III

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Wednesday suspiró antes de separar los brazos de su pecho y sentarse en la cama. Un relámpago inundó de luz por un instante la habitación. La tormenta del exterior solía arrullarla en cualquier otra circunstancia. Pero justo ahora, le era imposible conciliar el sueño, escuchando los gimoteos angustiados de Enid, quien se revolcaba dormida en su propia cama. Wednesday la miró por unos instantes notando cómo el mal humor era sustituido por una desconocida sensación cálida dentro de ella. Silenciosamente, se puso de pie y se dirigió hacia Enid. Se sentó en la orilla de su cama y miró brevemente a Enid antes de colocar su mano con cuidado en la rubia cabellera. Casi al instante los gemidos de Enid fueron calmándose, hasta que, muy despacio, la chica abrió los ojos, con el rostro cubierto de sudor.

Wednesday...

¿Estás bien?

Enid miró la silueta recortada contra la luz de la ventana, calmando su respiración. Entonces se dio cuenta de lo extraño que resultaba tenerla tan cerca y se levantó involuntariamente, quedando apoyada con sus manos en el colchón. Wednesday retiró su mano, pero no hizo gesto de moverse de su lugar.

Discúlpame. ¿Te desperté?

Para despertarme primero deberías haberme dejado dormir.

Enid rio un poco bajando la mirada. Wednesday sintió una sutil sonrisa contraer sus músculos. La chica lobo se volvió a recostar, exhalando fuertemente. En ese momento la pelinegra pudo ver en un destello de luz los profundos cortes que cruzaban su rostro y sintió un abrumador impulso de rozarlos con la punta de los dedos. No por la embriagadora curiosidad que le causaba la sangre en cualquier otra circunstancia, sino por el contraste que hacía el tono con la personalidad de Enid.

Tengo miedo...

Las palabras la tomaron por sorpresa, pero continuó impasible, mirándola fijamente.

¿De qué, exactamente?

De que sigas en peligro...

Wednesday sintió un vuelco en el estómago y Enid cerró los ojos, colocando su brazo en la frente.

No hay peligro alguno en esta habitación, Enid. Excepto el que pueda causarme continuar en vela por una noche más. La gente puede tener un brote psicótico por falta de sueño, ¿lo sabías?

Enid no sonrió. Volvió a abrir los ojos y las miradas de las chicas se encontraron. Wednesday desvió la mirada después de unos segundos, nerviosa, aunque sin demostrarlo. Se levantó de la cama y estaba a punto de alejarse cuando la mano de Enid la atrapó por la muñeca.

No te vayas...

La pelinegra se volvió para mirar primero su muñeca, luego a la chica del cabello rubio y aquellos ojos suplicantes que tan fácilmente la hacían cambiar de parecer, como recientemente había descubierto.

—Aunque me resulte altamente atrayente la idea de ser atacada una vez más, no saldré de la habitación en la madrugada, Enid.

Quiero decir... que te quedes aquí conmigo...

Wednesday comprendió lo que Enid le estaba pidiendo y por un momento dejó de respirar. Un abrazo había sido demasiado, pero ahora... La petición le pareció de una magnitud descomunal y estuvo a punto de arrancar su brazo del agarre de la chica, pero nuevamente volvió a toparse con aquellos ojos... Apretó fuertemente la mandíbula y respiró con profundidad.

Sólo hasta que te quedes dormida.

Como respuesta, la chica lobo sonrió contenta y se movió rápidamente hacia la derecha, dejando sitio para que Wednesday pudiera acomodarse a su lado. Ésta última se sentó perfectamente rígida junto a la rubia, quien no dudó ni un segundo en pasarle el brazo por encima, acurrucando su cabeza en las piernas de la pálida chica. Tomada por sorpresa, Wednesday no supo bien qué hacer con las manos, hasta que éstas encontraron su sitio en la cabeza de Enid. Soltó un suspiro e inconscientemente comenzó a acariciarla. Como respuesta, Enid aumentó ligeramente la fuerza de su agarre. Varios minutos pasaron y las dos se hundieron en sus pensamientos.

¿Wednesday? La mencionada volvió a la realidad.

¿Sí?

Duerme conmigo, hoy. —Wednesday estuvo a punto de empujar suavemente a la chica para levantarse, declinando la petición, pero Enid volvió a hablar. —Por favor. No dejo de tener este sueño en el que... —apretó con fuerza a Wednesday, ocultando su rostro entre su pijama y la cobija —en el que no llego a tiempo y Tyler... y... y tú... —su voz se quebró en un lloriqueo mal reprimido.

Wednesday volvió a sentir la molesta calidez dentro de su pecho y a regañadientes, logró moverse entre el agarre de Enid para acomodarse a su lado, quedando a la misma altura. Con su mano libre hizo que Enid la mirada de frente y esos ojos llenos de lágrimas la inundaron.

Eso no pasó, Enid. Y no pasará. colocó su mano en el rostro para limpiar el rastro de lágrimas y la posó sobre la mejilla. Escucha muy bien, Enid, porque no lo voy a repetir. Me salvaste. Llegaste justo a tiempo y me salvaste. Y ahora, por tu culpa, seguiré en la tortura de este mundo absurdo y oscuro llamado vida. dijo con rostro serio para hacer sonreír a la chica, causando que soltara una risa suave y se abrazara al tenso cuerpo de Wednesday, quien no estaba acostumbrada ni a tanta cercanía, ni a tanto contacto, ni a tanto afecto. Enid ocultó su rostro en el cuello de Wednesday, lo que hizo que ésta se estremeciera con el roce de su respiración.

Gracias. Te quiero, roomie. Murmuró contra su piel.

Wednesday sintió cómo los nudos que tensaban toda su anatomía ante aquella incómoda e inexplorada situación se desataban lentamente, al compás de la respiración de Enid, que poco a poco se volvía pesada mientras ésta conciliaba un sueño tranquilo, aún aferrada a la chica Addams. Finalmente, ésta última colocó su mano libre en la espalda de Enid, abrazándola por segunda vez y, después de unos minutos contemplando la oscuridad brevemente rota por los relámpagos, también se quedó dormida.

Snap Twice | WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora