• Capitulo 7: "Amanda"

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PABLO GAVI:

Volví a ajustar mi corbata. Estaba nervioso. No sabía el motivo. No le había dicho que era una cita pero..¿Realmente lo era? Es decir, por mi si, pero quizá a ella le parecía incómodo. Quise dejar esos pensamientos de lado y enfocarme en lo importante:

Ajustar esta maldita corbata.

Con suerte, mi hermana estaba para ayudarme. La movía tanto que quería quitármela.

— Quédate quieto — me retó. Me quedé quieto y en silencio. No quería hacerla enojar, ya me estaba ayudando bastante —. Listo.

— ¿Ya? — miré mi corbata por el espejo, sintiéndome muy bonito —. Se me da bien el negro.

Aurora puso los ojos en blanco y sonrio.

— ¿A quien verás esta noche? — Tragué saliva. ¿Se enojaria si le digo?

La miré por el espejo y ella puso sus manos en sus caderas.

Vamos, dijiste que dejarías se guardarte las cosas..

Esta es la excepción.

— Iré a ver a una amiga — No mentía, Sidney era una amiga, supongo. Pero Aurora no me creía. Me miraba con una ceja enarcada y no parecía estar de acuerdo.

— Ya, dímelo. No me enojaré, Pablo. No le diré a nadie.

Suspiré. Cerré los ojos y cuando los abrí, miré su expresión seria.

— Iré a ver a Sidney — ella estaba a punto de pegar un grito pero inmediatamente cubrí su boca, enojado —. ¡Cállate!

Ella estaba contenta. Sus ojos estaban chinitos y sonreía. Saqué mi mano lentamente y la miré con precaución y miedo.

— ¡¡¡SALDRÁS CON SIDNEYYYYY!!!

M-I-E-R-D-A.

¿Por qué tenía una hermana tan gritona?

Por supuesto que su grito hizo llamar la atención de mamá. Suspiré, enojado. No estaba para que ambas hablen de mi vida privada. Sabia que solo significaba una cosa; Jodidas eternas.

— ¡PABLO! ¿SALDRAS CON...?

— ¡QUÉ SI! — La interrumpi, poniendo los ojos en blanco. Mamá dió saltitos con ilusión mientras yo miraba al espejo, frustrado —. ¿Podeis parar de actuar como unas niñas?

— Veré a mi cuñada de nuevo — Sonrió para molestarme.

— No somos nada — e incluso decirlo dolía mucho, pero era verdad.

— Aún — me guiñó un ojo y salió de la habitación casi corriendo. Miré a mi madre y parecía algo preocupada.

— ¿Qué pasa? — le pregunté, dubitativo. Ella negó con la cabeza.

— Yo sólo...— Mordió su labio inferior y luego volvió a mirarme —...Quiero que las cosas entre vosotros salgan bien, hijo. Quiero que volvais.

— Esa no es decisión tuya, mamá — cerré los ojos, cansado —. No puedo obligarla a estar conmigo.

Mamá me miró, algo ofendida.

— ¿Quién habló de obligación? Hijo, lo que quiero decir es que luches por ella. Sidney es una chica muy inocente y sensible. No vuelvas a cagarla. Sabes que es tu única oportunidad para conquistarla de nuevo.

— Ya, pero..

— ¿La amas? — me interrumpió, callandome.

¿Qué pregunta es esa?

Al límite Donde viven las historias. Descúbrelo ahora