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Dejé un ramo de margaritas, sus flores favoritas, en la tumba frente a mi y sonreí con nostalgia.
Desde el funeral de Vicki hace dos días, prácticamente vivía en el cementerio. Me pasaba horas aquí, hablando con la lápida de mi hermana.
Pero mis mini vacaciones habían terminado y ahora debía volver a clases como si nada hubiera pasado. Como si mi hermana no estuviera muerta y el consejo de la ciudad no se esforzara en esconderlo.
Habían declarado que la causa de muerte de mi hermana fue una "sobredosis". Lo encubrían y era más que obvio. Me molestaba mucho, pero no podía hacer nada y eso me molestaba aún más.
Suspiré y emprendí camino a la escuela. No quería ir, no me sentía con ánimos, pero debía hacerlo, porque Matt me había pedido que no nos estancaramos y siguieramos con nuestras vidas, porque así lo habría querido Vicki.
Yo creo que Vicki hubiera preferido vivir, pero ahora mismo eso era imposible, así que solo prefería hacerle caso a mi hermano y asistir a la cárcel académica.
Al llegar y dirigirme a mi casillero, solté un suspiro de alivio al ver que Stefan no estaba ahí.
Podría decir que lo había estado evitando estos días, pero no era cierto, porque en realidad ni siquiera lo había visto. No había tenido señales de el, pero así era mejor, así que trataba de no preocuparme con eso.
— Hola, Al. — Lena se apoyó en el casillero de al lado, el de Stefan, y me sonrió.
Yo también le sonreí mientras dejaba mis cosas. La verdad Elena había sido un gran apoyo estos últimos días, tanto para mí como para Matt.
Yo había vivido mi duelo por Vicki hace mucho tiempo, pero el que todos se enteraran de su muerte y luego con el funeral... Había sido como vivirlo denuevo, y no había sido nada fácil, pero su compañía lo había hecho más llevadero.
— ¿Por qué esa cara? — pregunté curiosa, se veía de mal humor.
— El tío John. — el solo escuchar ese nombre me hizo rodar los ojos, ese tipo nunca había sido de mi agrado— Volvió está mañana, dijo que su visita sería de tiempo indefinido.
— Te compadesco. — le dije y ella río levemente.
— Y... ¿Caroline sigue conocinando para ustedes? — preguntó divertida y yo reí.
Caroline también había sido de los más grandes apoyos que había tenido. Se pasaba todos los días en casa y... Cocinaba. Supongo que era su forma de demostrar apoyo y lo agradecía, aunque tal vez mamá no tanto.
— Al fin fue a ver a su padre. — sonreí— La extraño, pero es bueno, porque mamá iba a estrangularla si volvía a hacer lasaña.
Lena río y me ofreció su mano. La tomé y ambas caminamos hacia el salón de clase.
