Objetivo veintitrés

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Maratón: 2/6

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Narra Gokudera Hayato

Debía demostrarle al décimo que era un digno guardián, demostrarle que era capaz de vencer a un Varia o ese fue mi plan inicia.

Primero llegue tarde por andar perfeccionando mi técnica de bomba triple, pero al final todo resulto ser en vano. No podía vencerlo sin que yo muriera en el intento. Quise arriesgarme y morir en el intento de ganar la pelea para demostrar que el décimo era digno de ser el capo Vongola.

Pero por primera vez él se preocupó por mi e incluso me pidió que anunciara mi retiro para sobrevivir. En un principio quería negarme, pero eso no contradecía las ordenes de mi cielo y eso era faltarle al respeto. Al final anuncie mi retiro de la pelea dejándole la victoria al idiota del príncipe desterrado.

Eso sucedió ayer ahora me encontraba en la azotea de la escuela fumando, me había saltado las clases necesitaba tomarme un respiro y meditar lo que sucedió ayer. Si no fuera tan débil el décimo no se hubiera preocupado por mí.

No obstante, una parte de mi se alegraba por que él se preocupara por mi persona, siempre era mayormente por el loco de la disciplina o el cabeza de piña, y algunas veces por Ryohei, Lambo, Amaris, Chrome o Yamamoto, pero por mi no. Pensé que jamás me recordaría o llegaría a sentir algo por mí.

Tenía un mar de sensaciones en mi interior, desde enojo hasta alegría.

Solté todo el humo del cigarro al aire para después volver a llevarlo a mi boca.

—sabes que está prohibido fumar herbívoro, pero lo dejare pasar hoy por que lo necesitas.

El loco de la disciplina me arrebato la cajetilla que estaba en mi mano. Estaba por protestar y pedir que no me los quitara ya que era un maldito lio conseguir tabaco en Japón siendo menor de edad, para mi sorpresa tomo uno y lo llevo a la comisura de sus labios, luego de eso me pidió fuego. Sin salir de mi impresión le proporcione lo que me solicito.

—desde cuando fumas—cuestiono

—no lo hago muy seguido, no se lo digas al omnívoro.

Tras eso el ambiente se llenó de un completo silencio unos breves segundos.

—pensé que te negarías y seguirías luchando para enfrentarlo—comenta

—no quiero desobedecerlo.

—por qué tanta fidelidad herbívoro.

—¿celoso?

—no, sé que te gusta el herbívoro de Yamamoto.

—¿disculpa?

—así que aun sigues en negación—sonrió con burla

No sé cómo se les hacía atractivas esas sonrisas al décimo si eran aterradoras, en fin, el amor te ciega.

—solo falta el friki del beisbol y el décimo y esta mierda acaba—digo

—sinceramente me gustaría que perdiéramos todos, para mi desgracia mordí hasta la muerte al herbívoro de mi hermano porque estaba molesto.

—idiota tú mismo te perjudicaste—me burle

—¡tsk! Como sea aún tengo más opciones.

—¿por qué no quieres que el décimo tome lo que le corresponde?

—quiero protegerlo.

—eres un egoísta, lo sabias—contesto

—y ustedes no lo son, llegaron y lo obligaron a ser parte de la mafia italiana sin preguntarle si quería o no—opina

—no tu planeas implicarlo en la mafia japonesa.

—no, mi idea es solo yo estar en esa mierda, él estaría sano y salvo y sano lejos de todo esto, podía ser lo que quisiera, yo sería el único que formaría parte de la mafia.

Me quede unos segundos en silencio analizando todo lo que dijo el loco de la disciplina. Tal vez él tenía algo de rozan.

—crees que hubiera sido lo mejor para su bienestar que él no supiera de nuestra existencia.

—no, pero podían venir a buscarlo como un par de adolescentes normales, mi plan era informarles sobre su paradero para que él no se sintiera solo, pero el carnívoro se me adelanto.

¿y si esa fue la mejor opción para protegerlo? Ser un par de adolescentes asistiendo con normalidad a la escuela, lejos de toda la mafia, donde el décimo estuviera seguro ignorando toda la mierda que lo rodeaba.

El timbre anunciando el comienzo del receso sonó. Hibari se levantó no sin antes aplastar la colilla del cigarro contra el piso.

—espero para que el siguiente periodo estés en clases o te morderé hasta la muerte—amenazo

Arrojo la colilla del cigarro en un bote cercano para después marcharse. Unos segundos más tarde apareció el décimo junto a los demás.

—Gokudera, que bueno que estas aquí, traje comida para todos—dijo con una sonrisa

Maldición el loco de la disciplina tenía razón hubiera sido mejor que se quedara aquí lejos de la mierda del mundo de la mafia, posiblemente en un futuro aquella hermosa sonrisa se esfumara para siempre de su rostro. 

El herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora