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Octubre de 2005.

 Liam, Niall y Zayn: 3 años, Harry: 2 años

Hoy ha sido un día horrible para Niall, lleva varios días enfermo con dolor abdominal horrible y en vez de cuidarle y hacerle sentir mejor todo lo que han hecho ha sido pincharle un aguja a traición.

Los médicos le han intentando convencer de que ahora es un niño grande como sus dos hermanos mayores, pero él no parece muy convencido y mucho menos satisfecho.

Para terminar de rematar este día del todo extraño ha sucedido algo totalmente insólito. Su madre quiere pasar tiempo con ellos, para ser más precisos quiere pasar toda la tarde con ellos.

Al menos eso es lo que les han contado sus cuidadoras, con las que pasan la mayor parte de su tiempo libre.

A las cuatro de la tarde los cuatro hermanos y las dos niñeras se disponen a recorrer los pasillos de la fundación hasta llegar al despacho de su madre, Margaret, donde esta les ha citado para su "reunión".

Harry corre por el pasillo sin importarle lo más mínimo los gritos de las cuidadoras pidiéndole que pare de correr. Liam y Zayn caminan tranquilamente por los pasillos de la mano de una de ellas mientras que Niall está en los brazos de la otra niñera después de haberse negado a andar.

En la puerta de esta se encuentra como siempre Kevin, su guardaespaldas privado. Cuando los ve llegar se mete dentro de la sala.

— Jefa sus hijos están aquí.— la informa desde la puerta.

— Déjelos pasar.— responde esta. A continuación se levanta de la silla y recoge algunos papeles desperdigados por la mesa.

Harry es el primero en pasar ignorando completamente a su madre y tirándose en la alfombras mientras saca unos coches del bolsillo y comienza a rodarlos contra los muebles.

Liam y Zayn se quedan parados en la puerta, mirando a su madre sin saber que hacer.

— Chicos, saludad a vuestra madre.— les anima una de las niñeras.

— Hola mamá.— susurran ambos chicos.

— Dos, ¿Qué se dice? — vuelven a instruir a Harry.

— Hola.— dice este sin prestar mucha atención.

— Hola niños.— saluda esta poniendo su mejor sonrisa. Está ligeramente apoyada en su mesa de trabajo mientras mira a sus hijos.

La realidad es que Margaret nunca se imagino a sí misma como madre. De pequeña se veía como directora de la fundación siendo alguien grande e importante. Pero nunca siendo madre.

Nunca le fue ajeno el hecho de que el Coronel Rusher estaba experimentando con mujeres embarazadas, gracias a ello pudo seguirles la pista a las mujeres e intervenir en el momento adecuado para poder salvar a esos bebes.

Así fue como hace casi dos años se encontró con un bebe de un año y otro de apenas un mes, y un año después ya era madre de cuatro niños. La realidad es que siempre supo que había cinco niños en los que el suero había funcionado, pero uno de ellos nunca pudo ser localizado.

Ser madre la pilló totalmente de improviso y sin estar preparada y mucho menos para ser madre de unos niños tan especiales, niños que en un futuro heredarán el mando de la fundación.

Al principio supuso que lo mejor era que los niños crecieran sin sentir un apego hacia ella, consideró que eso fortalecería su carácter y el respeto que la procesarían. Por ello los nombró con números en vez de usar sus nombres de pila. Pero según los niños fueron creciendo se dio cuenta de que indirectamente estos reclamaban cierta atención de su parte y ella inconscientemente tenía un sentimiento de protección hacia ellos que chocaba con su pensamiento inicial.

Only human [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora