Escucho la puerta abrirse y me seco las lágrimas lo más rápido posible. Se me para el corazón al pensar que puede ser mi padre, pero al escuchar la voz veo que no.
—Naia, ¿qué haces tirada en el suelo? —Elsa se extraña y cierra la puerta a sus espaldas.
—Nada, va todo bien. —Me levanto petrificada al verla. ¿Qué le digo yo ahora?
—Pero si estás llorando. —Se impacta tapando su boca—. ¿Qué ha pasado con tu padre?
—Me ha dado una mala noticia, solo eso. —Me excuso nerviosa.
—¿Segura? —No me cree, cómo es obvio. Asiento levemente, pero su cara no se ve muy convencida—. Naia puedes contármelo, puedes confiar en mí. —Noto la preocupación en su voz.
¿Enserio cree que se lo contaría? No se lo voy a contar ni a mis amigos.
—Que va todo bien. —Le respondo bruscamente—. Son temas de familia que no te incumben. —Entonces, me voy dejándola ahí plantada.
Cojo una larga bocanada de aire para caminar por los pasillos nerviosa hasta llegar a clase. Aunque no quiera ir, se lo prometí a Fermín. Al entrar, soy parada en la puerta por la voz de Héctor.
—Naia, me he enterado de que has faltado a la clase anterior. ¿Se puede saber por qué? —Me pregunta extrañado.
—No, no se puede saber. —Le respondo con un noto borde que noto hasta yo.
—Anda pasa. —Me lanza una rara mirada y me siento junto a la ventana para no atender en toda la hora.
Noto la mirada de mis amigos sobre mí y eso me produce agobio. A demás de que mi cabeza no deja de pensar en lo recién ocurrido y eso me revuelve el estómago. Saber que Elsa me ha visto, no me fío de lo que pueda hacer con esa pequeña información.
Al final de la clase, Héctor reparte una hoja a cada uno con los libros del trimestre.
—Joder Héctor, que coñazo.
—Se trata de leer los libros, no la lista, Roque. —Le burla Héctor.
En timbre suena y me levanto sin prisa. Paso por el lado de Carol que habla con Marcos y entonces, se le cae la hoja que nos dió Héctor. Cuando se agacha para recogerla, la piso con el pie hasta rajarla a la mitad y ella tiende a mirarme mal, pero a la vez preocupada. Yo al ver que me mira, no tiendo ni a mirarle a los ojos.
—Que pena, se ha roto. —Me preocupo con falsedad.
—Naia, ¿qué mierda te pasa? —Me pregunta Marcos impaciente y algo agresivo.
—¿A mí? nada, yo estoy de puta madre. —Digo fingiendo una sonrisa.
Paso de largo y Héctor me llama, entonces ruedo los ojos fastidiada y me acerco a su mesa.
—Tenemos que hablar. ¿Te ha pasado algo con tus amigos, Naia? No se te ve muy contenta. —Se preocupa.
—Que esta todo bien, joder. No pasa nada. —Le respondo bordemente.
—He visto que ha venido tu padre. —Al escuchar eso, el cuerpo se me congela—. ¿Qué habéis hablado?
—¿Qué más te da? Tú ya no eres el director de este internado y esto no es cosa tuya. —Y después de vacilarle, me voy dejándole ahí.
Salgo y veo a mis amigos un poco a lo lejos, los noto impacientes, supongo que me esperan. Entonces, intento ir en la dirección contraria, pero ellos me siguen y no puedo evitarles. Acelero el paso hasta que paran frente a mí.
—Naia para, tenemos que hablar. —Me para Caye agarrándome la mano suavemente.
¿Por qué Cayetano se comporte así? Él ya lo sabía. ¿Por qué me hace esto?
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𝐋𝐎𝐒 𝐆𝐀𝐋𝐕𝐀𝐍 - 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙙𝙤 𝙇𝙖𝙜𝙪𝙣𝙖 𝙉𝙚𝙜𝙧𝙖
DiversosNaia es una niña de 16 años que ha tenido una vida difícil y más desde que nació su hermano Izan cuando ella tenía apenas 11 años. Es una niña reservada pero si la enfadan no es de las que se callan, también con muchos problemas ya que su padre no p...