• Reconciliación 1.5 •

250 23 80
                                    

— Por favor —habló la eriza de vestido magenta, cinturón violeta y zapatillas rosadas frente la puerta de su mejor amigo, Tails—. Tú eres quien mejor lo conocía ¡Debes saber algo! 

— ¡¡Por última vez, no tengo idea de dónde está!! —exclamó el zorro de dos colas, exhausto por escuchar la misma pregunta por milésima vez— Es en serio, Amy ¿Por qué te interesa tanto? ¡¡Todos saben lo que hiciste y-!!

— ¡¡Lo sé, lo sé!! —interrumpió con sus ojos llenándose de lágrimas, desesperada y sin saber a quién más acudir— Pero es que... Escucha. Solo lo quiero de vuelta.

— ¿Para qué? —rugió, viéndola sumamente enojado.

— Escucha Tails, es-

— No, ahora tú escúchame a mí —espetó, dando un paso hacia adelante, callandola—. Nos tienes hartos. ¡Todo el día “Sonic! Sonic! Sonic!”! ¡¡Lo buscas porque no tienes idea que hacer con tu puta vida!! ¡Lo quieres porque necesitas esa segunda opción! ¡No lo amas en realidad! ¡Solo quieres usarlo como un juguete que puedes desechar cuando te venga en gana! ¿No crees que ya lo has lastimado lo suficiente? ¿No crees que, aún si estuviera muerto, estaría mil veces mejor que estando vivo, aquí? ¡Ten el mínimo de decencia de respetar tu compromiso con Shadow, carajo! ¿O qué? ¿También lo traicionarás a él?

La rosada aprieta sus labios, con las lágrimas escapando de sus ojos.
Ella no tiene la culpa de haberse enamorado de dos chicos diferentes ¿Verdad? No posee la culpa de haber creído ser capaz de manejar dos noviazgos a la vez, creyó que todo saldría bien, creyó que Sonic la aceptaría, creyó tantas cosas, pero ninguna era la correcta.

Inclinó su cabeza, llorando en silencio, manteniéndose firme frente a su puerta, deseando que todo fuera parte de un mal sueño.

El vulpino suspiró.

— ¿Que nos pasó, Amy?... —preguntó con una voz diferente, más calmada, cruzándose de brazos en lo que de afirmaba del umbral— ¿Por qué...? —suspiró, cerrando sus ojos con fuerza, buscando las palabras adecuadas— ¿Por qué lo hiciste? Todos creíamos que lo amabas a él, solo a él...

— Yo pensé lo mismo... —susurró, secando sus lágrimas, respirando de forma ahogada— Tails, en verdad lo lamento...

— No soy yo a quien debes pedirle perdón, pero lo entiendo —responde, viendo de soslayo a una esquina—. Oye, yo... Iré a tu boda con Shadow ¿Sí? Solo no vengas otra vez, Zoey ya está cansada de todo ésto, y ya tenemos suficiente que lidiar con el embarazo y todo lo demás.

— Oh, sí. Lo entiendo, sí —sonríe tímidamente, recobrando de apoco su sonrisa de antes, serenandose—. Solo quiero pedirte un favor...

— ¿Cuál?

— Si ves a Sonic, por favor, dile que lo lamento demasiado, que no era mi intensión hacerle tanto daño y... que si puede, me perdone, y que... siempre significará algo para mí ¿De acuerdo? —expresó, encogiéndose de hombros, con un tono suave y de notable arrepentimiento.

— Le diré —respondió después de un largo silencio, tomando la puerta—. Hasta luego, Amy.

— Hasta luego —despidió, dándose la vuelta para volver por donde vino.

El rubio cerró la puerta, suspirando de forma pesada al hacerlo.

Miró a sus espaldas, con su ceño fruncido.

Camino a paso firme, dirigiéndose hacia la cocina, revelando tras la encimera a aquel remedo de héroe que había quedado desde el trágico incidente.

Ahí, tirado en el suelo como un monigote usado, se encontraba el erizo de azul, con una mirada sombría, perdida y adornada por dos grandes ojeras que se acentuaban hasta sus mejillas, con restos de vómito en su boca y pecho, con sus guantes sucios y ligeramente rasgados  por el desgaste de treinta días sin cuidado por sí mismo, con su bufanda hecha girones a un lado, escondida entre las botellas y latas vacías de cerveza a su alrededor, llenando todo el suelo de aquel espacio pequeño que era la cocina.
Estaba irreconocible, en todo ese tiempo no había dormido ni comido nada, sobrevivía a base de recuerdos y alcohol, viéndose más delgado de lo normal, con las costillas pronunciandose hacia el exterior, dándole un toque macabro, casi deprimente.

— Ya oíste ¿No? —habló con una voz autoritaria el más joven, poniéndose en cuclillas frente a él— Ahí vino tu ex, te pidió perdón ¿La escuchaste?

El erizo de espinas revueltas y nulo interés por vivir se giró a verlo con parcimonia, sin decir una palabra.
¿Qué podía decir? Sus cuerdas vocales se habían roto desde la noche en la que gritó a los cuatro vientos su agonía, sonando como un animal a segundos de morir, la misma noche en la que sus fuerzas se perdieron, sus piernas le fallaron y su corazón se hizo un noventa por ciento más débil que antes.

Tails gruñó.

— ¿Ésto serás ahora? ¡¿Un borracho miserable?! —reclamó, pateando las latas y botellas que estaban a su alrededor— ¡¡Eres mejor que esto, “hermano”!! —espetó, pronunciando de forma sarcástica la última palabra— ¡¡Hazte un favor y deja de tenerte lástima!! ¡Sí, Amy te fue infiel! ¡¡Gran cosa!! ¿¡No!? ¡Sí, se va a casar con Shadow! ¿¡A quién mierda le interesa, verdad!? —bramó, pateando otra pila de botellas y latas. Jadeó, frotando su rostro con hastío— Entiendeme. Es horrible verte así... Tú fuiste el que siempre dijo que había que seguir adelante, sin importar nada —añadió, girándose a verlo— ¿Por qué no sigues tu propio consejo, eh?... ¿Por qué?

Sonic inclinó su cabeza hacia abajo, llorando en silencio. Esa era otra, aquella trágica noche fue la primera en toda su vida donde lloró, la primera vez en la que mostró sus sentimientos a flor de piel y desde entonces no había dejado de hacerlo para mal.

Si, él fue el autor de la frase que dictaba seguir adelante sin importar los golpes de la vida, pero esa frase la dijo antes de dar su última batalla, antes de perder la guerra, antes de perderla a ella.
El Sonic de antes no era el mismo de ahora, no era el mismo, el Sonic de antes hubiera tolerado todo ésto, es más, hubiera festejado enormemente, hubiera ido de fiesta en fiesta, se hubiera visto en el espejo y dicho “Hey tigre, que no se te caiga la corona porque hay que seguir con la fiesta”, pero ese Sonic ya no existía... No había fiesta que seguir, no había nada que hacer.
Todo el cariño que había tenido por ella, los años de conocerla por dentro y por fuera se habían ido en vano, todos los planes o deseos de algún día formar una familia se desvanecieron como el brillo de una vela en el viento.

Mejor así ¿No? Soltero, solo, sin compromisos, ni ataduras... y sin motivos para seguir vivo.

Tomó una de las latas a su lado, la destapó manteniendo la mirada fija hacia su mejor amigo y bebió hasta el fondo, pese a que sus entrañas ardieran y le pidieran parar, él seguiría haciendo ésto hasta acabar con su miseria o con su vida.
Lo que ocurriera primero.

El más joven volvió a endurecer su mirada.

— Zoey está harta de ti ¿Sabes? Te extendidos la mano y tú nos tomaste el brazo. Saldré en cinco minutos, y si no te has ido para cuando vuelva con Zoey te sacaré a la fuerza —amenazó, dándole la espalda, dejándolo solo, no sin antes patear agresivamente sus zapatos carmesí, zapatos que estaban tirados en la entrada de la cocina desde hace poco más de quince días.

Sonic lo vió alejarse, haciendo el mínimo esfuerzo para moverse, apretando la lata en su mano hasta reducirla a un pedazo de aluminio. Él tenía razón...

Quizás era hora de hacer algo.
Algo grande.

Two Sides ft. Sonamy/Shadamy BoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora