• Durmiendo •

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Ésto era inusual. Simplemente no era algo que pudiera pasar. Es decir, ni en sueños, jamás, en la vida. ¿Estamos seguros de que esta era la realidad correcta? ¿Quién podría dar testimonio de decir que, en efecto, este era el mundo real y que esto estaba pasando?   

Se despertó a mitad de una noche tormentosa plagada de rayos. Aquella velada había sido pacífica y algo solitaria. Su rutina había constado de ver una película romántica mientras cenaba, cepillarse los dientes, apagar las luces e irse a dormir... hasta ahora.

Bostezó, alzando sus brazos mientras intentaba asimilar lo que estaba pasando entre el ruido calmo de lluvia sumado al estruendo de los relámpagos.

Miró hacia el pasillo de su hogar, escuchando perfectamente como algo a las afueras de su casa golpeaba de forma insistente la puerta, como si pretendiera entrar o llamar su atención.

Frunció el entrecejo, aturdida. ¿Quién podría ser a esta hora? ¿Sería de casualidad su amado novio, Sonic? ¿Y en ese caso, por qué?
Se acercó a la mesa de noche de su alcoba por entre la oscuridad, tomando así su intercomunicador, revisando en este las notificaciones y mensajes enviados sin encontrar nada semejante. Tomó también su teléfono celular y al encenderlo y revisar la bandeja de notificaciones no encontró nada, ni una llamada, ni un mensaje, ni un e-mail, nada, solo... nada.
A lo mucho los mensajes de “Buenas Noches” por parte de Sonic, pero nada más.

Frunció el entrecejo, pensando. No podría tratarse de Tails o Knuckles por diversos motivos, el primero porque obviamente ya tenía casa propia y el segundo porque en caso de que la tormenta le diera miedo sería más propenso de ir con el vulpino o con el de azul antes que ir con ella. Sticks tampoco formaba parte de sus sospechas, es decir, aquella chica prefería las tormentas eléctricas con probabilidades de tsunamis y terremotos antes que el contacto social...
En efecto, no tenía idea de quién se podría tratar.

Los golpes hacia la puerta de su hogar se seguían escuchando con igual intensidad, asustandola.

Tarde o temprano tendría que contestar a este inusual llamado y sin duda sería mil veces mejor no seguirlo posponerlo. Debía afrontar lo que fuera que estuviera del otro lado de la puerta y así dar fin con este lío.

Salió de su habitación con su pijama de camisa blanca y shorts rosa pálido, avanzando silenciosamente hasta llegar a la sala, percibiendo de mejor forma el estruendo de los golpes hacia su puerta, su pobre puerta.

Respiró profundamente, dispuesta a lidiar con cualquier cosa que pudiera aparecer después, decidida a invocar su martillo en caso de que se tratase de alguna emergencia.

Se posó frente a la puerta y la abrió rápidamente, sorprendiéndose al instante al ver lo que estaba del otro lado.

— A-Amy... —titubeó débilmente su nombre.

Se trataba de aquel erizo azabache de vetas rojizas, orbes carmín y vello blanco en el pecho, posado frente a su puerta mientras afincaba sus manos sobre el marco de la misma, jadeando mientras las gotas de lluvia resbalaban por su piel, teniendo los reflejos de la luz de los rayos a sus espaldas, dándole un aspecto terrorífico e irreal.

— ¿Shadow? —titubeó, abriendo sus ojos de par en par mientras lo veía de arriba abajo— ¿Qué haces-?

Antes de que pudiera terminar de formular su pregunta aquel muchacho se desmoronó sobre ella, haciéndola chillar de forma aguda mientras intentaba atraparlo y soportar su peso, angustiada. ¿Qué había pasado?

— ¡¡Shadow!! ¡¡Shadow!! —gritaba mientras intentaba acercarse al sofá más cercano de la puerta— ¡¡Shadow!!

Tras tocar el respaldo del sofá se deslizó lentamente a un lado hasta quedar de frente al mueble, dándole la confianza suficiente para soltar el cuerpo y posteriormente correr hacia una de las lámparas más cercanas, encendiendola de golpe para así tener un poco de claridad en aquel atípico escenario.

Two Sides ft. Sonamy/Shadamy BoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora