❪Extra❫ 002. Oh Cara Mia.

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Enid estaba muy nerviosa. Arreglaba una y otra vez su cabello y corbata frente al espejo. Algo de sudor caía desde su frente y se daba cachetadas con tal de reaccionar y calmarse. Miraba su reloj, siendo ya las 12:30. Golpeaba el pie repetidas veces contra el suelo,  caminaba de un lado a otro, gritaba, saltaba de alegría, retenía sus lágrimas, movía su cola...

¿Quién no estaría así si está a punto de casarse?

Respiró profundo y se sentó en el sofá. Miraba con nervios cada rincón de la habitación en la que se encontraba, intentando distraerse con algo. Su amiga Yoko la había llevado a su hogar para alistarla antes de la boda.

Vestía un traje blanco, corbata negra y unos zapatos negros bien lustrados. Le hubiese gustado llevar un vestido en vez de ese apretado traje, pero su novia sería quien lo llevase; estaba ansiosa por ver lo hermosa que se vería.

Apretó los puños y movió las piernas de manera impaciente. Sus orejas aparecieron al ver la puerta de la habitación abrirse. Se levantó asustada y miró nerviosa a la figura que se asomaba: Yoko Tanaka, su amiga de toda la vida.

— Enid. — Habló la de gafas, mostrando sus afilados colmillo en una sonrisa. — Ya es hora.

Y mientras la licántropo era consumida por los nervios, Merlina pasaba por una situación algo similar.

Con un estrafalario vestido negro, reposaba en una silla frente al espejo. Llevaba ahí minutos, intentando calmarse en su plácido silencio y soledad. Pero le era imposible teniendo a sus padres y hermano gritando detrás de ella.

Su padre lloraba de felicidad, su madre lo consolaba con apasionados besos y su hermano se burlaba una y otra vez de ella... Ah, y no podía olvidar a su tío Lucas y a Dedos, quienes jugaban a las fuercitas en una esquina, llevándose Dedos todas las victorias.

— ¡Mi pequeña victimaria va a casarse, querida! — Exclamaba con emoción el robusto hombre, tomando de las manos a su amada y limpiando sus lágrimas. — Nuestro pequeño escorpión ya es toda una adulta y va a casarse con el amor de su vida...

Lo único que quería Merlina en ese momento era hacerse bolita y desaparecer de la existencia. — Me estoy arrepintiendo de esto... — Susurró. Su hermano logró escucharle, alzó una ceja al oírla ¿ahora se estaba arrepintiendo?

— ¿Se puede saber por qué?

— No lo sé, simplemente creo que es innecesario... Digo, le pedí matrimonio porque ella una vez me dijo que casarse era su sueño, y si, la amo, pero casarse no cambiará nada...

— Padre dice que es solo una formalidad, no la amarás más por casarte con ella... Solo disfruta del momento, supongo. Llegarás al altar, dirás un par de palabras, la besaras y luego iras a su luna de miel... — El chico perdió la mirada al decir esto último, se veía pensativo. — ¿Qué se hace en la luna de miel?

— Cosas que tú no harás nunca en tu vida por ser un espantaviejas.

Y después de un par de insultos por parte de los hermanos y besos exagerados por parte de los dos mayores, la familia partió hacia el lugar en donde se haría la ceremonia: un cementerio

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Dios, dame paciencia, los nervios me están matando. Merlina se está tardando más de lo que debería ¿Acaso me ha dejado plantada? No, no lo creo... Puede que sea algo hija de puta aveces, pero no sería capaz de hacer eso.

Siento las miradas ansiosas de todos los presentes. Miro los asientos de al frente, en donde deberían estar los familiares más cercanos, como padres y hermanos. Mis padres no han venido a verme, solo Markus, mi hermano.

Calidez | Wenclair AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora