pero mejor así.
Los chicos vienen mucho a verme, cuando acaban las clases, antes de dormir y demás, pero no les hago caso, solo quiero estar con él. Izan también, muchas veces duerme conmigo y eso me ayuda mucho. Él no sabe del todo lo que pasó, pero si sabe que ya no está en el internado y que no le volverá a ver nunca más.
María, Héctor y Fermín, se turnan para venir a verme y poco más. Ellos y los chicos, me insisten en que vaya al comedor, o a clase, pero como mucho he ido un par de veces a dar un paseo por el internado.
Ahora mismo, mientras todos están en el comedor desayunando, yo estoy tumbada en mi cama mirando hacia arriba sin alguna expresión.
—Naia ¿Qué tal te encuentras? —Entra María tras tocar a la puerta.
Encojo los hombros como única respuesta.
—Héctor quiere veros a todos en el despacho. Será mejor que vayas, es importante. —Me dice sentándose en el borde de la cama.
—Iré. —Le digo incorporándome en la cama.
Deja un beso en mi frente y se va cerrando la puerta. Yo me pongo el uniforme desganada y salgo de la habitación hasta llegar al despacho donde el grupo y Héctor me esperan.
—Pasa Naia, te estábamos esperando. —Me dice Héctor con una cara sería y me quedo de pie entre a Roque y Marcos—. Han llegado los resultados de la autopista de Laian. —Al escucharlo, agacho la cabeza queriendo salir de ahí y Marcos me agarra la mano—. Fallo multifuncional por sobre dosis de éxtasis y alcohol. —Lee Héctor.
Nuestras caras se quedan petrificadas, no me lo creo.
—¿Desde cuando os drogáis? —Nos pregunta Héctor cruzado de brazos.
—Nosotros no nos drogamos. —Le corrige Roque.
—¿Entonces era él solo? Vosotros no sabíais nada. —Dice sarcástico—. ¿Cómo un chico de dieciséis años, sin problemas y con una vida por delante puede acabar así?
—Imposible. —Digo llamando la atención de la sala.
—¿Perdona? —Se extraña Héctor.
—Laian no hizo eso, es imposible. Mi primo no ha bebido en su vida y mucho menos drogarse. —Le defiendo muy segura de lo dicho—. Y sí tenía problemas, su hermano se suicidó hace dos años.
—¿Osea que lo que quieres decir es que la autopista miente? —Me pregunta él ignorando lo último dicho ya que le había sorprendido bastante, se le nota en la cara.
—No sé lo que quiero decir, pero no me creo nada. Laian no era así. —Y con esas mismas, me voy del despacho con algunas lágrimas resbalando por mis mejillas.
Voy lo más rápido posible a mi habitación y al llegar, me siento en el borde de mi cama. Noto como me empieza a faltar la respiración y las lágrimas salen descontroladamente de mis ojos. No puedo parar, y eso me agobia más. Apoyo mis brazos en mis piernas y me tapo la cara con mis manos para empezar a gritar.
ESTÁS LEYENDO
𝐋𝐎𝐒 𝐆𝐀𝐋𝐕𝐀𝐍 - 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙙𝙤 𝙇𝙖𝙜𝙪𝙣𝙖 𝙉𝙚𝙜𝙧𝙖
RandomNaia es una niña de 16 años que ha tenido una vida difícil y más desde que nació su hermano Izan cuando ella tenía apenas 11 años. Es una niña reservada pero si la enfadan no es de las que se callan, también con muchos problemas ya que su padre no p...