Aparcamos frente al hospital. El hospital en el que estuvimos hace unas semanas.
Veo a mi tío fumando apoyado sobre una pared. Bajo del coche y corro hacia él, que me recibe con los brazos abiertos y una amplia sonrisa.
—Cariño —Noto la ilusión en su voz.
—¡Tío! —Escuchamos gritar a Izan a nuestras espaldas antes de que se lance a nuestros brazos.
Ambos nos reímos y por un momento me siento tan reconfortada.
Veo como Fermín se queda en el interior del coche mirándonos con una sonrisa.
Mi tío agarra nuestras manos y entramos en el interior del hospital.
Sinceramente, el corazón siento que de me va a desbocar. Las manos me tiemblan y mi tío, al notarlo, la aprieta más fuerte.
Subimos por el ascensor en el completo silencio. Ni siquiera los miro, solo soy capaz de mantener la cabeza gacha y ver mis pies balancearse de atrás alante.
Caminamos por el largo pasillo hasta pararnos frente a la puerta de la habitación.
—¿Listos? —Nos mira mi tío.
Ambos hermanos asentimos lentamente. Obviamente, mi hermano ya sabe a quién vamos a ver.
Abro la puerta tras coger una buena bocanada de aire.
Ahí está, con sus verdes ojos bien abiertos y con una sonrisa de oreja a oreja al vernos frente a ella.
Me quedo paralizada mirándola, siento que no puedo moverme mientras mis ojos comienzan a lagrimear.
—¡Mamá! —Izan es el primero en reaccionar.
Corre hacia nuestra madre, que se levanta de la camilla y lo cogen en brazos. Escucho los sollozos del pequeño rompiéndome el corazón.
Mi madre levanta la vista por el hombro del pequeño rubio.
No aguanto más. Las lágrimas corren por mis mejillas cuando echo a correr hacia ella. Los abrazo. Muy fuerte.
Una sensación tan reconfortante se mete en mi interior. Ese hueco que tantos años llevaba vacío acaba de rellenarse.
Ya todo está bien. No tengo de que preocuparme. Mi familia vuelve a estar unida. Mi hermano, mi madre, mi tío y mi primo. ¿Qué más quiero?
Suelto un gran suspiro aliviada y al separarme de mi madre la miro fijamente. Está... preciosa.
—Como has crecido, cariño —Me acaricia la mejilla quitándome las lágrimas—. Estás tan guapa.
Sus palabras se clavan en mi corazón como una especie de venda.
—Tú también —Es lo único que sale por mi boca.
—¡Es verdad! Estás igual de guapa que yo —Se interpone Izan haciendo reír a los presentes.
—¿No sería de revés? —Bromea mi madre.
—Es lo mismo—Vacila restándole importancia.
Me giro hacia la puerta. Mi tío Martín está apoyado contra el marco de la puerta. Me acerco a él y lo abrazo con fuerza.
—Gracias —Susurro repetidas veces.
—Tranquila pequeña. Te quiero —Me murmura de vuelta.
—¿Sabes que vinimos a verte una vez? —Escucho a mi hermano lleno de ilusión —. Estabas muy guapa durmiendo.
—No estaba durmiendo Izan. Estaba en coma —Le explica mamá.
—Ah. ¿Y qué es eso? —Frunce el ceño con curiosidad.
ESTÁS LEYENDO
𝐋𝐎𝐒 𝐆𝐀𝐋𝐕𝐀𝐍 - 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙙𝙤 𝙇𝙖𝙜𝙪𝙣𝙖 𝙉𝙚𝙜𝙧𝙖
AcakNaia es una niña de 16 años que ha tenido una vida difícil y más desde que nació su hermano Izan cuando ella tenía apenas 11 años. Es una niña reservada pero si la enfadan no es de las que se callan, también con muchos problemas ya que su padre no p...