• Capitulo 1: "¡Dulce España!"

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Sidney Smith:

Ya habían pasado nueve meses. Nueve meses de mi ruptura con Gavi. Él, en otras palabras, me abandonó. Nunca me dió razones, pero supongo que fue por su carrera futbolista.

A veces me hubiera gustado que me dijera las razones.

Durante ese periodo de ruptura y mucho antes, conseguí cumplir mi sueño de ser una modelo reconocida. Eso hizo que me distrayera un poco, aunque admito que los primeros meses fueron dolorosos. Incluso lo fue más cuando mi madre murió en Marzo.

Mes cuando Gavi me abandonó.

El hecho de que él no haya aparecido ni siquiera en su funeral, sabiendo que mi madre lo amaba tanto, fue un golpe bajo. Incluso para mí padre, que también le quería.

Segui adelante a pesar de los comentarios ofensivos. La mayoría de las personas solo me buscaban para saber de Gavi. Jamás he tocado el tema. No quiero hablar de eso, mucho menos en la televisión. Pero él sí, y vaya que lo hizo.

16/04/22, 12:30 a.m. Los Angeles, California:

— Gavi, que alegría tenerte aquí.

El chico sonrió, tímido.

— Gracias a vosotros por invitarme.

— Vale, te haré una serie de preguntas que tus fans te han enviado.

El sevillano asintió. Las preguntas comenzaron.

— ¿Quién es Sidney?

Gavi suspiró. Repiqueteó sus dedos en su rodilla.

— Mi ex-novia.

— ¿La querías?

No contestó. Tampoco asintió. No dijo nada. Se limitó a responder, haciendo que se oiga un gran "Ohh" en el estudio. Se notaba su incomodidad, puesto que bajaba la mirada y se notaba un poco arrepentido.

Pero lo hecho, hecho está.

— ¡Siguiente pregunta!

— James, que estoy aquí — puse los ojos en blanco y sonreí —. Vale, te espero en la esquina.

Colgué la llamada y guarde mis cosas. Estaba saliendo de mi salón y James me estaba esperando afuera. Íbamos a tener una cita.

Vale, que no se note la emoción.

— ¡Linda! — escuché la voz masculina detrás mío. Me giré con una sonrisa ladina y lo miré fijamente.

— James, que apuesto te ves — puse mis brazos al rededor de su cuello, sin borrar mi sonrisa.

— Tú no te quedas atrás — puso sus manos en mi cadera y comencé a sonrojarme.

— Lo sé.

James sonrió. Acerqué su rostro al mío y uní nuestros labios en un dulce beso.

— Joder — lo oí suspirar —. No ha pasado ni unas horas y extrañaba tus labios.

Estaba segura que mi cara estaba de un color muy cercano al rojo. Las palabras de James siempre me hacían sonrojar. Sea un beso o unas palabras, hacia que me ponga nerviosa con tan solo su presencia.

Cosa que amaba de él.

— Vale, Romeo. ¿A donde me llevaras esta noche? — pregunté entusiasmada. Nos subimos al auto rápidamente, donde él comenzó a conducir. Puse mi mano encima de la suya.

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