VII

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―¡Wednesday!

La pelinegra despertó sobresaltada sentándose de inmediato en la cama, con la respiración agitada y las manos cruzadas sobre el pecho, que se balanceaba rápidamente hacia arriba y hacia abajo. Con una mano helada se tocó el rostro y lo notó húmedo de sudor. Había sido tan real En un impulso, tomó el aparato que aún descansaba en su buró sólo para descubrir que la respuesta de Enid no había llegado. Soltó un suspiro frustrado y se levantó impulsada por la molestia de la cama. La luna aún brillaba alta en el cielo. Se encaminó hacia el balcón de su habitación, abriendo ambas puertas para dejar que el frío aire de la madrugada le llenara el pecho. Descalza, alcanzó el barandal de madera y se apoyó en los codos, cubriendo su rostro con las manos. La invadía una molesta sensación, algo a lo que no estaba acostumbrada. Sentía unas ganas terribles de salir en ese momento a buscar a Enid. Enid Sinclair. Nuevamente resopló con furia, volviendo la mirada aparentemente insensible al cielo. Sus ojos se mantuvieron fijos hacia las estrellas mientras revivía el sueño que la había despertado momentos atrás.

En el sueño, Enid corría por el bosque, transformada, gimoteando como si se sintiera herida. ¿Acaso algo la perseguía? Wednesday se perdió en sus pensamientos, como si intentara alcanzar de alguna manera la mente de Enid, donde estuviera. Pero en lugar de conseguir algo remotamente cercano, se le vino a la mente el último día en Nevermore antes de volver a casa.

―Wednesday, déjame explicarte.

―Te puedo garantizar que no me interesa en lo más mínimo. Y aún si me interesara ―, volteó a mirar a la chica a sus espaldas, mientras cerraba con una mano el estuche que cubría su máquina de escribir, ―no tienes ninguna obligación de explicar nada ni yo de hacer cuestionamientos de hechos que son absolutamente claros.

Volvió a darle la espalda para tomar la agarradera del estuche de piel negra. Sentía un zumbido en los oídos desde un par de días antes, cuando, al entrar a la habitación por la noche, se había topado de frente con Ajax. Esa noche, el chico había salido acomodándose la sudadera recién puesta y con una gran sonrisa en los labios. Enid lo miraba desde la cama y su propia sonrisa se desvaneció al ver a Wednesday. "¡Hola!", había alcanzado a decir el chico mientras Wednesday miraba fijamente a Enid, sin prestarle atención y sin moverse del lugar, obstruyendo su salida. "Ehhh... adiós". Dijo finalmente, esquivándola para salir rumbo a las escaleras. Wednesday se había quedado completamente paralizada, aunque su rostro denotaba despreocupación e indiferencia. Sólo Enid reconocía el dolor en su mirada. Ambas se miraron en silencio por lo que pareció una eternidad. Entonces Enid sonrió antes de hablar. "Ajax vino a acompañarme después de esgrima, vimos una película juntos y mira", tomó un objeto que hasta ese momento, Wednesday no había notado, "me trajo flores". Las acercó a su nariz e inspiró el aroma, cerrando los ojos. Al abrirlos, sintió claramento cómo se agrietaba su corazón. El rostro de Wednesday, aparentemente aún normal, emanaba una enorme tristeza. Enid se arrepintió inmediatamente y Wednesday suspiró, se dio la media vuelta y volvió a abandonar el cuarto cerrando la puerta. "Bien por ti".

―Wednesday, sólo escúchame, ¿quieres?

―No sé exactamente cuál es tu juego, pero no tengo interés alguno en perder mi tiempo mientras lo averiguas. Adiós, Enid. Que disfrutes tus vacaciones.

El rostro de Wednesday se rompió finalmente, denotando por primera vez en muchos años lo que realmente sentía que le estaba destrozando la cordura. Cerró los ojos y dejó escapar un sollozo profundo mientras dos lágrimas se deslizaban por los contornos de su rostro. Al bajar la cabeza y sostenerla con sus manos para seguir llorando, no notó el pálido rostro que, entre las penumbras del cementerio, la observaba fijamente.

Snap Twice | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora