Your Name ☠ Death Note [LawLight] ✓Omegaverse

[28] ☠️Dependencia☠️

Los pasos apresurados de la joven rubia que revoloteaba por los pasillos infinitos se perdían en la inmensidad de su aflicción a causa de la ausencia de su amado castaño, su querido alfa.

Llevaba días sin dormir, tan solo dando vueltas en su cama aferrándose a una blusa impregnada del aroma de su Dios, la fragancia de la gloria, gloria que ahora se esfumaba entre sus dedos dejándole con el sin sabor de no encontrarle en ningún lado, de no saber nada de él desde la noche anterior, cuando fue a buscarle en vano.

Ahora los segundos parecían ser más eternos, su cuerpo sudaba de correr por todo el lugar con el afán de encontrar el rostro gentil de su adorado novio, quien parecía ajeno al amor que le proclamó hace unos días antes. Pensó que tal vez el joven alfa estaba ensimismado pensando en las posibilidades para acabar con el principal obstáculo, pero algo no cuadraba. El tiempo seguía corriendo y era un peligro que ese hombre, el tal L, tuviese bajo su posesión tal objeto tan preciado. ¿Por qué su Dios permitió tal cosa?

Misa, teniendo un poder tan magnífico, solo faltaba encontrarse cara a cara con ese detective y eliminarlo de sus vidas para siempre. Pero Light le había ordenado mantenerse al margen, no entendía por qué, aunque solo el castaño tenía información valiosa en el cuartel que podía indicarle el momento correcto. De cualquier forma, matarle sin consultarlo con antelación, era asumir el riesgo de llevarse el desprecio de Light a causa de su imprudencia.

¿Pero por qué? ¿Por qué si antes de todo este embrollo Light le ordenó hacerlo? ¿Por qué se retractaba?

Dio un suspiro queriendo despojarse del mal presagio que toda esta exhaustiva soledad le indicaba, rendida, se sentó en las escaleras que abrían paso a la calle desolada dónde se encontraban, era un barrio exclusivo, era difícil ver personas caminando por allí a horas tempranas de la mañana. Poco le importaba que ese maldito detective pudiera acusarla por salir a tomar aire fresco sin compañía del señor Matsuda.

Tomó su cabeza entre sus dedos, cargada de aflicción por la nueva actitud de Light, solo esperaba poder verle hoy para hablar con él. En verdad pensé que cuando esa pesadilla terminara al menos tendría una cita con el alfa. ¡Pero Light seguía encerrado en esa maldita oficina!

Al menos tenía la fortuna de vivir en el mismo edificio de su amado, aunque de nada servía, pues parecía haber sido esfumado.

En medio de sus preguntas sin respuestas, las voces tristes que le confundían escuchaban el sonido del motor de un auto acercándose peligrosamente y poniendo en alarma todos sus sentidos. Retuvo el grito de sorpresa que amenazó con salir y se levantó corriendo, registrando el lugar en segundos para luego resolver esconderse detrás de los muros del parqueadero. Por fortuna, para cuando el auto, de color negro y vidrios blindados aparcó en dirección al estacionamiento era imposible que pudiesen verle.

Se quedó observando la pared oscura limitándose de hacer algún ruido con su respiración agitada que pudiese delatarle, no sabía si se trataba de algún miembro de la investigación que pudiese delatar su extraña intromisión en aquel lugar solitario. Si alguien llegase a verle, sería una gran sospecha para confirmar las hipótesis del caso. Estando allí conteniendo cualquier sonido, escuchó los sonidos del seguro del auto, seguido de unos pasos que salieron de él, pero jamás hubiera pensado que escucharía esa voz...

-Ryusaki, espera...

Lo escucha claramente, ese era su Light, ¿Qué hacía allí? Sintió claramente esa fragancia fuerte, cargada de viriles feromonas, ¿Dónde había estado aquella noche? Su latir comenzó a acelerarse, en absoluta incertidumbre, pues su presencia allí con ese maldito detective no significaba nada grato.

-Sí, ¿Light?

Los pasos arrastrados de aquel repugnante sujeto se frenaron, sus sentidos se agudizaron queriendo escuchar atentamente, queriendo salir de su escondite para presenciar lo que ocurría con sus propios ojos. Pero no podía, estaba demasiado cerca y si llegaban a verle sería su perdición.