• Con Juguetes •

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— Veintidós años... ¿Qué se siente ser un año más vieja? —preguntó galantememte el mayor de bufanda marrón, recostado del respaldo morado del sofá.   

— ¿Qué se siente ser un anciano, eh? Don-Veintisiete-Años —preguntó, viéndolo de arriba abajo, notando un pequeño bulto escondido detrás de él con un lazo.

— Los veintisiete son los nuevos dieciocho, piénsalo —sonrió, sonrojandose ligeramente—. Felíz cumpleaños, Ames —añadió, pasándole la caja envuelta en papel azul con un lazo carmesí, dejándola entre sus manos.

— Huh ¿Qué será, eh? —preguntó sarcásticamente, jalando uno de los extremos del lazo— ¿Otro collar? ¿Un juego de cremas? ¿Un vestido, quizás?

— Son buenas opciones, pero creo que lo que hay ahí te gustará muchísimo más que todo eso —responde, cruzándose de brazos, ladeando su mirada hacia otro lado, ansioso.

La eriza de espinas rosadas lo vió de soslayo, sonriendo de forma traviesa mientras quitaba por completo el envoltorio, abriendo la caja, encontrando en su interior un dildo de azul celeste con más de veinte centímetros de longitud, tomándola por sorpresa.

— ¿Cómo...?

— Dave conoce un lugar —sonrió, encogiéndose de hombros—. Intenté elegir uno que pudiera recordarte a mí. ¿Te gusta?

— Es adorable —musitó, sacándolo de su empaque, pasando la yema de sus dedos sobre la gelatina sintética que conformaba la forma del pene, probando su flexibilidad—, sin duda se verá muy bien al lado de mí cama.

— De todas formas ya necesitabas un pequeño toque masculino en éste... templo a la feminidad —murmura, notando los nuevos cojines con forma de flores rosadas en las esquinas del sofá—, con tanto rosa —suspira, decepcionado de que no hubieran otros colores como el verde o el azul.

— ¿Es esa tu antítesis de la cueva del hombre? —sugiere, apretando el pene entre sus manos para comprobar su dureza.

— Debería ¿No? —ríe, acercándose rápidamente hacia ella, rodeándola por la espalda, quitándole el pene de goma de las manos— En fin. Tu fiesta empieza al anochecer, así que tenemos tiempo de sobra.

— ¿Disculpa? —alza una ceja, cruzándose de brazos en lo que lo ve a la cara.

— Hay que estrenar tu regalo. Yo creo que éstos son como los vestidos ¿No? Necesitas probarlos para saber si de verdad son para ti o si pasas y elijes otro diseño —explica, apretando la base del dildo, dándose cuenta de lo suave que era, al menos ante la presión de su fuerza.

— ¿Y quieres que...? —sugiere, sonriéndole de forma perversa.

— Que lo uses —sentencia de forma firme y cortante, viéndola a la cara, cortando su oración, logrando predecir su propuesta mundana e indecente—. Es tuyo —remarca, apuntandola con el dildo.

La rosada ríe pícaramente, deshaciéndose rápidamente de la idea anterior que le había surgido en mente.
Quizás eso era algo que Shadow y Sonic tenían en común: el nulo interés y rechazo supremo a ser dominados, sobretodo de esa forma. Vaya, quizás al final sí tenían algunos puntos en común.

— Entonces... ¿Quieres que disfrutemos del postre antes de la cena? —sugiere, acomodando sus rosadas espinas caídas para mostrar de mejor forma su rostro.

— Tal vez —musita, esbozando lentamente una pequeña sonrisa—, a fin de cuentas los juguetes son para usarlos ¿No?

Indudablemente.
No había nadie más en esa isla que pudiera decirlo con tanta propiedad, solo un juguete reconocía a otro.

Two Sides ft. Sonamy/Shadamy BoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora