Your Name ☠ Death Note [LawLight] ✓Omegaverse

[03] ☠️ Oposición ☠️

🔎Sadderdaze- The neighborhood

La noche era mi momento favorito, mi lugar anhelado. Justo frente a la ventana, desde mi cuarto, tenía un telescopio que me permitía ver aquellos misteriosos cuerpos que iluminan el cielo. En el momento en el cual el telón se cierra, dejando a la tierra sumergida en total oscuridad, tan solo con la luz tenia de la luna.
El telescopio había sido el mejor regalo que mi padre podría darme, siempre tuve una fascinación por los planetas y las estrellas. ¡Tal vez alguna noche como ésta podría ver un extraterrestre! O al menos eso pensaba en medio de la ingenuidad de mi infancia.

Siempre me emocionó la idea de descubrir algo, encontrar un sello que me hiciera único y especial al resto, que me diera un motivo para esta vida sin rumbo que parecía ser solo guiada por mis padres. Pero el chirrido de la puerta de madera, me indicó que la única persona que veía algo especial en mí se acercaba de nuevo, con su sonrisa maternal y ese aroma suave que me recordaba las suaves caricias de una tarde entre juegos. Se acercó a mí con pasos dificultosos y revolvió mis cabellos castaños con afecto, con ternura, acobijándome en su calidez, en su protección sincera que nadie más podía brindarme.

-¿Qué haces, mi pequeño solecito?-preguntó con dulzura mi abuela, sentándose a mi lado mientras acariciaba mis hombros, observando al horizonte con su mirada brillante.

-Estoy viendo las estrellas y la luna... ¡también espero ver alguna nave extraterrestre o una estrella fugaz!-contesté rápidamente con una gran sonrisa señalando el telescopio. Mi abuela soltó una ligera carcajada al escuchar esto último, se enternecía con la curiosidad y vitalidad que sentía hacia lo que me rodeaba.

-¡Abuela!.. ¿Por qué hay estrellas tan juntas?-pregunté inocentemente, mostrándole dos estrellas en especifico que parecían estar una siguiendo a la otra. Al principio, ella me miró algo confundida antes de comprender cuál era mi inquietud. Cuando tenía la tierna edad de ocho años creía que los adultos podrían contestar todas mis preguntas.

-Oh, esa es una historia muy larga... Pero te la contaré. Verás, cada persona tiene una pareja predestinada, algo así como un alma gemela.- Comenzó a explicar mi abuela. Yo adoraba cuando me contaba acerca de sus anécdotas de vida, sus historias fascinantes o simplemente sus interesantes pensamientos, cuya magia radicaba en la seguridad de su narración. Al escucharla, no entendí en qué se relacionaba lo que me contaba con mi pregunta, aguardé silencio escuchando con atención.

-¿Pero qué es un alma gemela?-Pregunté con una sonrisa inocente. Mi abuela suspiró hacia el cielo con una suave sonrisa melancólica.

-Es una persona con quien te sentirás comprendido, quien entenderá tus sentimientos y te dará su cariño, al igual que tú a esa persona. Es quien te da esa pequeña porción de emoción que nos hace falta en la vida.

Sonreí imaginando tener algún amigo que pudiese entenderme, ¿existiría alguien así? ¿Qué pasaría si no le agrado a esa persona? Entonces sin medir las imprudencias desconocidas para un niño tan joven, me atreví a preguntar.

-¿Y tú, conociste a tu alma gemela?

Sonrió al escucharme, visualizando a esa persona especial contestó;

-Sí, lo conocí hace mucho tiempo, pero ya no está conmigo. Ahora está en el cielo resplandeciendo, esperando por mí.-Afirmó, mi vista estaba perdida en el cielo, despejado y privado de luz artificial que pudiese nublar el hermoso paisaje nocturno, iluminado y grandioso como solo podía serlo en su infinitud, aguardando tantos misterios.

-¿Y cómo sabré cuando haya encontrado a mi alma gemela, que pasaría si no me agrada?-Pregunté curioso, organizando las ideas que cruzaban mi mente llena de imaginación.