El heredero

Objetivo siete

Tsunayoshi Sawada Narra

Habíamos sido separados, no se donde estaba Hibari ni tampoco Gokudera o Yamamoto, el único que estaba a mi lado era Lambo que lloriqueaba por temor a que un fantasma apareciera y no lo juzgaba yo también temía que apreciara un fantasma y quisiera comernos o peor un yokai.

—Ciao.

Ambos brincamos del susto cuando escuchamos una voz detrás de nosotros.

—Reborn no aparezcas así, casi me da algo‐me quejo

—por poco me hago en los pantalones por tu culpa— se queja Lambo

—cállense son unos Dames miedoso, además no le deben temer a los muertos si no a los vivos que merodean por los pasillos que andan por aquí y les digo que son peligrosos.

—¡hiee! en que nos metiste Reborn.

—si en que nos acabas de meter.

—dejen de ser tan Dames y si se llegan a topar con alguien deben enfrentarlo.

Como íbamos a enfrentarnos a personas peligrosas si aun estaba a la mitad de mi enfrentamiento.

Ni siquiera sabía por que yo siendo tan inútil debía tomar el cargo de una importante familia famosa y no cualquier puesto s no el líder.

Ni siquiera puedo cuidar un cactus como le haré para dirigir a toda una mafia.

Un momento, en que punto acepte que yo tomaría ese lugar, cuando el bebé a mi lado aun no resolvía mis dudas.

—me marcho a casa, ni siquiera se por que te seguí si ni siquiera obtengo una respuesta.

Estaba por darme la vuelta e irme lo más rápido de este sitio, pero el arma de Reborn apunto a mi cien.

—necesitas hacer esta misión, hay dos personas que te esperan haya que te necesitan.

—ni siquiera los conozco.

—solo hazlo dame Tsuna y te prometo que te contare la verdad.

Mi intuición me decía que confiara en él, que el me diría todo y que aquella promesa no era una falsa. Pero otra parte de mi gritaba que debía quédame ignorante en aquel tema que si sabía la verdad sería doloroso.

La imagen de la mujer parecida a mi madre, tendida apreció en un charco de sangre en mi mente.

Gire mi cabeza de un lado a otro para sacar eso de mi mente.

—esta bien—respondí

Reborn bajo el arma, para después entregarme unos guantes de Lana.

—¿Qué es esto?

—tus armas para pelear—responde

—¿he?

—estás de broma eso no le va a ayudar a pelear—opina Lambo

—tu cállate, esto te lo manda tu familia.

No se de donde saco un enorme maletín, pero al abrirlo grande fue mi sorpresa al ver lo que había en su interior.

—¿granadas? Un niño no puede usar eso, son peligrosas.

Mi sorpresa aumento fue cuando Lambo las tomo como si fueran dulces.

—que debo hacer— pregunta

Bueno ahora que lo pensaba mejor Lambo era parte de la mafia, para el tener granadas en sus manos era normal, pero para mi no.