• Capitulo 23: PARTE UNO

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PABLO GAVI:

En horas la gente comenzó a llegar en multitud. Sidney tenía muchos amigos escondidos de por allí. Llegaron Luke junto con su hermano y algunos amigos de Los Ángeles. También estaba Floppy — lamentablemente —. E incluso Pedri, me sentía mejor con él cerca, al menos podría ayudarme con el tema de Lila un poco. Necesitaba ayuda urgentemente, la verdad.

Miraba mi móvil a cada segundo. Sus llamadas eran varias, ninguna contestaba. Solo iban a ser amenazas, que claramente no iba a escuchar.

Por el lado de Sidney, estaba muy emocionada por su cumpleaños. Era como una niña, se veía tan jodidamente tierna.

Optamos con que el lugar donde se festejaria su cumpleaños sería en un enorme edificio. No daba muy buenas vibras, recordando lo que sucedió un mes atrás, pero era uno de los mejores. Tenía seguridad de más y era casi como un PentHouse.

Sidney quería hacerlo en otro lugar, ya que no quería molestar a mi familia. Y por mucho que queramos cambiar su opinión, fue imposible. Ya tenía el cuarto del edificio reservado.

Aunque subestime un poco el lugar. Era casi como una casa, tan enorme que podrían entrar aproximadamente 400 personas en ese lugar.

— Aquí mi padre siempre festejaba su cumpleaños. Prometí que este año lo haría yo aquí — Suspiró, tomando mi mano —. Te encantará.

— Te intentaré creer — Sonrei, abrazándola —. Quiero que disfrutes este cumpleaños.

— Contigo a mi lado, lo haré.

Sonreí, pero esa sonrisa se fue desvaneciendo a medida que los recuerdos de Lila volvían. No quería que esas fotos sean publicadas. Más allá que sean viejas, temía de herir a Sidney. No quería volver a perderla.

La noche llegó y los invitados seguían alli. Me tomé el tiempo de ir a buscar la torta, que estaría unos 20 pesos abajo. ¿Por qué tenían que elegir el piso 21?

Aunque agradezco que no haya sido el 201, me suicidaria a mi mismo si fuera así. No podría ver la ventana del miedo que me daría caer.

— Ve con cuidado, Pablo — Mamá me apuntó con el dedo —. Si se llega a caer la torta, te mataré con mis propias manos.

Mamá le tenía un gran aprecio a aquella torta. Le había costado horas hacerla, le había puesto mucho esmero y cariño, todo por Sidney. A veces sentía que esa mujer quería más a mi novia que a sus propios hijos.

Bajé por el ascensor, puesto que no quería bajar las escaleras. Iba a tardar mucho, además que no quería que mis pies se hagan daño.

Eres un profesional.

Y al ser profesional, merezco que mis pies estén en forma.

— Hola, ¿la torta de Sidney Smith..?

— Aquí, guapo.

Oh, mierda.

— Lila.

— Hola, bebé — Intentó que sus manos lleguen a mi cuello, pero me movi rápido y puse una mueca.

— ¿Qué haces aqui?

— Me gustaría creer lo mismo — Sonrió irónicamente —. ¿No se supone que estarías en tu casa? ¿Llorando por romper con Sidney, quizá?

— No romperé con Sidney.

— Que cobarde eres — Me miró seria —. ¿Por qué lo haces tan difícil, Pablo?

— Porque la amo y no dejaré que le hagas daño.

Fingió que mi comentario le dió lastima y se limpió una pequeña lágrima.

Al límite Donde viven las historias. Descúbrelo ahora