El heredero

Objetivo ocho

Narrador Omnisciente

Los jóvenes fueron separados. El peli gris buscaba desesperadamente a su cielo, creía que esto era una trampa para apartarlo de su jefe y así llevárselo al líder de CEDF.

No permitiría eso, continúo avanzando hasta que es atacado por un yoyo que logro esquivar a tiempo. Frente a él había un chico uno de cabellos negros con un tatuaje en su mejilla.

—¿te llevaste al decimo?

El de ojos oscuros no respondió si no lanzo otro ataque al peli gris.

Gokudera lanzo dinamitas al joven, pero logro cortarla con el hilo de sus yoyos.

El peli negro volvió atacar, está vez no logro esquivarla a tiempo dando como consecuencia que uno de los hilos de los yoyos lo cortara.

Se limpió la sangre de su mejilla para continuar lanzándole dinamitas.

《Debo acabar con él para buscar al décimo》

Un recuerdo apareció en la mente del guardián de la tormenta.

No podía creer que su madre haya muerto en un supuesto accidente automovilístico si ella siempre era precavida seguramente la esposa de su padre fue la causante. No había nadie más ahí para acompañarlo que el amigo de su madre el doctor Shamal.

Le gustaría que el fuera el que lo cuidara, pero el que tenía el derecho sobre él era su padre, que si ni siquiera se digno a despedirse de la mujer que supuestamente amo. Solo estaba a unos metros un subordinado que lo esperaba recargado en un automóvil de color negro.

—es hora, Gokudera.

—no me quiero ir con ese hombre, ni siquiera porto su apellido por qué no puedes cuidarme.

—me encantaría además es temporal el lo que creces un poco para asistir a un internado.

Quería ser ya grande para poder alejarse de todos e incluso de su medio hermana que era la más aterradora.

Lo había envenenado en varias oportunidades con la excusa de quería que probara su comida, pero solo era una trampa para deshacerse de él.

Le dieron arcadas al recordar el rostro de su hermana, sacudió su cabeza de un lado a otro para despejar su mente de ella.

—no creo que pueda aguantar mucho.

—si te sientes mal no dudes en llamarme.

Sin ánimos se dirigió al auto que lo esperaba. Se subió teniendo en mente que tal vez no volvería a ver al doctor Shamal.

Pellizco sus piernas para evitar llorar, no quería verse débil ante el enemigo.

El viaje duro aproximadamente dos horas. A pesar de que era un castillo su nuevo hogar, si se le podía llamar así no se sentía alegre de estar en ese sitio.

Al estacionarse frente a las inmensas puertas del castillo le abrieron la puerta. Bajo del auto arrastrando sus pies.

Ignoro los regaños de su nueva niñera.

Se dio la vuelta cuando la mujer continuó molestándolo.

—váyase a la mierda señora.

Salió corriendo sin un lugar fijo, solo quería escapar y volver a los brazos de su madre, pero ella no estaba.

Choco con alguien más bajo que él.

—fíjate por donde vas—grito

—l-lo-si-siento.