VI

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Sus labios eran sorpresivamente tibios. Y terriblemente suaves. Un roce tímido fue lo primero que sintió en la oscuridad de sus párpados. Paralizada por la sorpresa, no tuvo una reacción instantánea, pero en cuanto el primer roce cesó, el aire abandonó de golpe sus pulmones, en un callado gemido. Sentía palpitar su corazón tan fuerte que estaba segura de emanar un calor sobrenatural por toda su piel en ese instante. Algo se empujaba por salir de su pecho y lo único que atinó a hacer fue a alzar las manos y tomar entre ellas el pálido rostro que en ese momento se alejaba de sus labios, en un impulso por detenerlo y continuar aquello que el casto y dulce beso había comenzado...

¡Wow! ¡Enid! —escuchó una risa varonil y abrió los ojos sorprendida. El rostro de Ajax se inclinaba sobre ella, sostenido entre sus manos. —No esperaba que despertaras tan fácilmente ­—volvió a reír el joven.

Enid se sentó en la cama, moviendo a Ajax hacia atrás con una mano en el hombro del chico. Miró confundida a su alrededor y se dio cuenta de que el día se había acabado, que probablemente se había quedado dormida llorando y que tenía un hambre voraz... Ah, y que Ajax estaba ahí.

—¿Ajax? —lo miró alterada a los ojos, con una mezcla de enojo, frustración y miedo —¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?

­—Bueno, no contestabas el teléfono y... parece que lo olvidaste —el chico deslizó sobre su rostro un dedo, moviendo un mechón de su cabello para acomodarlo tras de su oreja. —Me invitaste a pasar con tu familia unos días, ¿recuerdas? Entiendo que lo hayas olvidado, fue antes de... pues de lo que pasó en Nevermore. ­—Ajax la miró con ojos expectantes, aguardando una respuesta.

Enid sintió una punzada de culpa por haber olvidado el acuerdo y empujó con pura voluntad el nudo que se le atravesaba hacia abajo, fingiendo una sonrisa —¡Ya recuerdo! Discúlpame, estuve tan agotada estos días y en todo esto de la transformación, pues... —levantó la otra mano para mostrarle el teléfono destrozado que aún estaba en ella. —Se supone que papá me llevaría a comprar uno hoy, pero probablemente por quedarme dormida prefirió no despertarme...

—¡Caray! —respondió el chico, tomando el aparato en sus propias manos. ­—Esto explica un montón de cosas, jaja.

Enid rio calladamente, con la mente en blanco y mirando el rostro de Ajax, como si quisiera encontrar en él a alguien más.

—Bueno, pues... ¿quieres que vayamos a cenar? Me estoy quedando en la ciudad con mis padres y me prestaron el auto para venir a verte. —La sonrisa del chico le enterneció, lo que hizo aquella punzada aún más dolorosa.

­—Claro, vamos. Solamente me tengo que cambiar, sigo con la ropa de ayer... ­—contestó la rubia, mirando la sudadera que tenía puesta desde la madrugada anterior, al volver del bosque.

—¡Vale! Entonces te espero afuera ­—Ajax se levantó e hizo ademán de salir, pero volvió sobre sus pasos rápidamente para darle un beso a Enid, quien, sin esperarlo, lo recibió secamente en los labios, volviendo a quedar desubicada. Por suerte, el chico no notó nada y se encaminó a la puerta. Cuando el sonido de ésta se escuchó, Enid gimoteó adolorida. Le dolía la existencia en ese instante. De mala gana se puso de pie y comenzó a sacar algunas prendas para usar. Al abrir su mochila en busca de su brillo para labios, lo primero que encontró fue aquel snood rosa. Su ceño se encorvó con una tristeza clavada en su corazón. Lo sacó con cuidado de ahí y volvió a quedarse en blanco...

—Wednesday...

Wednesday... ­—suspiró la chica lobo, con ambos ojos cerrados, sintiendo aquella pequeña y delgada mano aún en su rostro. Sintió cómo sus frentes quedaron juntas inclinando su cabeza. Sentía aquella respiración tan pesada como la suya, como si el oxígeno del ambiente se hubiera vuelto espeso, dificultando el acceso a sus cuerpos. Cerró con más fuerza los ojos, negándose con toda su voluntad a soltar aquel rostro, a romper la fragilidad de aquel instante, a dejar que el mundo siguiera girando. Como respuesta a sus pensamientos, una voz llegó a sus oídos.

Snap Twice | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora