Objetivo cuatro

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Narra Tsunayoshi Sawada

Aquel nombre merodeaba mi mente.

Lo primero que hice fue preguntarle a mi madre.

—quién es Nanami.

Ella suelta el libro que estaba leyendo, inmediatamente lo recoge.

—no me asustes, pensé que estaba sola.

—lo siento, quién es ella.

—una hermana que tenía, pero murió antes de que nacieras tú, por que lo pregunta cariño.

—recordé que me hablaste de ella.

—si a lo mejor te hable de ella alguna vez, pero por lo mismo que me duele su muerte no puedo mencionarla.

—Lo entiendo, y que hay de mi padre.

—a él murió en un incendio cuando tenías un año, andas muy curioso hoy.

—es que vi a unos niños jugar con sus padre y me sentí triste—miento

—a no te preocupes, él te quería mucho y hubiera sido un gran padre—me abraza

—me alegró oír eso, ahora me iré a cambiar.

—si, yo te aviso cuando este la comida.

Subo a mi habitación corriendo para después cerrarla.

La historia de mi madre coincidía con la de aquel recuerdo.

Que significaba todo eso, estaba relacionado con lo que me revelo Reborn el día en que nos conocimos.

—¿averiguaste algo?

Brinque del susto en que momento llegó Reborn.

—estoy aquí desde hace rato— contesta

—no leas mis pensamientos.

—ya te dije que hablas en voz alta.

Me siento en el borde de mi cama.

—Y bien Tsuna que averiguaste.

No estaba seguro si contarle todo lo que he estado soñando más lo que recordé en clases. Pero él era el único que podía contarle eso además de que me daría una respuesta a lo que rondaba mi mente.

Le conté todo lo que me estaba pasando e incluso lo de Hibari san.

—Y bien, me darás una respuesta.

—no, debes averiguarlo tu mismo.

—¡Reborn!

Salió de la habitación dejándome solo, que debía averiguar.


✶⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊷❍⊶⊷⊶⊷⊷⊶⊷✶

Narra Gokudera Hayato

No entendía por que debía ser el guardián de alguien cuando debiera estar heredando la mafia de su padre.

Cuando intente protestar la única respuesta que obtuve fue que al ser hijo de la amante de mi padre no podía tener ese derecho y lo mejor era que fuera el guardián del decimo Vongola el cual estaba desaparecido o eso creía hasta que una tarde en la que regresaba de una pelea me tope con un niño. Inmediatamente supe que aquel infante no era un niño cualquiera si no un Arcobaleno.

Esos asesinos fueron llamados así al estar en una organización de asesinos la cual era dirigida por un hombre con el alias de Checker face. Pero tras lo sucedido con el heredero de los Vongola fueron maldecidos por seguir la contraria al jefe de CEFD llamado Imetsu di Vongola.

—¿Gokudera Hayato?

—si soy yo.

—me presentó, soy Fon, guardián de la tormenta de los arcobaleno, como sabes somos los encargados del cuidado del decimo Vongola, así que se me ha dado la orden de llevarte a donde se encuentra tu cielo.

No me agradaba la idea de seguir las ordenes de un desconocido así que iría hasta ahí y lo enfrentaría si no era digno de él lo reportaría con Imetsu.

—Estoy listo para presentarme con mi cielo.

No esperaba que estuviera en otro continente para ser exactos en Japón, sin embargo, aun debía trasladar a una pequeña ciudad llamada Namimori y matricular en la escuela del lugar.

Trate de buscar por todos lados a un joven que llamara mi atención, pero todos eran simples estudiantes.

《Tal vez este en otro salón》

No eso era imposible, me comentaron que estaría en el mismo salón que el Vongola.

—tenemos un nuevo estudiante, por favor preséntate.

—soy Gokudera Hayato, vengo de Italia.

Todos comenzaron a cuchichear.

—Silencio, siéntate a lado de Yamamoto.

Y quién mierda era ese, justo un chico de cabellos negros alzo su mano. Al parecer era él. Me acerque a donde sería mi pupitre. Estaba en medio del tal Yamamoto y un castaño.

Al estar cerca de ambos me percato de las llamas que emanaban ellos. El chico a mi izquierda era de la lluvia, así que no era el que buscaba, el de alado portaba las llamas del cielo, solo unos pocos las poseían.

—Sawada leerías lo que dice la pagina cuarenta.

—Si—se levantó, pero en el proceso tiro sus cosas

Todos rieron, las junto lo más rápido posible y comenzó a leer, pero las risas no se hicieron esperar ya que todo estaba pronunciando mal.

El herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora