Epílogo

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Las estrellas resplandecen aquella noche de luna nueva mientras Enid Sinclair camina despacio, en silencio, rozando con las puntas de los dedos las lápidas. En su mano sostiene un ramo de rosas blancas y se desliza pensativa hasta llegar al lugar que busca. Aún después de tantos años, se sigue sintiendo como una intrusa en el cementerio Addams... Se queda de pie unos instantes contemplando aquella inscripción y suelta un suspiro nostálgico mientras se pone de rodillas y deposita cariñosamente el ramo sobre la tumba.

Con las manos sobre las piernas comienza a revivir momentos esporádicos de su juventud y no puede evitar una sonrisa en sus labios, seguida por lo que, teme, será una lágrima.

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―¿Estás completamente segura?

―Pregúntalo una vez más y saldré por esa puerta.

Enid rio, nerviosa, y Wednesday tomó sus manos entre las suyas, haciendo que aquellos ojos azules volvieran hacia ella. La profunda oscuridad la calmó y la pelinegra deslizó su mano por el rostro de la rubia con delicadeza. Wednesday le dedicó una sonrisa sincera y llena de amor antes de unir sus labios a los de Enid suavemente, calmando sus nervios por completo. Cuando el beso terminó, la chica lobo se sentía mucho más segura y tomó una larga bocanada de aire, soltando un suspiro.

―Ok, estoy lista...

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Las enormes puertas de roble barnizado se abrieron sin hacer el más mínimo ruido, causándole un hueco en el estómago que la paralizó una vez más. Por suerte, no estaba sola.

―Venga, aquí estoy.

Enid dirigió la vista al par de ojos azules y cálida sonrisa que le levantaban el ánimo en aquel importante momento. Como señal divina, la música comenzó en ese instante y el ruido que hicieron aquellas personas al levantarse y girarse hacia ella la devolvió a la realidad. Despacio, su padre la guiaba por aquel pasillo iluminado por cientos de velas y el aroma de la inmensa cantidad de flores inundó su olfato. Miraba de reojo hacia los lados para evitar dirigir la vista hacia enfrente, pues sabía que ese era el único punto que podría hacer que se desmayara en aquel momento... Las sonrisas y lágrimas de felicidad en los rostros de sus familiares y amigos la hacían sonreír también, recuperando la sensación de calor en sus miembros, que se habían entumecido por la ansiedad.

Aparecieron en su vista los alegres rostros de sus hermanos, quienes la miraban con una ternura nunca antes percibida por ella mientras le hacían señas y gestos con la intención de sacarle alguna risa que le ayudara a sentirse menos asustada, objetivo que fue fácilmente conseguido. Luego vio la mirada llena de dulzura de su madre, quien era incapaz de contener el llanto y dejaba ver con claridad las ganas que tenía de salir al pasillo y rodearla con sus brazos.

La rubia sintió el corazón pleno de alegría y se supo completamente rodeada por todo el cariño y afecto incondicional de su familia, presente en aquel decisivo momento para ella. Eso terminó por infundirle el valor que le hacía falta para volver su vista hacia el otro lado del pasillo, donde una colección de personajes de lo más extravagantes, todos vestidos de manera tétrica y formal, le respondieron con sonrisas igualmente brillantes y cálidas que las de su propia familia. Aquellos ojos oscuros, tan característicos de los Addams, ahora desbordaban un amor tan grande que Enid lo percibía en la piel. Finalmente, sin poder resistirlo más, la rubia deslizó la mirada hacia enfrente...

El tiempo se congeló ante aquella visión. De pie, con las manos entrelazadas y cubierta por un perfecto vestido negro que revivió en la memoria de Enid aquel día en Nevermore, Wednesday la esperaba, con esa media sonrisa que le había robado el corazón. Sus ojos negros reflejaban por primera vez una mirada tan llena de amor que Enid se olvidó por completo de toda la gente alrededor y dejó de escuchar el resonar de sus zapatos en la alfombra, incluso la música se había detenido en sus oídos. Todo en su vista era Wednesday Addams. Sintió el tibio beso de su padre en la frente, pero le fue imposible apartar los ojos de la pelinegra, así como ésta no quitaba la mirada de ella. Cuando por fin estuvieron a solas en aquella plataforma, no pudieron evitar reír con nerviosismo. Y con sus risas volvió el mundo exterior... ¿cuánto tiempo había pasado? Jamás podrían decirlo con seguridad, pues durante el resto de sus vidas no recordarían más que aquellas risas traviesas, el calor de sus manos unidas y la voz que finalmente hizo la pregunta...

Snap Twice | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora