IX

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Habían pasado los últimos minutos en silencio. Escucharon cuando el resto de los alumnos se dispersaron después del desayuno, dirigiéndose a sus propias actividades. En algún momento un suave golpeteo se oyó en la puerta y la voz de Ajax llegó a sus oídos, pero eso no hizo más que provocar que las chicas continuaran sus caricias en silencio, hasta que el chico dejó de insistir y se fue. Ahora, aunque estaban recostadas una junto a la otra, se miraban de frente. La rubia apoyaba su cabeza en una de sus manos, mientras que con la otra recorría con la yema de los dedos el rostro de Wednesday, que había vuelto a su seriedad habitual, pero no apartaba la vista de la ojiazul. Dejaba que el blanco dedo tocara su nariz, deslizándose por ella, bajando a sus labios, que dibujaba muy suavemente. Enid seguía con atención el recorrido, como si estuviera completamente concentrada en ello. Subía nuevamente y acariciaba las cejas de la chica Addams, acomodaba un mechón de su fleco para despejarlo del rostro y colocaba luego la palma de la mano contra su mejilla, para volver a perderse en la negra mirada. Respiraban con calma y un aire tibio se sentía entre sus cuerpos aún desnudos, cubiertos por la colorida manta de la chica lobo.

Enid sentía la respiración ligera de Wednesday llegando hasta ella y tocaba con cuidado sus facciones volviendo de tanto en tanto la mirada hacia sus ojos, que parecían no parpadear, contemplándola. Le regaló una sonrisa que, aunque la pelinegra no respondió con otra, sintió devuelta en su mirada. Su mano acariciaba su cuello y la parte superior de la pálida piel, pero Wednesday no cambiaba de postura ni rechazaba el contacto. En ese justo momento, Enid habría deseado que el tiempo se volviera eterno y que nunca tuvieran que abandonar aquella habitación, aquella cama. Su corazón deseó que el mundo fuera de ahí se acabara, dejándolas sólo a ellas dos. El dolor que le escocía dentro de la conciencia había desaparecido completamente y el miedo que le había impedido dormir dos noches antes se había derretido en aquellos labios que ahora tocaba. Notó la ligera marca de sus propios dientes en ellos. Dejó caer su cabeza en la almohada, quedando a la altura de Wednesday. Volvió a sonreír, enredando sus piernas entre las de la chica, que se dejaba hacer sin esfuerzo. Se acercó más a su cuerpo y hundió el rostro en su cuello. El corazón le estallaba en colores y en mariposas que se expandían hasta la punta de sus pies.

Wednesday se quedó quieta, pero no tuvo intención alguna de alejar a Enid de ella. Tenerla cerca en ese momento era todo lo que necesitaba. De alguna forma que le costaba entender, temía que si hacía el mínimo movimiento, Enid desaparecería como si de una cortina de humo se tratara, por lo que prefería simplemente deleitarse con observarla. Se complacía en silencio con los gestos que la rubia hacía al acariciar su rostro. Miraba el brillo que destellaba de aquel par de océanos y sentía un rastro de calor por donde la caricia de Enid pasaba. Enid la miró y le sonrió con ternura... algo se agitó dentro del estómago de Wednesday. Su mano, oculta bajo la cobija, se cerró suavemente. Cuando Enid se acurrucó contra ella, instintivamente Wednesday pasó su propio brazo bajo la cabeza de ésta y su mano quedó ligeramente posada en la espalda de la chica lobo. La frente de Enid quedó a la altura de sus labios, por lo que Wednesday le dio un delicado beso antes de cerrar los ojos y quedarse dormida en su abrazo.

Wednesday cerró la negra maleta con un clic y dio un paso atrás, para permitir que Lurch la tomara y la bajara al recibidor, donde una maleta más y una mochila ya esperaban la llegada de Xavier al domicilio Addams. Cuando Lurch dejó la habitación, Wednesday vio la figura de su madre junto a la puerta. Se sentó en la orilla de su cama y esperó a que Morticia hiciera lo mismo. Al hacerlo, su madre tomó la fría y delgada mano entre las suyas y se acercó a Wednesday para besar su frente.

―¿Tienes todo lo que necesitas, cariño?

―Sí, madre. Solamente no llevaré la máquina de escribir.

―Me parece bien, hija. Viper puede tomarse un descanso.

―Madre... ―comenzó Wednesday, pero no supo cómo continuar. Bajó la mirada, triste.

Snap Twice | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora